jueves, 30 de abril de 2015

ARTÍCULO: ALARMA SOCIAL Y CONTRASTES.

               
Hace un par de semanas bastantes medios de comunicación se hicieron eco de la localización de unos perros abandonados en un apartamento de La Victoria en Lima, donde habían sido encontrados en un estado deplorable. Se trataba de un apartamento alquilado, cuyos titulares  habían convertido en “pensión perruna”, que a su vez  alquilaban a propietarios de perros que contrataban sus servicios, para allí ser cuidadas sus mascotas durante períodos indeterminados de tiempo, previo pago de la consiguiente cantidad pactada. Al parecer los responsables del alquiler habían desaparecido dejando abandonados a cuantos animales allí había con el consiguiente desbarajuste de perros, alimentos, y residuos encontrados  por los miembros del serenazgo, que acudieron ante las insistentes llamadas de los vecinos del inmueble. Lo insólito del caso levantó una polvareda de comentarios de todo tipo, siempre en defensa de los perritos maltratados y abandonados por aquellos desaprensivos, cosa bastante lógica, me refiero a los comentarios, pues cada día la sociedad parece estar más sensibilizada ante el buen trato que hay que dispensar a los animales, más si son convivientes nuestros y  han sabido ganarse nuestra consideración y aprecio. Así que la alarma social generada fue elevada, y gracias a la cual los canes han sido reubicados en nuevos domicilios adoptivos, generosamente ofrecidos por numerosos y sensibles ciudadanos, que es de esperar les ofrezcan las atenciones mínimas necesarias. No hace muchas fechas, aparecía publicada la fotografía de unos perros que eran solícitamente ayudados por unos muchachos a cruzar un paso de peatones con la información de que hay que cuidar y proteger a los animales. Sin duda conmovedora y actual tanto la fotografía como el mensaje lanzado en defensa de los mismos. Y es que nuestra sociedad está llegando a un desarrollo y adelanto tal que su sensibilidad social está empezando a cambiar. Prueba de ello es el proyecto de Ley sobre la protección de los animales. Proyecto que sin duda saldrá adelante y nos incluirá orgullosa y solidariamente entre los países desarrollados y sobre todo civilizados. Estas son leyes que vienen a mostrar el aparente grado de concienciación ecológica y social en que se encuentra la sociedad que las dicta. Así que adelante con esa nueva Ley, que sea bien recibida y cumplida por todos y beneficie a tantos y tantos animalitos indefensos que por ahí andan abandonados, aunque ya empiezan a disponer en algún municipio de hasta línea telefónica para su auxilio. Quizá hará falta recordar  que abandonar a un animal es una falta sancionable, próximamente  delito, así como no recoger sus excrementos de la vía pública, no inscribirlo en el registro municipal, no vacunarlo, no alimentarlo,  y en el caso concreto de los perros, llevarlos sin bozal o no evitar sus molestos ladridos. Y menciono todo esto porque hay muchos, muchísimos  “defensores de boquilla” de los animales que pasan olímpicamente de cumplir con sus obligaciones contraídas desde que la mascota llegó a su casa, o quieren ignorar la realidad en la que viven. Así como también habrá que recordar que nuestro grado de concienciación ecológica y social es por ahora sólo aparente. Y digo esto pues hay un montón de hechos que delatan esa falta de concienciación ciudadana.  ¿O acaso no es falta de concienciación ecológica, el estado de contaminación de nuestra bahía, o de nuestras calles o del aire que respiramos? Es verdaderamente lamentable. Y comunitariamente ¿qué concienciación tiene esta sociedad en la que hay tanto niño desnutrido, ancianos abandonados a su suerte,  e indigentes por doquier? Ninguna concienciación, absolutamente ninguna. En nuestra sociedad hay animalitos que viven bastante mejor que algunas personas, que reciben mejor trato que ellas, tanto en sus cuidados, como en su alimentación y en concreto en su calidad de vida. Y esto es fácilmente constatable. Y para muestra la siguiente noticia. Acabo de leerla: “Octogenario ciego, vive encadenado. Su esposa lo tiene así para que no escape”. Las fotografías son escalofriantes. El medio, pues no puede decirse casa, construido de cañas y adobe con suelo de tierra muestran un hábitat  inhabitable para un ser humano que además está cercano a los noventa años. El hombre desvalido y encadenado, aparece tirado en el suelo junto a un camastro hecho de palos. Y gran contraste, allí no parece haber línea telefónica de auxilio como la antes aludida de los perritos. Pues esto ocurre en pleno siglo XXI, a nuestro lado, en el caserío de Huauyán, en el distrito de Moro. Y si esto nos parece poco, no tenemos más que levantar la cabeza y mirar hacia el norte donde veremos que las provincias de Cajamarca, Celendín, Cutervo, Jaén, Hualgayoc, San Martín, San Marcos, Contumazá y San Pablo pertenecientes a la Región de Cajamarca han sido declaradas en emergencia por un período de dos meses por las cuantiosas pérdidas originadas a sus más de quince mil habitantes por los repetidos y devastadores huaicos. Habría que preguntarse y contestar, ¿en qué condiciones están viviendo esas personas? En condiciones Infrahumanas; ¿qué ha previsto la sociedad para evitar ese desastre? Absolutamente nada; ¿qué soluciones a futuro se les aporta? Ninguna, una manta al que le llegue y un botellín de agua. Gran contraste también sin duda.
Otra noticia que me llega es la de que un toro se ha escapado y anda suelto por la Panamericana Norte. Imagino que a las horas en que ustedes lean estas líneas ya habrá sido retirado de la vía pública aunque no creo lo haya sido con el cariño y afecto mostrado en la fotografía de los perritos que les mencionaba en un principio. Lo mismo que en las provincias de Puno y San Román de la Región Puno, donde el Ministerio de Salud acaba de declarar el estado de emergencia sanitaria por tres meses, ante la reciente aparición de los siempre temibles brotes de rabia canina. Y es que no a todos los animales se les puede dar el mismo trato. Aunque defensores hay que utópicamente si quisieran. Ya hemos visto que incluso las personas reciben tratos diferenciados y discriminatorios, que en algunos casos son peores que los recibidos por muchos animales. Aún así, protejamos a los animales irracionales pues seres vivientes son, cuidándonos de aquellos que entrañen peligro, pues de todo hay,  pero no nos olvidemos de esos otros, nuestros semejantes, que en casi todos los casos, no en todos, racionales son. Digo esto pues siempre está la excepción que confirma la regla.
Moraleja:” Cuidemos a nuestros animales sin olvidar al mejor de todos ellos: el hombre”.
Así sea

EL VIGÍA 

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