¡Hagan sus apuestas señores.
Hagan sus apuestas!.La ruleta de la Fiscalía está girando.¡ Y no va más! El groupier
cuya misión es evitar el juego sucio, es ni más ni menos que el Consejo
Nacional de la Magistratura (CNM), que ha hecho girar la ruleta. Las apuestas
ya se han hecho y todo parece indicar que los pares y rojos serán penalizados.
O sea que en esta ocasión les va a tocar a los fiscales y más concretamente a
los anticorrupción. La ruleta va disminuyendo su velocidad y finalmente se
detiene. Lo previsto: les ha tocado íntegramente a ellos. Desde el Jefe Supremo
actual, pasando por el Jefe anterior, y terminando por el fiscal trasladado
inicialmente de forma muy benevolente a Ica. Todos ellos y alguno más, que ya
era hora, están bajo la lupa del Consejo. Ahora es cuando unos empiezan a
hablar de los otros. Y vaya como empiezan a largar. Promete ser interesante.
Resulta que el Procurador Anticorrupción,
Christian Salas, fue quien con la mejor intención para facilitar a la Fiscalía
su actuación, solicitó en su día el traslado de la Centralita a Lima. Y el
Fiscal de la Nación siempre se encarga de pregonar: “Yo no he ordenado nada,
simplemente sugiero o aconsejo”. Que es lo mismo que si yo le sugiero a Walter
mi jardinero, que riegue y corte el césped y no me hace caso. Ya saben ustedes
que pasará. Pues lo mismo son las sugerencias del Dtor. Ramos Heredia. Son
“sugerencias mandatarias”.
Pero ha ocurrido que al
trasladar toda la carpeta fiscal, por cierto ordenado prematuramente en su día
por el Jefe Ramos, sin la autorización correspondiente, se crea un nuevo
despacho, con un nuevo responsable llamado Marco Huamán que no conoce ni sabe
nada de nada de la Centralita, cuyo nombre debe recordarle algo relacionado con
la telefonía. Y no iba muy desencaminado pues entre otros muchos y graves
delitos estaba el de “chuponeo”, del que parece no saberse nada.
De todas las maneras este Christian
les ha resultado un exigente. Pide a la Fiscalía que le remita el contenido
íntegro de la carpeta fiscal y cuando le responden que se les ha agotado el
papel al hacerle las copias al abogado de Belaunde se cabrea y no lo acepta. Se
enfada cuando tiene que mandar un equipo de funcionarios a Huaraz para que
investiguen el pago y cobro de “Diezmos”, pues la Fiscalía ni se ha enterado.
También protesta porque transcurridos tres meses desde la detención del primer
encartado todavía no se le ha tomado declaración y el Sr. Fiscal dice más o
menos que es irrelevante lo que el acusado manifieste, pues no se va a
inculpar. También se molesta cuando el “audio” que remite al Sr fiscal, en el
que parece implicado el Fiscal de la Nación, y le solicita lo pase al Consejo
de la Magistratura y al Congreso, lo que hace es declararlo secreto, y
remitirlo únicamente a su jefe. Más tarde cuando se hace pública su existencia,
sigilosamente lo manda al Consejo pero no al Congreso. Y el amigo Salas sigue
rebotado. Pero lo que ya no tiene parangón alguno es lo del principal testigo o
colaborador eficaz, conseguido por él, y que lo pone en bandeja de plata a la
Fiscalía para que lo “cuide y mime” como debe ser; lo que hacen es ahuyentarlo y
conseguir que se vaya. Y por ahí anda en pena. Esa es la verdad, digan lo que
digan. Y el cabreo del Procurador por las nubes. Hasta que una nueva gota hace
que el vaso que está a punto de rebosar se derrame. Y esto ocurre cuando el
fiscal Huamán, apoyado por su jefe inmediatamente superior, magistrado Sr. Gustavo
Quiroz, a su vez dependiente del Fiscal de la Nación Ramos Heredia, no se les
ocurre otra brillante idea que ir a ver al Ministro de Justicia, Figallo, para
contarle las reiteradas solicitudes del “nervioso“ e “impertinente” Cristian.
