El
próximo día 10 de Abril unos 21 millones de peruanos acudirán a las urnas a
depositar su voto electoral. Gran parte de ellos lo harán con la intención de
que mediante ese voto se recupere la economía, la seguridad ciudadana y se
combata la corrupción. Tres objetivos básicos que están en la mente de todos. Y
realmente quiméricos en la de bastantes.
Esa
recuperación económica nacional pasa por un principio fundamental para muchos
de esos 21 millones de peruanos: pasa por un más equitativo reparto de la
riqueza nacional. Así vemos que un país como el nuestro, muy rico, está lleno
de gente muy pobre. Y esto se comprueba al ver que las regiones con población
más pobre son casualmente aquellas más ricas en recursos mineros. Y es que esos
recursos son “administrados” por el Estado, que hace llegar las migajas,
llamadas “Canon”, para su mal y deficiente reparto. Ahí algo está fallando. Y
que es lo que falla? Sencillamente, que a los dueños del suelo se les prohíbe
administrar y explotar su subsuelo, (Artículo 66 de la Constitución),
reminiscencias de la era colonial. Por otra parte si bien el índice de desempleo no es alarmante
sí lo es el hecho de que uno de cada cuatro peruanos que laboran reciben menos
de 300 soles/mes, o sea por debajo de lo que se considera línea de pobreza,
cuando el sueldo mínimo vital está en esos 750 soles quiméricos para muchísimos
peruanos. Y todavía peor, que uno de cada seis trabajadores, así llamados,
porque verdaderamente trabajan, tienen ingresos inferiores a la línea de
pobreza extrema, o lo que es lo mismo, perciben por debajo de 1,5 dólares/ día.
En el área rural, el 36% tienen unos ingresos inferiores a línea de pobreza
extrema en comparación con el 11% del área urbana. Alucinante. Las diferencias
por género también lo son: mientras el 27% de las mujeres ocupadas tienen
ingresos por debajo de esa línea de pobreza extrema, en el caso de los hombres
baja al 10%. Estas cifras obtenidas del INEI- ENAHO 2013, nos dejan
meridianamente claro que no solamente se debe promover el empleo, sino empleos
dignos y estables. De esa manera evitaremos esa otra dependencia del Estado o
de sus programas sociales que deben tener una orientación temporal y no
permanente y también eliminar esa especie de “esclavitud” moderna con relación
a los empleadores. Y finalmente, lo más importante: conseguir el no regreso a
la pobreza de aquellos que consiguieron salir de ella. Evitar a toda costa su
involución.
Ahora veamos quienes pueden ser los encargados
de revertir esa situación y emprender la renovación del país. En principio hay
salvo error u omisión 19 aspirantes a la poltrona (hasta ahora nunca mejor
dicho) sillón presidencial. Sí, han leído bien, 19 en total, y según todo
indica, la competencia real está entre unos 7 aspirantes. De esos, cinco son
los candidatos de siempre, que continúan con más de lo mismo, con su aire ya
respirado y viciado, y tan solo dos los que pueden traer aire fresco y
renovador a nuestra sociedad. Estos últimos que ofrecen credibilidad son Julio
Guzmán de Todos por el Perú y Verónica Mendoza del Frente Amplio. De los cinco
primeros, digo lo que digo, por su trayectoria y antecedentes. Alán García, con
sus narco indultos, Odebrech y los Petroaudios. Alejandro Toledo con su Ecoteva
y también Odebrech. Pedro Pablo
Kuczynski (cada día más difícil de escribir) con su actuación en el gobierno de
Alvarado en el caso de la Internacional Petróleum Company y su posterior salida
del país. Keiko Fujimori, con la forma de sustentar sus ingresos, aportes a su
campaña del 2011 y los casos de corrupción fujimorista. Y finalmente Cesar
Acuña, el de ”los dineros como cancha”, que declara en su hoja de vida 58
millones de soles de ingresos, obtenidos claro está legalmente, con sus
Universidades, ese brillante en bruto de la economía nacional. Y en otra
declaración ante otros organismos oficiales aparecen 150 miloncetes de nada. Parece
ser igual cien más que cien menos, total son como cancha.
Pues
estos son los aspirantes a revertir la situación económica del país. Y también
son los llamados a combatir la corrupción y por ello son los cinco, los
ponentes invitados por la Contraloría de la Nación organizador de un simposium
sobre la Corrupción, a que nos ilustren con sus experiencias. Sin duda alguna
que podrían ser reveladoras.
En
lo que se refiere a la situación de inseguridad en el país creo es debida a los
cambios que viene atravesando la sociedad actual y que el Estado no logra
atajar. Cierto es que ha habido un crecimiento económico en años anteriores
pero como hemos visto con muchas desigualdades en su reparto. Hemos dejado
atrás una sociedad basada en la familia y sus valores y estamos adentrándonos
en otra en la que prima el éxito económico. En una sociedad puramente
mercantilizada en la que reina la desigualdad y lo que vale es el éxito
económico es un campo abonado para la aparición y desarrollo de la violencia. Y
cuál es el camino rápido y directo para conseguir el “éxito”? La violencia de
la delincuencia. Lo estamos viendo y sufriendo a diario. Y aquí quiero hacer
mención expresa a los medios de comunicación que tenemos la gran
responsabilidad de informar sobre los hechos delictivos que acontecen y nunca
magnificar sobre ellos , de forma que el que delinque no se sienta magnificado
por su presencia en los medios.
Cada
día está quedando más claro que el problema delincuencial no se soluciona con
el endurecimiento de las penas, la presencia de más fiscales, más policías y más estados de Excepción. Eso
sólo puede ser pasajero y circunstancial. No, la solución mucho me temo, no
pasa por ahí. Pasa por un trabajo a largo plazo, en el que se hagan desaparecer
las desigualdades tan abismales hoy existentes en todos los ámbitos sociales.
Involucrar con una llamada general a la
responsabilidad de cada cual, y no al “sálvese quien pueda” actual en el que
nos encontramos. En fin, trabajo de varias generaciones en conseguir que la
sociedad aspire a “ser” y no a “tener”.
Así que la situación, por los
problemas existentes, es de tal gravedad que hace falta mucho sentido de Estado
y muchas ganas en los aspirantes a la jefatura
del Estado para presentarse a las elecciones y afrontar lo que se les viene
encima. Y no creo todos estén por la labor.
Muchos
son los candidatos a la Presidencia y pocos los elegidos. Solo uno. Y ese uno,
no creo sea ninguno de los que hasta ahora han probado las mieles del “éxito”.
Moraleja:
“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en
el reino de Dios (San Marcos 10; 25)
Así
sea.
EL
VIGÍA.