miércoles, 22 de abril de 2015

ARTÍCULO: LOS EMPECINADOS


Antiguamente recibían el sobrenombre de “empecinados”  los habitantes de un pueblecito castellano llamado Castrillo de Duero en la provincia de Valladolid (España). El sobrenombre venía dado  porque  el riachuelo que lo atravesaba llamado Botijas contenía en su lecho “pecina” o cieno verde en descomposición. O sea que recibían aquel sobrenombre de una forma un tanto peyorativa o despectiva. Pero la lengua española se vio enriquecida con una nueva acepción proporcionada a esa palabra, “empecinado”,  por el tesón, fuerza y empeño en conseguir un fin, como fue el caso de un joven labriego de aquel lugar, más tarde Capitán General de los ejércitos españoles en su lucha de guerrillas contra el invasor francés en la Guerra de la Independencia de 1808. A ese joven héroe llamado Juan Martín Díaz se le apodó “El Empecinado”, adjetivo que pasó a significar  tozudez, terquedad, obstinación, etc, etc, por su constantes y victoriosos enfrentamientos con el ejército francés, no cejando nunca en su empeño de vencerle. Pues bien, actualmente en nuestra vida de relación también tenemos a algunos “empecinados” convecinos,  que nos acompañan cotidianamente con sus tozudeces, terquedades, obstinaciones y  cabezonerías. Les pondré un par de ejemplos para que ustedes estimados lectores  digan si merecen o no tal sobrenombre.
El primer ejemplo hace referencia a los reiteradamente mentados “colectivos”, servicios de transporte urbano que se niegan no ya sólo a la bajada de sus tarifas, ante sus injustificadas subidas, y reiterados ajustes a la baja de los combustibles sino a cumplir con la vigente Ley 26271 por la que tanto escolares como universitarios  tienen derecho a precios especiales al hacer uso cotidiano de ese transporte. Concretamente deben abonar los primeros el 30% del pasaje y los segundos el 50%. Se les ha indicado reiteradamente su obligación, y su testarudez o empecinamiento en no cumplir con el mandato legal es mayúsculo. Continúan empecinados en no cumplir con la Ley. Hace aproximadamente mes y medio me entrevisté, interesándome por el caso con la Jefa de Indecopi en nuestra ciudad, Dña Judith Rodrigo Castillo que muy amablemente me puso al corriente de cómo estaba la situación, al parecer similar a la actual, pues se continúa por una parte  a la espera de la emisión de los carnés universitarios, ya que este año ha cambiado su emisor y van con retraso en la entrega, y por otra la solicitud al Ministerio de Educación de la emisión de un carné escolar para que éstos puedan acreditar su condición de tal. Acreditación, esta última que me parece innecesaria, una auténtica pérdida de tiempo y propia de mentes bastante retorcidas. Veámoslo. Si partimos de la base de que la escolarización es obligatoria y que según las estadísticas el 99,9% de la  infancia lo está, será lógico deducir que cualquier niño que aborde un colectivo está escolarizado y por lo tanto con derecho a su correspondiente descuento. Que el carné se solicite a los adultos que digan ser universitarios me parece razonable pero que se haga lo mismo con niños de tres a dieciséis años que forzosamente tienen que ser escolares es una auténtica sinrazón, propia de mezquinos y de seudo profesionales que quieren aprovecharse de resquicios legales al mismo tiempo que de los niños viajeros. Es de esperar que las acciones emprendidas por Indecopi se vean refrendadas por la colaboración del Ayuntamiento en su función de emisor de licencias y de esa manera se pueda acceder a todos y cada uno de los transportistas involucrados a fin de ser notificados oficialmente de lo que ya conocen pero empecinadamente dicen desconocer. Y de esta manera empezar a hacer cumplir la Ley, en beneficio de tantas y tantas familias que lo ameritan.  
Pero los empecinados, no solo pertenecen al género masculino sino que en el femenino también hay ejemplares dignos de mención como el que voy a presentarles a continuación. Se trata de la Miss de mi pequeño hijo de seis años que cursa primero de Primaria y donde lleva escolarizado desde los dos añitos. Todo ha transcurrido con una excelente y tranquila trayectoria escolar en el período anterior, Inicial,  hasta que al empezar esta nueva etapa de Primaria las cosas cambiaron. Las misses anteriores todas jóvenes, risueñas y amorosas han dado paso, en el caso de mi hijo a una profesora muy mayor, cercana a la jubilación y poco más que decir para no herir susceptibilidades,  a la que ha sentado francamente mal su nuevo destino de atender a los niños de primer año, cosa que ha manifestado amplia y ruidosamente en su ámbito privado: “Soy profesora de primaria, no de primero ni segundo”. Sin duda añorando los cursos impartidos en años anteriores, que fueron a escolares de edades superiores. Y es que primero y segundo año ( 6-7 años) son cursos de acercamiento y acomodación de unos niños, que viniendo de Inicial pasarán por ellos para una vez desarrollado el proceso de lectoescritura llegar a tercer curso, donde se iniciará verdaderamente su incorporación a la Primaria. Pues bien, mejor dicho, mal muy mal ha empezado el año para mi hijo. Les explico. Desde el segundo día de clase, la miss que empezó castigando al pequeño por no haber terminado su trabajo al final de la jornada, ha venido manteniendo  a diferencia de sus colegas de Primer curso una gran distancia tanto física como comunicativa con nosotros, los padres de sus alumnos. “Esto es Primaria” dice, “Esto es Primaria” repite, y empecinadamente “Esto es Primaria” y de ahí no sale. Ante la información contrastada de que prohibía ir a orinar, e incluso el caso de un pequeño que se hizo por dos veces sus necesidades encima, y de que mandaba tareas para casa le solicité una entrevista personal a fin de aclarar hechos. No aclaré gran cosa. A mi solicitud de que no se pusieran tareas para casa, en cumplimentación de la Norma Ministerial 622 del 20 de diciembre del 2013, que las prohíbe excepto para fines de semana, me contestó que eso no iba con el Colegio y que seguiría poniéndolas, como así viene haciendo, a pesar de mis reiteradas entrevistas con la subdirectora del Centro que de poco han servido. En una reunión con padres de familia a la que acudí hace unos días la miss ha vuelto a reiterar que las tareas, que ahora llama “refuerzos”, son para mejorar el rendimiento de los niños que “Ya son de Primaria” a pesar de que pasan siete horas y media diarias en el Colegio, sin querer reparar la irregularidad de su actuación, llegando a poner el ejemplo de un niño recién ingresado al que  le partieron el lapicero y se dirigió a ella, su contestación fue encogerse de hombros:”¿Y qué quieres que haga? Espabila, ya eres de Primaria”. ¿Sólo empecinamiento, o hay algo más?
Sin duda alguna la Señorita Rotenmeyer institutriz del cuento de Heidi, del siglo pasado, queda chica al lado de la maestra de mi pequeño.
Si el arriba mentado Juan Martín Díaz el “Empecinado” levantara la cabeza y viera en qué tipo de especímenes se utiliza actualmente su sobrenombre con toda seguridad montaría en cólera contra todos ellos.
Moraleja: “Una retirada a tiempo es una victoria”( Napoleón Bonaparte)
Así sea.

EL VIGÍA.

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