Esto ha hecho que se haya roto la baraja y se esté solicitando el cambio de
fiscal. Y es que el bueno de Salas, al que los pocos pelos que le quedan, no
son precisamente de tonto, sabe el espíritu de cuerpo que gasta la Fiscalía. Y
no está dispuesto a entrar en esa dinámica. En este caso de la Centralita, en
el que está en juego el ser o no ser del Estado de Derecho, pues se está
enfrentando al Crimen Organizado con sus largos tentáculos extendidos por
doquier, el peso del caso lo está llevando desde el inicio la Procuraduría de
la Nación, cuando debería recaer en la Fiscalía que es a quién por mandato
constitucional corresponde. Hasta ahora la Procuraduría viene actuando a
diferencia de la Fiscalía, con diligencia y profesionalidad, como debe ser, y
mientras eso ocurra se irán destapando muchas cosas, pues está accionando como
supervisor de la Fiscalía, que va funcionando a remolque. Esa es la verdad. El
problema podría venir cuando Salas y compañía dejaran de recibir el decidido
apoyo que hasta ahora vienen recibiendo de las altas esferas del poder y quedar
al pairo de los vientos reinantes. No tengan ustedes ninguna duda de que si el
Procurador está hablando alto y fuerte en este enfrentamiento con la Fiscalía es porque se siente arropado y
protegido por el máximo poder. También hay que dejar constancia de que si ese
apoyo desapareciera, desaparecería el caso Centralita, que sería engullido por
la red mafiosa en un santiamén pues su apetito es insaciable. Así que quienes
acudieron el pasado día cuatro a la exitosa y gran manifestación convocada por el colectivo
institucional “No a la impunidad” hicieron muy bien y piensen que hay que estar
en guardia y preparados ante las futuras
embestidas de “las bestias”. Que no es una, no, sino numerosas las que
andan sueltas.
Una figura que está pasando bastante
desapercibida en estos momentos es ese personaje, enjuto, con pelo cortado a
bocados, nariz de boxeador, cara de chico travieso, ojos inquietos y nudo de
corbata sin ajustar, que por su cargo tiene la prudencia como máxima de su
actuación. Pónganle nombre, aunque suele atender por Richard. Él sabe muchas
cosas, por ejemplo cómo hay que enfrentarse al crimen organizado, con
diligencia y mano firme, cosa que algunos parecen desconocer. Sabe que él no
puede ser mudo, ciego y sordo como otros. Sabe los “intríngulis” de lo que pasa
en los juzgados, donde no todo es blanco e inmaculado, sino muchas veces gris y
hasta negro. Sabe de los aparentes “mantos de impunidad” que existen en su
profesión, suaves y finos al mismo tiempo que ásperos y ruines. También sabe lo
que dicen los delincuentes cuando se enteran de que será él quien los juzgue:¡Qué
mala suerte hemos tenido!. Y en fin, sabe que un fiscal es un colaborador
fundamental en la administración de la Justicia y que como tal no es ningún
examinando para ver si se sabe la lección, y a la menor oportunidad “leerle la
cartilla” sino ayudarle e interesarse por sus posibles necesidades de tiempo,
preparación, nerviosismo, etc. etc. ¿Y todo esto por qué? Sencillamente porque
hay que administrar Justicia sin personalismos ni vedettismos. Necesitamos
muchos profesionales de esas características, honestos, humildes, trabajadores,
didácticos, firmes y con autoridad y empatía. ¿O acaso un juez no puede tener
empatía?. Con su venia, me permito sugerirle (sugerencia diferente a las que
utiliza el Dtr.Ramos Heredia) que debería dar alguna que otra conferencia sobre
el tema, el de la administración de la Justicia, no sólo en el Congreso de la
Nación sino también en las Universidades pues andamos algo huérfanos de tal. Y
de paso aclarar al auditorio que presiones las sufrimos todos, absolutamente
todos los profesionales, aunque sólo sea la de la presión atmosférica. Otra
cosa es aceptarlas.
Y finalmente recordar que
abrir los medios de comunicación a presuntos delincuentes que se hallan en
situación de prisión preventiva efectiva, puede resultar harto peligroso por lo
que de sensacionalismo equívoco y falsas expectativas puede producir. Sobre
todo en los receptores de la información.
Moraleja: “Te haré una oferta
que no podrás rechazar” (Dicho mafioso)
Así sea,
EL VIGÍA.
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