jueves, 14 de mayo de 2015

ARTÍCULO: TAHÚRES EN ANCASH.


Al pequeño de mis hijos, de seis años de edad, le encanta al igual que a todos los niños participar en diferentes juegos, sean el futbol, los pitos o los cromos y un montón más, y es que el juego es inherente al ser humano. Y el ganar o forzar la fortuna en su favor siempre ha acompañado al hombre desde el principio de los tiempos. Lo mismo le ocurre a mi pequeño, que tiene muy mal perder y una de dos o le “ayudas” a ganar o tienes que permitirle pequeñas trampillas para satisfacer su ego, si no quieres verle enfurruñado o molesto. Solo que esto hay que ir corrigiéndolo paulatinamente para que no se convierta en un problema crónico y termine originando problemas mayores. Y es que como decía antes el afán más o menos desmedido de hacer trampas nos ha acompañado desde siempre. Así vemos como de la antigua Roma han aparecido dados “cargados”, propios de los modernos tahúres. Aclararé que el término tahúr equivale a jugador vicioso o jugador fullero o tramposo. Y si nos remontamos más atrás, la arqueología nos ha mostrado la existencia de tabas, utilizadas a modo de dados, manipuladas para mejor hacer trampas. En obras literarias picarescas como “Rinconete y Cortadillo” (siglo XVI) de Miguel de Cervantes ya aparecen figuras como la del tramposo profesional. Prácticamente se puede decir que casi todas las personas hemos hecho algún tipo de trampa a lo largo de nuestra vida. Unas veces, las más, ha podido ser en el transcurso de una partida familiar sin trascendencia alguna, y otras, las menos, por  motivaciones económicas o no, pues no siempre las motivaciones son de este tipo, aunque la mayor parte de las veces sí son de carácter económico. Cuando la trampa se convierte en un medio de vida normalizado aparece el tahúr. Que antiguamente se decía tafur que significa “engañador”y parece provenir del árabe “dajul”. Actualmente hay tahúres profesionales que a pesar de que su actuación está totalmente opuesta a los valores éticos y morales de nuestra sociedad gozan lamentablemente de cierto reconocimiento público pues su actuación entraña, sangre fría, bastante dificultad, mucha habilidad y en algunos casos inteligencia privilegiada. Como digo, estas características “adornan” al verdadero tahúr, diferenciándolo del burdo aficionadillo tramposo como nos refleja el libro ”El juego del monte y sus treinta trampas o secretos” de finales del siglo XIX y cuyo autor Florentino Andueza  nos narra los diversos tipos de tahúr existentes. Tales como: “el gancho”, “el vistero”, “el mamón”, “el levantamuertos”, “el mecánico”, “el diplomático”, “el itemers” y “el manipulador”. Todos ellos integran una escala de tahúres de menor a mayor relevancia en su estatus corporativo. Así “el gancho” es un tahúr de baja categoría puesto al servicio del tahúr profesional para originar embrollos y dar pretextos a éste para desmantelar la partida en caso de riesgo.”Los visteros” son especialistas en distinguir las marcas o dobleces hechas en la baraja. “El levantamuertos” coloca apuestas o cartas ganadoras con gran habilidad  una vez finalizada la jugada. “El itemers” es un tahúr cómplice de otro que se va paseando y viendo las jugadas de todos y transmitiéndolas a su colega principal mediante señales. El más famoso fue James Ashby que desarrolló su actividad en los barcos-casino del Mississippi y consistía en disfrazado  de viejo violinista, transmitir a su socio mediante notas o melodías el valor de las diferentes cartas en juego. “El diplomático” es un Tahúr dotado de un prodigioso don de palabra y diplomacia, con un encanto arrollador, generoso y simpático en su trato que suele utilizar para el engaño, y así convencer a los dueños de los casinos que permitan la utilización de los dados cargados  o las cartas marcadas. Finalmente la escala más alta la ostenta el “Manipulador” cuya habilidad manual es sorprendente y tiene un profundo conocimiento de todas las técnicas tahúres así como de las reglas del azar y la psicología humana. Suele ser una persona culta y poco dada a la presunción. De trato muy agradable aunque muy reservado es poco dado a comentar sobre su profesión y conocimientos. Actualmente este tipo de tahúr podemos encontrarlo en nuestras diferentes escalas sociales, desde las más bajas a las más altas, y que nadie sospecharía de su condición. Hay que tener en cuenta que no sólo es el afán de lucro el que les motiva sino en bastantes casos es también la notoriedad y el éxito de su supremacía el que les envanece. Su suerte suelen fiarla a sus conocimientos y a la oportunidad del momento. Son auténticos truhanes con apariencia bondadosa.
Nuestra sociedad ha evolucionado en la percepción del tahúr, desde ser considerado en la antigüedad como un colega de Satanás hasta la imagen despreocupada de los libros de picaresca españoles del siglo XVI. En el siglo XVIII esta profesión era más o menos aceptada como así lo atestigua anuncios de prensa de la época solicitando aprendices. El máximo esplendor de la profesión  es  principios del siglo XIX (1811) con la aparición del primer barco –casino en el Río Mississippi. Estos barcos a vapor de los que en poco tiempo llegó a haber más de 500 surcando sus aguas fueron testigos de la pérdida de grandes fortunas de acaudalados viajeros a manos de desaprensivos tahúres que en caso de ser descubiertos eran tirados por la borda en unos casos,  o emplumados con brea para escarnio de todos en otros.
Llegados  hasta aquí habrá que resaltar que en los tiempos actuales, como fácilmente habrá ya intuido el avezado lector, seguimos aquí en Áncash acompañados por  gran cantidad de tahúres, desde sencillos “ganchos”, continuando con “levantamuertos”, pasando por “diplomáticos“ y llegando a auténticos “manipuladores”. Solo que aquellos casinos y barcos de vapor han sido sustituidos por Gobiernos Regionales, Ayuntamientos, Juzgados, Fiscalías, Registros de la Propiedad, Bufetes de abogados, y Grandes empresas, principalmente constructoras, donde se “juega” con el dinero ajeno sin parar. Sin duda, ni son todas las que están ni están todas las que son pero haberlas las hay y son muchas, demasiadas las entidades involucradas. Los naipes marcados y dados cargados han sido sustituidos por denuncias archivadas,  cegueras pasajeras, y diezmos a diestro y siniestro. Y la Banca ha sido sustituida por el Canon minero. Y en lo que se refiere a los tahúres, cuyos nombres están  en la memoria reciente de todos, algunos pocos están ya en Piedras Gordas y otros muchos, todavía impunes, haciendo larga cola para ocupar allí su puesto bien ganado. Y pueden ir dando las gracias de ser juzgados en un estado democrático de derecho donde a pesar de la existencia de alguna que otra ley anacrónica, ni serán emplumados y paseados por el pueblo para su escarnio como se merecen, ni arrojados desde el cerro más alto de Ancash como se hacía antiguamente. Así que mucho cuidadín con las trampitas que les permitimos a nuestros hijos que después ocurre lo que ocurre, ¿verdad Waldito, Rodolfito,y demás colegas?.
Moraleja:”A quien te engañó una vez, jamás le has de creer”(Anónimo)
Así sea

EL VIGÍA. 

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