La
pasada semana, aprovechando el comienzo de las vacaciones escolares de mis
hijos, decidimos, o mejor dicho decidió mi mujer de acuerdo con mis hijos,
pasar todos juntos unos días fuera de casa a modo de relax ante tanto esfuerzo
escolar. La verdad es que los muchachos han trabajado bien y han sacado
brillantemente sus respectivos cursos de graduación, el uno de inicial y el
otro de secundaria. El premio: viaje a Lima. Sí, a ese hormiguero humano donde
cada día hay más y más habitantes y menos pero que mucho menos espacio para
circular, junto a una atmósfera verdaderamente masticable.
Como
digo el objeto del viaje era fundamentalmente lúdico y de esparcimiento, aunque
aquello de “cada loco con su tema” o también lo de “la cabra tira al monte”
hizo que cada uno, principalmente yo, me inclinara más por continuar con mis
prioridades cotidianas de leer, escribir y como estaba en la Capital
interesarme por todo aquello que hacía referencia a La Centralita. Saber que ha
sido de ella tras haber sido hurtada de su lugar habitual, con patada superior
incluida de un fiscal similar, en la puerta de otro fiscal inferior ausente por
motivos profesionales. Y todo aquello realizado con la falaz excusa de que
corrían peligro las integridades físicas de testigos y fiscales del caso. También
incluí en mis pesquisas a los
principales actores para saber algo más sobre ellos.
Una
vez llegados a la Capital, organizamos el plan de actuación que como digo tenía
la prioridad lúdica de los chicos. Así que Parque de las Leyendas, Parque de
las Aguas, Parque de la Imaginación, Museo de Ciencias naturales y otros,
fueron junto a las compras los ejes principales de nuestra estancia. Como es
lógico yo aprovechaba algunos momentos para dedicarlos a mis actividades dada
la proximidad de lugares señalados y apropiados para mis visitas.
Al
pasar por el Ministerio del Interior pregunté por “El Jefe” y me invitaron muy
amablemente a pasar al interior. Una vez dentro fui abordado por otro agente
que me solicitó mi identificación. Se la mostré y con excelentes modales me
inquirió cuál era el motivo de mi visita. “Entrevistarme con El Jefe”. Me dijo:
“Sígame”. Me condujo por un largo pasillo y me introdujo en una gran sala donde
me proporcionó un impreso para rellenar. Así lo hice. El agente muy amable me
explicó que las audiencias de EL Jefe se dilataban bastante y la mía podría
hacerse efectiva sobre el mes de Septbre del próximo año, ya que se trataba de
un hombre muy ocupado aunque de gran dinamismo. A mi pregunta de “Que está
haciendo ahora”, el agente sorprendido me miró fijamente, sonrió y acercándose
a mi oído muy bajito, dijo: “se está reseteando”.”¿Cómo dice?” le pregunté. Me
agarró del brazo y sin dejar de sonreír me llevó con grandes pasos hasta una
puerta que entreabrió y me acercó para que pudiera ver el interior.
¡Ooooh, Señor! Allí estaba El Jefe, haciendo una pronunciada reverencia ante
una señorita. Y es que según el agente se trataba de las clases prácticas de
los cursos intensivos que estaba siguiendo sobre “Buenos Modales en Sociedad” y
“Como hacer Amigos”. Quedé fuertemente impresionado ante la excelente
disposición del alumno en aprender y la paciencia derrochada por su monitora.
Intenté darle una propina a mi introductor pero todo fue en vano, volvió a
sonreír y me despidió con un cortés
adiós.
Posteriormente
nos fuimos al “Parque de las Leyendas”. Verdaderamente precioso, algo de una
inusitada belleza y completo en su contenido tanto de la sierra, como de la selva
y también costa. Allí como no podía ser
de otra forma me interesé por la “Leyenda de la Centralita” y la información
obtenida dirigió mis pasos más tarde hacia el Museo que está ubicado en la
esquina de los jirones Lampa y Ucayali y que lleva por nombre “Museo del Banco
de Reserva del Perú”. Caminando hacia allí, al pasar por la Avda. Abancay y
ante la presencia de la Fiscalía opté por invitar a mi mujer e hijos a hacer
sus compras en la adjunta Mesa Redonda mientras yo entraba en el Ministerio Público.
Me identifiqué, me pasaron, rellené el largo formulario y al igual que
anteriormente me interesé por “EL Jefe” y esta vez con propina incluida, fui
conducido hasta una habitación donde tras descolgar un cuadro y mirar por el
agujero oculto pude ver en todo su esplendor contemplativo a “El Jefe” que con
una margarita en la mano decía: “Si, No, Si,No,Si,No”. Estaba ni más ni menos
que deshojando la margarita interesándose por saber si continuaría o no al
frente del ministerio. El suelo de la habitación estaba lleno de pétalos pues
según mi informante llevaba varias semanas trabajando a destajo. Y allí lo dejé
pues le quedaban un montón de ramos por deshojar. Según lo que vi y confirmó el
informante cada margarita terminaba en NO.
De
allí me fui yo solito, pues mami y los niños continuaron con sus compras, al
Ministerio de Justicia. Mi presencia con traje, camisa blanca, corbata y puro
en la boca, hizo pensar al encargado de recibir a los visitantes si yo era el
representante de alguna empresa pues se dirigió a mí en estos términos:”Sr. ¿es
usted de la empresa ODEBRECHT?”. Contesté: “¿Acaso tengo aspecto brasileiro?” .
“Disculpe Sr. pero es que estamos esperando a su representante y tenemos orden
de “El Jefe” de darle prioridad absoluta”. Ahí terminó mi visita pues pude en
tan corto espacio de tiempo confirmar cuanto decía Flor Marina Vilcatoma.¡ Qué
razón tiene!.
Muy
cerquita de allí y acompañado por mi familia visitamos el Banco Central de
Reserva del Perú donde una diligente señorita nos mostró la amplia y exquisita
exposición de Arqueología, Pintura, Arte popular y Colección de Oro Hugo Cohen.
Antes de terminar le pregunté: “Sta, ¿dónde se encuentra La Centralita?”. Se me
quedó mirando extrañada y dijo: “Sr.¿ Cómo sabe que La Centralita está aquí?” .”Sta. Me lo han dicho en el
Parque de las Leyendas”. “Pues sí señor está aquí, acompáñeme”. Desandamos lo
andado y nos dirigimos de nuevo a la zona de Arqueología. Allí en un rincón, llena
de polvo y telarañas, tras un vetusto armario, yacía abandonada nuestra querida
y añorada Centralita. “Lleva aquí bastantes meses y nadie se ha interesado por
ella” fueron las palabras finales de la guía. Y todo ello, y esto lo digo yo, a
pesar de ser el único Museo de la Capital donde la entrada es totalmente
gratuita. Les recomiendo visitarlo pues merece la pena.
Ilusionados
en pronto volver, los chicos con sus parques y museos, mi mujer con sus compras
y quien les escribe con ver caras nuevas al frente de los Ministerios, les
deseamos una feliz Navidad.
Moraleja:
“Con el tiempo, todos los viajes terminan en el mismo lugar, en casa”.-Chris
Geiger.
Así
sea.
El Vigía