Hace un par de semanas, tal
día como hoy, tras la histórica jornada de FISCALIZACIÓN, al llegar a casa me
encontré con unas agitadas Poli y Tefi que habían seguido el acto por
televisión.
Tanto una como otra vieron
reforzados sus intereses vocacionales por lo que acababan de ver. Una dirigida
al mundo del Derecho y otra al de la Comunicación.
La primera vio acrecentada su
vocación fiscalizadora al ver como su referente, Doña Nancy, era ovacionada por
la sala al ser mencionada por su pifiado y denostado jefe.”A pesar de estar en
la presidencia podían haberle dejado un lugar en la mesa y no fuera de ella, por
la incomodidad que representa para una dama”. A lo que Tefi contestaba:” Mejor
donde estaba, ¿acaso no viste los codazos que se repartieron en la mesa, como
hacen los críos en la escuela?.Hubo quién al levantarse temió seriamente
“perder su silla” y quizá por eso el teóricamente más experto en estos temas
“choriciles”, el general, ni se movió del asiento”. Continuó Poli: “Desde luego
casi todo lo denunciado ya se sabía pues es lo que se viene comentando en el
mercado desde hace mucho tiempo”. “Y no solo en el mercado- dijo Tefi- sino en
los medios de comunicación serios. Es en esos medios donde se informa con rigor
acerca de lo que acontece en nuestra sociedad y deslinda claramente lo que es
un hecho político de lo que es uno judicial. En cambio hay otros medios que no
lo hacen claramente y tienden a la confusión del ciudadano”
Me pareció muy oportuno el
comentario anterior pues es muy importante que quede claro a la ciudadanía que
cuanto acontece en la función legislativa y fiscalizadora del Congreso y del
Ejecutivo son de carácter político a diferencia de los hechos judiciales
correspondientes al Ministerio Público y a la Judicatura que no tienen tal
carácter sino que deben ser únicamente jurídicos en aplicación estricta de los
códigos civil o penal.
En nuestro país ya va siendo
hora de empezar a discernir, a diferenciar lo que es político de lo que es
jurídico, o lo que es lo mismo: Institucionalizar el Estado. Esto significa
fortalecer las estructuras de cada una de las Instituciones que configuran el
Estado, marcando con claridad sus roles. Y en ello los medios de comunicación
tienen una función pedagógico-informativa muy importante a realizar por una
parte con los ciudadanos y por otra con las propias instituciones a las que
debe fiscalizar y denunciar en sus desvaríos.
La dificultad para
diferenciar lo político de lo jurídico acontece cuando la intromisión de unos
poderes sobre otros aparece y sobre todo cuando se instala en alguno de ellos.
A esa intromisión o instalación se la conoce con el nombre de CORRUPCIÓN. Ahí,
como decía antes, juegan un papel importante los medios de comunicación que son
testigos en muchos casos de como la corrupción se enseñorea en nuestra
sociedad. Su recta función les lleva a denunciar públicamente las conductas
desviadas y los hechos perniciosos que unas veces bordean y otras superan lo
legalmente establecido, convirtiéndose en muchos casos cual “moscas cojoneras”,
en fiscalizadores incómodos de quien ostenta el poder. Y la tarea se dificulta
mucho más cuando el poderoso se ve arropado por la impunidad de la que suele
revestirse haciendo y deshaciendo a su antojo. Impunidad, por una parte
desarrollada por su poder absoluto y por otra por la corruptela de quienes
deben perseguir el delito o administrar la Justicia y que lejos de cumplir con
su obligación lo que hacen, cuales vulgares mercaderes es venderla al mejor postor,
sin perder de vista a los seudo profesionales de la comunicación que siendo
testigos de la realidad la ocultan o tergiversan los hechos al ponerse al
servicio bastardo de Don Dinero.
Y aquí es donde entra en
juego eso llamado ÉTICA, concepto muy utilizado pero al parecer escasamente
conocido y practicado socialmente y ya no digamos por gran parte de la clase
dirigente. Hablar de Ética equivale a
hablar de Moral y no tenemos más que mirar a nuestro alrededor para ver
que eso es algo infravalorado por no decir inexistente en gran parte de la
clase dirigente. En los cargos públicos, en los políticos y sobre todo en los
judiciales no basta con ser honrado sino que además hay que parecerlo, como se
decía de la mujer del César romano. Tanto desde el punto de vista de la Ética
General como de la Especial o Deontológica vemos que hay una serie de personajes
en las altas esferas que hacen gala de
su nuevo nombramiento o de su continuidad cuando no deberían ostentar tales
cargos, pues si tuvieran un mínimo de vergüenza deberían irse a sus casas. Y ya
saben ustedes como se denomina a los que no la tienen. Sin duda sus
nombramientos serán legales a efectos jurídicos pero en absoluto lo son en el
aspecto ético, pues la contestación social y profesional a la que están
sometidos por sus actos, cuando menos dudosos, es fuerte, constante y en
aumento. “Por sus actos los conoceréis” es perfectamente aplicable a estos
casos. Y cuando esto ocurre, como es el actual de la Fiscalía de la Nación, la
Institución como tal se debilita perdiendo la poca credibilidad que le quedaba,
con el consiguiente perjuicio al sistema Judicial que no anda precisamente muy
sobrado de ella.
Los acontecimientos de los que estamos siendo
testigos directos reclaman profundizar en el saneamiento de casi todos los
estamentos que conforman el Estado. No basta con profundos cambios y traslados
de personal en la PNP local, sino que la limpieza debe llegar al resto de
responsables, sobre todo nacionales a los que no debemos olvidar, ya que por
acción u omisión han dado lugar a que hayamos tenido que ser testigos forzosos
de actos de bajeza sin par, propios de las mafias marsellesas, sicilianas o
mejicanas. Insisto en que la cirugía con traslados, ceses y/o cárcel no debe efectuarse únicamente con carácter
local sino nacional ya que deben extirparse las metástasis claramente establecidas
en las altas instancias del estado que han propiciado y potenciado la situación
actual.
Termina Poli comentando: “Pues
dice Carmen la pollera que la desratización no hay que hacerla únicamente aquí
sino también en la capital, donde algunos roedores han crecido tanto que pueden
asimilarse a las fieras”. Estas son palabras del mercado y por lo tanto tienen credibilidad
absoluta.
Moraleja: “Cuándo el río
suena, agua lleva”
Así sea.
EL VIGÍA.