viernes, 27 de octubre de 2017

ARTÍCULO: CATALUÑA Y ESPAÑA


Estos días se está viviendo en Cataluña y el resto de España una auténtica fractura social. Veamos unos breves datos sobre la Cataluña actual: Es una Comunidad Autónoma española que tiene su propio Estatut de Autonomía, con una identidad colectiva, lingüística y cultural diferenciada del resto de España por lo que es considerada oficialmente como una nacionalidad histórica. Sus idiomas son el Catalán, el Español y el Aranés. Tiene 7,500,000 habitantes en un territorio de 32,106 Km2 ( algo menor que Ancash), repartidos en 4 provincias: Barcelona, que es la capital de la Autonomía , Tarragona, Lérida y Gerona. Estas dos últimas tienen una importante y desarrollada agricultura y ganadería. En total tiene 948 municipios de los cuales más de 60 superan los 20,000 habitantes. Barcelona y sus alrededores, al igual que Tarragona están altamente industrializadas y su economía es la más importante de todas las comunidades autónomas, generando un 19% del PBI español. Desde finales del siglo XIX ha sido una receptora y acogedora de mano de obra de toda la geografía nacional e internacional, como pueden atestiguar numerosos peruanos allí instalados. Está lindando con Andorra y Francia.
Pasemos a la situación actual. El Gobern de Cataluña haciendo uso de sus atribuciones autonómicas convocó hace bastantes meses un Referendum a celebrar el 1º de Octubre  en todo el territorio de la Autonomía de Cataluña para consultar a la población catalana sobre su permanencia o no en el Reino de España. Propuesta que fue rechazada por el Gobierno de Madrid. Los preparativos, como digo, fueron desarrollándose durante estos últimos meses, con urnas, papeletas, listas y colegios electorales etc, etc. hasta que unos diez días antes de su celebración, los efectivos de la Policía Nacional irrumpieron en instalaciones del Gobern deteniendo a diez altas autoridades catalanas y requisando las urnas, miles de papeletas y listas electorales que se hallaban en el lugar, al considerarse ilegal dicho Referendum. La reacción de miles de barceloneses de forma espontánea fue cercar pacífica y masivamente las instalaciones en las que se encontraba la policía, impidiendo materialmente con sus cuerpos la salida de los numerosos efectivos que allí tuvieron que pernoctar hasta el día siguiente, al quedar totalmente cercados e impedirse como digo su salida. El Gobern mediante su propia policía autonómica, los Mossos, ofrecieron como alternativa evacuarlos con helicópteros, a lo que se negaron aduciendo que querían salir por donde entraron. A partir de ese momento el Gobierno de Mariano Rajoy mandó a Cataluña miles de policías que ocuparon la Comunidad para restablecer el orden que nunca se había desordenado. Ante tal ocupación, detenciones, posterior declaración del Tribunal Constitucional considerando ilegal la consulta, y las continuas advertencias a modo de amenazas de lo que ocurriría si se celebrase el Referéndum, se llegó al día señalado 1º de Octubre en el que los colegios electorales que habían sido ocupados la noche anterior por familias enteras que se encerraron en el interior para impedir la entrada y requisa de la Policía, abrieron sus puertas a los votantes. A partir de ese momento los desmanes, atropellos, abusos, golpes, salvajismo y masacre desplegada por la Policía Nacional para subvertir el desorden nunca producido resultó más que escandaloso, aterrador. Miles de personas fueron vapuleadas, masacradas y ultrajadas como si de auténticos y peligrosos delincuentes de la más baja estofa  se tratara. Más de 800 personas, entre mujeres, hombres y ancianos, resultaron heridas y atendidas en diversos centros hospitalarios. Los observadores internacionales fueron testigos, no mudos por cierto, de la desproporción y brutalidad de la fuerza empleada contra indefensos e insumisos civiles. En pocas palabras: una auténtica salvajada. Y todo ello en nombre de la legalidad y del orden establecido. Ni una ni otro justifican en ningún caso, y menos en este, las barbaries y atropellos sufridos por pacíficos ciudadanos y cometidas por quienes son ante todo servidores públicos.
El resultado del Referendum desarrollado en las circunstancias señaladas arrojó unas cifras que ni los mismos independentistas soñaron nunca. Un 98,2% a favor del SI a la Independencia y un 7,83% con el No a la separación, de un total de algo más de dos millones de votantes. Dado que el censo electoral es de cinco millones, los votos emitidos no superan el 43% del total de posibles sufragantes. Es indudable que ante la situación planteada, el Referendum no reúne las condiciones internacionales mínimas para su homologación, como así lo han considerado los analistas internacionales destacados en Cataluña, que han quedado escandalizados por la dureza de lo visto. Es importante señalar que cuando en el 2011 Mariano Rajoy Brey del Partido Popular (derecha conservadora) asumió el Gobierno de España el independentismo catalán oscilaba entre un 10 y un 11% de los catalanes siendo actualmente más del 40%. Y resulta previsible que en una próxima votación se incremente sensiblemente el número de independentistas por los argumentos, legitimidad y credibilidad que les proporciona ese señor, ese Gobierno y el partido que lo sustenta. En la mayor parte de los casos se sabe cómo empieza un conflicto pero no cómo termina. Cuando una de las partes utiliza la violencia física en nombre de la legalidad, y la otra en inferioridad de condiciones acude a la legitimidad moral, resulta necesario con carácter de urgencia el diálogo con voluntad de escuchar y la posterior negociación con amplitud de miras. Todo ello con el objeto de conseguir cuanto antes la distensión. Exactamente igual que un médico o un maestro, el político, con más motivo tiene que saber escuchar, preguntar, observar y dialogar para poder entender lo que está ocurriendo y a partir de ahí negociar. O sea, hace falta voluntad política. Las dos partes del conflicto deben moderar su actuación. A unos, los que haciendo uso de la legalidad acuden a la  fuerza  en forma de violencia pretendiendo someter a quienes amparándose en su legitimidad disienten y desobedecen, hay que llamarles al orden, y exigirles responsabilidad, madurez, solidaridad y finalmente el diálogo. Y a estos últimos, los insumisos, lo mismo. Tienen que entender que las declaraciones unilaterales de independencia, sin el respaldo de un referéndum con caracteres de reconocimiento internacional no pueden ser ni aceptadas, ni homologadas. También cierto es, que hay demasiada sangre acumulada en el ojo de Cataluña.
Moraleja:” Dos no se pelean si uno no quiere”.

Así sea. El VIGÍA

No hay comentarios:

Publicar un comentario