Según datos oficiales son casi 28,000 el total de
peruanos afincados en Catalunya. Esos peruanos viven, trabajan o estudian de
forma permanente en los poco más de 32,000 Km2 de superficie que dispone esa
comunidad autónoma, que vienen a ser similares a la superficie de Ancash con 35.000
Km2. La diferencia en número de habitantes entre una y otra comunidad es muy
grande, pues mientras allí viven, algo apretujados, más de 7,5 millones de
catalanes, aquí estamos bastante más anchos los aproximadamente 1,2 millones de
peruanos que residimos. En esos millones de catalanes están incluidos todos los
peruanos residentes, pues así se considera allí a cuantos viven o laboran en
Catalunya. Y esta diferencia poblacional viene dada principalmente por la orográfica,
aquí mucho más abrupta, las vías de comunicación allí mejores, y finalmente
como factor decisivo el mundo del trabajo. Aunque Catalunya es bastante
montañosa, sobre todo en el centro y norte, no llega ni de lejos a las alturas
del Callejón de Huailas, por ejemplo. Sus
vías de comunicación son excelentes, asfaltadas, señalizadas, cuidadas y
respetadas, lo que facilita la cercanía y proximidad entre centros poblados,
sobre todo en el tiempo invertido en los viajes. Allí, a pesar de la crisis que
se viene arrastrando desde el 2008 y que todo hay que decirlo, el Gobierno
actual de Mariano Rajoy, perteneciente al Partido Popular, con su política
conservadora en detrimento del trabajador, es incapaz de solucionar el alto
porcentaje de paro laboral. Repito que a pesar de todo ello, allí se puede trabajar,
o bien en el cinturón industrial de
Barcelona o Tarragona, o en la
agricultura o ganadería de Lérida, Girona y sus pueblecitos, o en el sector
servicios, siempre con experiencia, como vendedor, camarero, cocinero,
electricista, gasfitero, pintor, albañil, etc, etc, aunque en casi todos los
casos sin la garantía salarial exigible debido
a las políticas neoliberales imperantes. Lo que sí es evidente es que el
emigrante, legítimo buscador de mejora laboral, social y económica, debe
concienciarse que cada día se necesita una mayor preparación y especialización
para acceder al mundo del trabajo. Aquello de irse a la aventura, ya pasó.
Quien vaya en esas condiciones lo más probable es que en lugar de vivir
aventuras encuentre desventuras y vuelva a su lugar de origen rápidamente. Ir
en calidad de turista, pensando en quedarse no es una buena idea, como
demuestra los aproximadamente 400 deportados mensuales en toda España. Lo del
servicio doméstico, o lo de limpiacristales a pesar de ser muy dignos, son
trabajos a extinguir. Ya no se encuentran, más por su tendencia a ir desapareciendo
que por estar saturados. También es
necesario constatar el buen cartel que tienen los peruanos en la sociedad
catalana por su laboriosidad, puntualidad y hospitalidad, ganada a pulso cada
día con su buen hacer y mejor estar. Como el haragán y el impuntual allí no
tienen cabida, no hay ninguno. Y en lo que se refiere a su gran afinidad a la
cerveza y al ruido nocturno aunque continúan con su práctica hay que reconocer
que es en privado y con mucha prudencia.
Así como aquí el territorio de Ancash se halla
dividido en 20 provincias, fundamentalmente por su abrupta orografía, en
Catalunya sólo hay 4 provincias con sus respectivas capitales: Barcelona
(capital de la Autonomía), Tarragona a 100Km, Lérida a 140 Km, Girona a 100 km
y todas unidas por autopistas (sin óvalos). En Barcelona residen algo más de 23,300 peruanos, en
Tarragona más de 1,400, Girona más de 2,400 y Lérida unos 700, lo que da un
total próximo a los 28,000 peruanos/catalanes. En Barcelona están diseminados
por toda la ciudad si bien Hospitalet de Llobregat (255,000 habitantes) y
Cornellá de Llobregat( 86,000 habitantes) ambas a orillas del río de la ciudad,
son las dos grandes barriadas que acogen al mayor número de peruanos, sin
olvidar a la zona de Sans. Otras comunidades son las formadas por ecuatorianos
(número similar al de peruanos), colombianos (20,000) y bolivianos (16.000).Los
fines de semana y festivos, grupos de peruanos/as afines al futbol, voley y/o
baile organizan sus reuniones donde intercambian experiencias e información de
su vida cotidiana, acompañándose de sus tamalitos, anticuchos y su inseparable
“chelita”.
La cesta de la compra es más barata que el coste de
la de aquí. Dificil de creer pero verdad absoluta. La leche, el arroz, la
menestra, los huevos, el aceite, la sal, el azúcar y la carne por ejemplo, son
más baratos allí que aquí, compruébenlo con algún familiar o amigo allí
residente. Lo que allí es más caro son los servicios privados. Un médico
particular es mucho más caro allí, pero los trabajadores peruanos tienen todos
su seguridad social obligatoria con médicos excelentes y medicinas gratuitas.
Un colegio particular es más caro allí, pero todos los peruanitos tienen si
quieren sus papás, plaza en cualquier colegio público catalán (y aprenderán
castellano, catalán e inglés) sin tener que envidiar pedagógicamente nada a uno
privado.
En lo referente a la permanencia legal de los
peruanos en Catalunya, tanto si se independiza, como si no, que es lo más
probable, siempre que laboren allí y cumplan con la ley, se le respetará su
residencia. Catalunya siempre ha acogido con los brazos abiertos, a miles y
miles de hombres y mujeres provenientes no solo de todos los rincones del resto
de España, sino de todo el mundo, que un día llegaron con el afán de labrarse un futuro, y de esa manera
colaboraron activamente en el enriquecimiento y engrandecimiento de esa gran
Nacionalidad Histórica. Los independentistas siempre fueron una inmensa minoría
que han crecido de forma alarmante, sin duda espoleados por la actitud
represiva del Gobierno de Rajoy, que con su accionar contra la soberanía (no
digo independencia) de un pueblo, está tratando de tapar y disimular el gran
fracaso de su política económica y laboral de corte neoliberal radical. Rajoy
está judicializando lo que sólo se resolverá de forma política en el Congreso, y
ha originado unas heridas tan profundas que si cicatrizan tardarán muchos años en
hacerlo. Las próximas elecciones del día 21 de Diciembre serán el termómetro
que indicará como continúa el enfermo. Con unos ministros en la cárcel, otros con
su Presidente en el exilio forzoso, un Parlamento inexistente, una sociedad
intervenida y amenazada, y una economía paralizada, digan ustedes que creen que
puede pasar. Y todo podría haberse solucionado haciendo lo que ineludiblemente
tendrán que hacer: Modificar algunos artículos de la Constitución vigente desde
1978, para dar mayor autonomía (sobre todo económica) a Catalunya. Y Catalunya
continuará siendo lo que siempre fue, España.
Moraleja: “El poble català tè molta memoria i no
oblida”
Así sea. EL VIGÍA.
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