Antiguamente
recibían el sobrenombre de “empecinados”
los habitantes de un pueblecito castellano llamado Castrillo de Duero en
la provincia de Valladolid (España). El sobrenombre venía dado porque
el riachuelo que lo atravesaba llamado Botijas contenía en su lecho “pecina”
o cieno verde en descomposición. O sea que recibían aquel sobrenombre de una
forma un tanto peyorativa o despectiva. Pero la lengua española se vio
enriquecida con una nueva acepción proporcionada a esa palabra, “empecinado”, por el tesón, fuerza y empeño en conseguir un
fin, como fue el caso de un joven labriego de aquel lugar, más tarde Capitán
General de los ejércitos españoles en su lucha de guerrillas contra el invasor
francés en la Guerra de la Independencia de 1808. A ese joven héroe llamado
Juan Martín Díaz se le apodó “El Empecinado”, adjetivo que pasó a
significar tozudez, terquedad,
obstinación, etc, etc, por su constantes y victoriosos enfrentamientos con el
ejército francés, no cejando nunca en su empeño de vencerle. Pues bien,
actualmente en nuestra vida de relación también tenemos a algunos “empecinados”
convecinos, que nos acompañan
cotidianamente con sus tozudeces, terquedades, obstinaciones y cabezonerías. Les pondré un par de ejemplos
para que ustedes estimados lectores digan
si merecen o no tal sobrenombre.
El
primer ejemplo hace referencia a los reiteradamente mentados “colectivos”,
servicios de transporte urbano que se niegan no ya sólo a la bajada de sus tarifas,
ante sus injustificadas subidas, y reiterados ajustes a la baja de los
combustibles sino a cumplir con la vigente Ley 26271 por la que tanto escolares
como universitarios tienen derecho a
precios especiales al hacer uso cotidiano de ese transporte. Concretamente
deben abonar los primeros el 30% del pasaje y los segundos el 50%. Se les ha
indicado reiteradamente su obligación, y su testarudez o empecinamiento en no
cumplir con el mandato legal es mayúsculo. Continúan empecinados en no cumplir
con la Ley. Hace aproximadamente mes y medio me entrevisté, interesándome por
el caso con la Jefa de Indecopi en nuestra ciudad, Dña Judith Rodrigo Castillo
que muy amablemente me puso al corriente de cómo estaba la situación, al
parecer similar a la actual, pues se continúa por una parte a la espera de la emisión de los carnés
universitarios, ya que este año ha cambiado su emisor y van con retraso en la
entrega, y por otra la solicitud al Ministerio de Educación de la emisión de un
carné escolar para que éstos puedan acreditar su condición de tal.
Acreditación, esta última que me parece innecesaria, una auténtica pérdida de
tiempo y propia de mentes bastante retorcidas. Veámoslo. Si partimos de la base
de que la escolarización es obligatoria y que según las estadísticas el 99,9%
de la infancia lo está, será lógico
deducir que cualquier niño que aborde un colectivo está escolarizado y por lo
tanto con derecho a su correspondiente descuento. Que el carné se solicite a
los adultos que digan ser universitarios me parece razonable pero que se haga
lo mismo con niños de tres a dieciséis años que forzosamente tienen que ser
escolares es una auténtica sinrazón, propia de mezquinos y de seudo
profesionales que quieren aprovecharse de resquicios legales al mismo tiempo que
de los niños viajeros. Es de esperar que las acciones emprendidas por Indecopi
se vean refrendadas por la colaboración del Ayuntamiento en su función de
emisor de licencias y de esa manera se pueda acceder a todos y cada uno de los
transportistas involucrados a fin de ser notificados oficialmente de lo que ya
conocen pero empecinadamente dicen desconocer. Y de esta manera empezar a hacer
cumplir la Ley, en beneficio de tantas y tantas familias que lo ameritan.
Pero
los empecinados, no solo pertenecen al género masculino sino que en el femenino
también hay ejemplares dignos de mención como el que voy a presentarles a
continuación. Se trata de la Miss de mi pequeño hijo de seis años que cursa
primero de Primaria y donde lleva escolarizado desde los dos añitos. Todo ha
transcurrido con una excelente y tranquila trayectoria escolar en el período
anterior, Inicial, hasta que al empezar esta
nueva etapa de Primaria las cosas cambiaron. Las misses anteriores todas
jóvenes, risueñas y amorosas han dado paso, en el caso de mi hijo a una
profesora muy mayor, cercana a la jubilación y poco más que decir para no herir
susceptibilidades, a la que ha sentado
francamente mal su nuevo destino de atender a los niños de primer año, cosa que
ha manifestado amplia y ruidosamente en su ámbito privado: “Soy profesora de
primaria, no de primero ni segundo”. Sin duda añorando los cursos impartidos en
años anteriores, que fueron a escolares de edades superiores. Y es que primero
y segundo año ( 6-7 años) son cursos de acercamiento y acomodación de unos
niños, que viniendo de Inicial pasarán por ellos para una vez desarrollado el
proceso de lectoescritura llegar a tercer curso, donde se iniciará
verdaderamente su incorporación a la Primaria. Pues bien, mejor dicho, mal muy
mal ha empezado el año para mi hijo. Les explico. Desde el segundo día de clase,
la miss que empezó castigando al pequeño por no haber terminado su trabajo al
final de la jornada, ha venido manteniendo a diferencia de sus colegas de Primer curso
una gran distancia tanto física como comunicativa con nosotros, los padres de
sus alumnos. “Esto es Primaria” dice, “Esto es Primaria” repite, y
empecinadamente “Esto es Primaria” y de ahí no sale. Ante la información
contrastada de que prohibía ir a orinar, e incluso el caso de un pequeño que se
hizo por dos veces sus necesidades encima, y de que mandaba tareas para casa le
solicité una entrevista personal a fin de aclarar hechos. No aclaré gran cosa. A
mi solicitud de que no se pusieran tareas para casa, en cumplimentación de la
Norma Ministerial 622 del 20 de diciembre del 2013, que las prohíbe excepto
para fines de semana, me contestó que eso no iba con el Colegio y que seguiría
poniéndolas, como así viene haciendo, a pesar de mis reiteradas entrevistas con
la subdirectora del Centro que de poco han servido. En una reunión con padres
de familia a la que acudí hace unos días la miss ha vuelto a reiterar que las
tareas, que ahora llama “refuerzos”, son para mejorar el rendimiento de los
niños que “Ya son de Primaria” a pesar de que pasan siete horas y media diarias
en el Colegio, sin querer reparar la irregularidad de su actuación, llegando a
poner el ejemplo de un niño recién ingresado al que le partieron el lapicero y se dirigió a ella,
su contestación fue encogerse de hombros:”¿Y qué quieres que haga? Espabila, ya
eres de Primaria”. ¿Sólo empecinamiento, o hay algo más?
Sin
duda alguna la Señorita Rotenmeyer institutriz del cuento de Heidi, del siglo
pasado, queda chica al lado de la maestra de mi pequeño.
Si
el arriba mentado Juan Martín Díaz el “Empecinado” levantara la cabeza y viera
en qué tipo de especímenes se utiliza actualmente su sobrenombre con toda
seguridad montaría en cólera contra todos ellos.
Moraleja:
“Una retirada a tiempo es una victoria”( Napoleón Bonaparte)
Así
sea.
EL
VIGÍA.
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