Aunque aquí en Ancash la huelga
magisterial lleva sobre 15 días, en el resto del país se extiende por los dos
meses. En algunas zonas del sur se va restableciendo muy lentamente la vuelta a
las clases. Es en la capital, Lima, donde se ve el reflejo del acontecer en el
país. Al igual que en ella, en ciudades del norte se han visto reiteradas
manifestaciones realizadas por profesionales del magisterio en uso de su
legítimo derecho a la huelga. Sin duda que hablar de huelga y de educación
resulta bastante contradictorio en la situación actual. Lo digo porque resulta
una paradoja que el Estado a través de su Gobierno esté tratando de conseguir
la paz social que se requiere para obtener una buena educación, utilizando la
violencia. Porque eso es, auténtica violencia, lo que está entrando en nuestras
casas a través de los diferentes canales de TV. Estamos siendo testigos de cómo
unas fuerzas del orden originan con su actuación prepotente, incitadora en muchos momentos y
disuasoria en grado extremo como si de una guerra se tratara, un gran desorden,
utilizando caballería y gases lacrimógenos ante unos manifestantes que cometen
el gran pecado de ocupar masivamente algunas calles de la ciudad entorpeciendo la circulación en señal de
protesta por lo que ellos consideran un atropello continuado al negarles ahora
el diálogo y la negociación. De aquellos polvos vienen estos lodos. Este dicho
popular es el más apropiado para indicar que ese atropello continuado es el que
vienen padeciendo desde hace muchos, demasiados años, unos profesionales en los
que ahora aflora su hartazgo diciendo ¡basta ya¡. Que nadie se engañe. No se
trata sólo del aspecto económico, auténticamente miserable y vergonzoso el sueldo
al que están sometidos, no sólo es eso, es además el trato distante y
displicente que el Estado les ha venido dispensando y que se ha visto
refrendado por la ministra Martens al hacerlos esperar durante horas y horas
para finalmente vejarlos al negarse a
dialogar directamente con ellos como si de auténticos apestados se tratara. Negativa,
al parecer propiciada por la información de los Servicios de Inteligencia del
Ministerio del Interior en el sentido de que Pedro Castillo era próximo a
Sendero y de que habían infiltrados muy malos en los diferentes sindicatos. Después se ha confirmado que no había nada de
nada de lo dicho, que el servicio era muy poco inteligente y que el Sr.
Castillo era todo lo contrario, era rondero y por lo visto mantiene tan
encomiable espíritu. Y mientras tanto el Sr. Basombrío que ahora se nos
presenta como poco amigo de los motoristas continúa tan campante al frente del
Ministerio. Sin duda a la espera del cese al que se ha hecho acreedor. Mucho se
está tardando.
Hay dos aspectos que son determinantes en esta
huelga: los sueldos y la estabilidad laboral. Al primer aspecto ya hice alusión
anteriormente pero considero que el
lector debe conocer algún hecho quizá desconocido para él. Por ejemplo la
extensión de la jornada docente. Actualmente la jornada se imparte corrida,
iniciándola a horas intempestivas y terminándola mucho después del mediodía.
Este horario se estableció en su día ante la escasez de centros escolares y la
necesidad de hacer dos turnos para atender a todos los escolares, unos niños
por la mañana y otros por la tarde. En la actualidad no existe tal problema
pero se mantiene el mismo horario que no hace falta ser muy lince para darse
cuenta que es muy poco pedagógico, pues empezar sobre las siete de la mañana
implica romper el reloj biológico de los muchachos que no “despertarán” hasta
las 8,30 ó 9 h.y terminar a partir de las dos de la tarde es truncar la comida
familiar y su valor social, además de tener que mandar tareas para casa con el
objeto único y verdadero de que los niños estén ocupados. Lo más normal sería
retornar a la jornada partida empezando a las 9h hasta 12h para seguidamente
comer en su casa o en el colegio, a elección, con un descanso de dos o tres
horas en el propio centro y posteriormente reincorporarse a las clases a las 14
ó 15h. hasta las 16 ó 17h.sin posteriores tareas adicionales. Y no se hace así
porque el Ministerio de Educación sabe perfectamente que no paga lo suficiente
para que sus maestros puedan vivir honestamente y les deja la tarde libre para
que la complementen con otra actividad remunerada, y todo ello en detrimento de
los muchachos. Y eso contribuye entre otras cosas a que el aprovechamiento
escolar no sea el idóneo. En lo que se refiere a las evaluaciones hay que
significar su valor para el desarrollo profesional, objetivo y fin de su
implementación. Está claro que esa evaluación debe ser lo más objetiva posible
pues de ella dependerá el futuro profesional e incluso el ser o no ser laboral
de una persona. Y esa objetividad actualmente se halla ante serias dudas sobre
los criterios a aplicar, así como la integridad de algunos evaluadores. Esas
dudas son las que manifiestan los maestros y que están empezando a ser corroboradas
por diferentes autoridades independientes que incluso consideran debería
intervenir el Congreso de los Diputados para legislar algunas variantes en el
contenido de la evaluaciones. Cualquier persona que sabe va a ser evaluada
siente la inquietud e intranquilidad propia de la circunstancia que se le
avecina y como prueba de ello debería decirnos Dña. Marilú como se siente ante
la evaluación a la que va a ser sometida el próximo día 8 en el Congreso y a la que le deseamos toda la suerte que se
merece.
Y finalmente, aunque son los primeros, están los
niños/as. Los muchachos son los que demandan un respeto, una atención
preferencial en su derecho a la educación que debe garantizarles el responsable
de velar por ella y por ellos. Y ese responsable no es otro que el Estado, a
través del Gobierno de turno. Esa responsabilidad es intransferible y no cabe
tratar de lavarse las manos pasando la responsabilidad a los maestros
convirtiéndolos en chivos espiratorios de las negligencias ajenas. Una vez más
se está tratando de matar al mensajero, el maestro, que no tiene culpa de lo
que ocurre.
Ha habido un montón de contusionados, dos infartos y
un muerto por hemorragia cerebral, el maestro de Tambo Real en Pomabamba (Ancash),
Don Ángel Retuerto Quintanilla que en paz descanse, además de algunos detenidos
en las refriegas con la policía. Todos debemos decir, BASTA YA.
Moraleja: Dos no se pelean si uno no quiere.
Así sea.
EL VIGÍA.
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