Estamos
siendo testigos de una serie de hechos de carácter social que van acompañados
de manifestaciones, en unos casos de los propios implicados y en otros de personas
ajenas, que no solo disienten de esos hechos, como es su derecho de
opinión, sino que lo hacen de una forma aparatosa, elevando su voz de forma muy
ruidosa, al mismo tiempo que llaman la atención de la sociedad. Haré mención
expresa a ambas tipologías con los ejemplos
consiguientes.
Si
hacemos un acercamiento al primer caso, cual es el de aquellas personas,
autoridades, que son los sujetos activos
de hechos llamativos de carácter social, como es en principio su enjuiciamiento,
más tarde convertidos en alarma social por sus
sentencias condenatorias, incluida la prisión, personas en las que se
había depositado la confianza popular, repito,
más tarde defraudada, vemos que lejos de acatar sufrida y resignadamente
la acción de la justicia reaccionan de una forma bastante farisea como es
rasgarse las vestiduras. Aclararé ambos términos.
Los
fariseos eran personas pertenecientes a un grupo religioso judío, coetáneos de
Jesucristo, que destacaban por su seguimiento muy estricto de los preceptos de
la ley mosáica. En la práctica se mostraban más inclinados a las
manifestaciones públicas de sus normas que a cumplir el espíritu de la Ley . Así
cuando le preguntan a Jesús si es el Hijo de Dios, y contesta que sí, que lo
es, muestran su cólera. Y la muestran “rasgándose las vestiduras” que era una
forma de manifestar ante la sociedad el ultraje sufrido. Al igual que cuando
son expulsados del templo por Jesús.
Actualmente
se adjetiva como fariseo a quien es hipócrita y finge una moral, unos
sentimientos o unas creencias religiosas que no tiene. Y se utiliza la frase
“rasgándose las vestiduras” a diferencia de la antigüedad para criticar a
quienes se escandalizan con excesiva ira del agravio (merecido o no) recibido.
Como
decía antes, personas en las que se había depositado toda nuestra confianza, la
han defraudado de forma extemporánea, y digo esto pues una cosa es errar, cosa
de hombres y otra muy diferente es estar herrado, cosa de cuadrípedos. Y
resulta que al menos aparentemente están apareciendo muchos herrados. Demasiadas
herraduras las colocadas. No es posible que un día sí y otro también, cuando
algo no le cuadra al herrado de turno, arremeta contra quienes tienen
jurisdicción sobre él. Se rasgue las vestiduras, una y otra vez , sin darse
cuenta que a poco inteligente que fuera debería guardar silencio, por una parte
en señal de respeto a quién se lo debe , y por otra por el ejemplo que tiene
que dar a las bases que representa , aunque cada día menos. Y también ante el
temporal que según las predicciones meteorológicas se avecina. Y debería, ahora
más que nunca aplicar aquello de “al mal tiempo buena cara”. Pues no, tiene que
ser la Prudencia de la Corte en su máxima expresión la que de forma muy sutil y
suave salga al encuentro de tanto fariseísmo trasnochado con “rasgado de
vestiduras” incluido. Y salga a su encuentro con gran paciencia y habilidad, a
llamar a la calma que nunca debió perderse. Ni el santo Job mostró tanta
paciencia.
Por
otra parte, haré referencia a esos otros casos de personas ajenas que no hacen
más que discrepar de lo que ocurre a su alrededor elevando su voz de forma muy
ruidosa para ser oídos por el resto de la sociedad, llegando al igual que los
al principio mencionados, a rasgarse sus vestiduras, ante el crecimiento arrollador
de algún partido emergente, por cierto cargado de cancha como plata y al
parecer no muy sobrado doctoralmente como es Alianza Para el Progreso (APP). Y
concretamente de su líder. Este es el caso de los seguidores de algunos partidos
políticos, entre los que hay que incluir ciertos poderes fácticos, que lejos de
mostrar su partidismo, o sea la bonanza o credibilidad de su ideología
neoliberal, lo que hacen es tratar de demoler al que consideran su enemigo,
liberal también, en vez de considerarlo como su contrincante. Así vemos como
aquí la campaña de demolición que se está llevando a cabo, intentando apear de
la contienda electoral al líder Acuña es de un fariseísmo atroz. No se para en
su vida privada: que si su mujer, que si sus hijos, que si sus alumnas, que si
sus amantes, que si sus bienes, que si sabe o no sabe hablar, que si ronca o
no, etc. etc. En su vida pública: que si dijo o dejó de decir, que si hará o
dejará de hacer, que si fue o si vino, que si subió o bajo, que si es alto o
bajo, que si lo juzgan o no, y ahora que si es Doctor o no lo es. Paradojas de
la vida, aquí que a todo el mundo se le llama Doctor, desde García a cualquier destripaterrones, con
permiso de los buenos titulares, se le discute al creador de un imperio
universitario. Imperio, si quieren con minúscula, pero al fin y a la postre
imperio, por la ingente labor realizada
por quien ha demostrado creatividad, trabajo y desarrollo social. Y ahora de
forma farisea se anda “mareando la perdiz”, expresión cinegética que hace
referencia a que cuando se intenta cazar perdices, frecuentemente se las
“marea” azuzándolas con perros y ojeadores, haciéndolas repetidamente iniciar
el vuelo para cansarlas, dada su fragilidad y posteriormente cazarlas con más
facilidad. Su significado actual es la pérdida intencionada de tiempo con
rodeos y circunloquios, para alargar y facilitar la consecución de algo. En
este caso la caída del trofeo buscado: Acuña. Eso es lo que quienes ahora se rasgan las vestiduras, auténticos
fariseos, hipócritas, están haciendo: “marear la perdiz”. Mucho interés hay en
ir tan lejos, hasta la Complutense madrileña, más de 12,000 Km para “marear la
perdiz”, aunque esta perdiz, tiene título vigente de Doctor y no ha mentido
como otros en su declaración de hoja de vida ante el Jurado Nacional de Elecciones. Hoy por hoy es
Doctor, pues así consta en el Registro. El Jurado de Elecciones no va a valorar
el aspecto ético de las personas, sino si mienten o no en su hoja de vida. Y
este no ha mentido. Así de sencillo. Otra cosa es lo que pueda ocurrir mañana,
pasado o en unos meses, en los que a lo mejor ya no lo es, y entonces con
informar al JNE, bastará para continuar su carrera, de auténticos obstáculos en
que se ha convertido estas elecciones presidenciales. Y en las que el que
suscribe no tiene todavía decidida su preferencia. Elecciones en las que se está demostrando una
vez más los muchísimos intereses, no siempre partidarios sino fácticos, y tampoco
confesables, que entran en liza y actúan por desgracia bajo el tapete.
Moraleja:
“Nadie puede hacerlo todo, pero todos podemos hacer algo” (Anónimo)
Así
sea.
EL
VIGÍA
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