Hace
un par de semanas bastantes medios de comunicación se hicieron eco de la
localización de unos perros abandonados en un apartamento de La Victoria en Lima,
donde habían sido encontrados en un estado deplorable. Se trataba de un
apartamento alquilado, cuyos titulares habían
convertido en “pensión perruna”, que a su vez alquilaban a propietarios de perros que
contrataban sus servicios, para allí ser cuidadas sus mascotas durante períodos
indeterminados de tiempo, previo pago de la consiguiente cantidad pactada. Al
parecer los responsables del alquiler habían desaparecido dejando abandonados a
cuantos animales allí había con el consiguiente desbarajuste de perros, alimentos,
y residuos encontrados por los miembros
del serenazgo, que acudieron ante las insistentes llamadas de los vecinos del
inmueble. Lo insólito del caso levantó una polvareda de comentarios de todo
tipo, siempre en defensa de los perritos maltratados y abandonados por aquellos
desaprensivos, cosa bastante lógica, me refiero a los comentarios, pues cada
día la sociedad parece estar más sensibilizada ante el buen trato que hay que
dispensar a los animales, más si son convivientes nuestros y han sabido ganarse nuestra consideración y
aprecio. Así que la alarma social generada fue elevada, y gracias a la cual los
canes han sido reubicados en nuevos domicilios adoptivos, generosamente
ofrecidos por numerosos y sensibles ciudadanos, que es de esperar les ofrezcan
las atenciones mínimas necesarias. No hace muchas fechas, aparecía publicada la
fotografía de unos perros que eran solícitamente ayudados por unos muchachos a
cruzar un paso de peatones con la información de que hay que cuidar y proteger
a los animales. Sin duda conmovedora y actual tanto la fotografía como el
mensaje lanzado en defensa de los mismos. Y es que nuestra sociedad está
llegando a un desarrollo y adelanto tal que su sensibilidad social está
empezando a cambiar. Prueba de ello es el proyecto de Ley sobre la protección
de los animales. Proyecto que sin duda saldrá adelante y nos incluirá orgullosa
y solidariamente entre los países desarrollados y sobre todo civilizados. Estas
son leyes que vienen a mostrar el aparente grado de concienciación ecológica y
social en que se encuentra la sociedad que las dicta. Así que adelante con esa
nueva Ley, que sea bien recibida y cumplida por todos y beneficie a tantos y
tantos animalitos indefensos que por ahí andan abandonados, aunque ya empiezan
a disponer en algún municipio de hasta línea telefónica para su auxilio. Quizá
hará falta recordar que abandonar a un
animal es una falta sancionable, próximamente delito, así como no recoger sus excrementos de
la vía pública, no inscribirlo en el registro municipal, no vacunarlo, no
alimentarlo, y en el caso concreto de
los perros, llevarlos sin bozal o no evitar sus molestos ladridos. Y menciono
todo esto porque hay muchos, muchísimos
“defensores de boquilla” de los animales que pasan olímpicamente de cumplir
con sus obligaciones contraídas desde que la mascota llegó a su casa, o quieren
ignorar la realidad en la que viven. Así como también habrá que recordar que
nuestro grado de concienciación ecológica y social es por ahora sólo aparente.
Y digo esto pues hay un montón de hechos que delatan esa falta de
concienciación ciudadana. ¿O acaso no es
falta de concienciación ecológica, el estado de contaminación de nuestra bahía,
o de nuestras calles o del aire que respiramos? Es verdaderamente lamentable. Y
comunitariamente ¿qué concienciación tiene esta sociedad en la que hay tanto
niño desnutrido, ancianos abandonados a su suerte, e indigentes por doquier? Ninguna
concienciación, absolutamente ninguna. En nuestra sociedad hay animalitos que
viven bastante mejor que algunas personas, que reciben mejor trato que ellas,
tanto en sus cuidados, como en su alimentación y en concreto en su calidad de
vida. Y esto es fácilmente constatable. Y para muestra la siguiente noticia. Acabo
de leerla: “Octogenario ciego, vive encadenado. Su esposa lo tiene así para que
no escape”. Las fotografías son escalofriantes. El medio, pues no puede decirse
casa, construido de cañas y adobe con suelo de tierra muestran un hábitat inhabitable para un ser humano que además
está cercano a los noventa años. El hombre desvalido y encadenado, aparece
tirado en el suelo junto a un camastro hecho de palos. Y gran contraste, allí
no parece haber línea telefónica de auxilio como la antes aludida de los
perritos. Pues esto ocurre en pleno siglo XXI, a nuestro lado, en el caserío de
Huauyán, en el distrito de Moro. Y si esto nos parece poco, no tenemos más que
levantar la cabeza y mirar hacia el norte donde veremos que las provincias de
Cajamarca, Celendín, Cutervo, Jaén, Hualgayoc, San Martín, San Marcos,
Contumazá y San Pablo pertenecientes a la Región de Cajamarca han sido
declaradas en emergencia por un período de dos meses por las cuantiosas
pérdidas originadas a sus más de quince mil habitantes por los repetidos y
devastadores huaicos. Habría que preguntarse y contestar, ¿en qué condiciones
están viviendo esas personas? En condiciones Infrahumanas; ¿qué ha previsto la
sociedad para evitar ese desastre? Absolutamente nada; ¿qué soluciones a futuro
se les aporta? Ninguna, una manta al que le llegue y un botellín de agua. Gran
contraste también sin duda.
Otra
noticia que me llega es la de que un toro se ha escapado y anda suelto por la
Panamericana Norte. Imagino que a las horas en que ustedes lean estas líneas ya
habrá sido retirado de la vía pública aunque no creo lo haya sido con el cariño
y afecto mostrado en la fotografía de los perritos que les mencionaba en un
principio. Lo mismo que en las provincias de Puno y San Román de la Región
Puno, donde el Ministerio de Salud acaba de declarar el estado de emergencia
sanitaria por tres meses, ante la reciente aparición de los siempre temibles
brotes de rabia canina. Y es que no a todos los animales se les puede dar el
mismo trato. Aunque defensores hay que utópicamente si quisieran. Ya hemos visto
que incluso las personas reciben tratos diferenciados y discriminatorios, que
en algunos casos son peores que los recibidos por muchos animales. Aún así, protejamos
a los animales irracionales pues seres vivientes son, cuidándonos de aquellos
que entrañen peligro, pues de todo hay, pero no nos olvidemos de esos otros, nuestros
semejantes, que en casi todos los casos, no en todos, racionales son. Digo esto
pues siempre está la excepción que confirma la regla.
Moraleja:”
Cuidemos a nuestros animales sin olvidar al mejor de todos ellos: el hombre”.
Así
sea
EL
VIGÍA