jueves, 25 de febrero de 2016

ARTÍCULO: RASGARSE LAS VESTIDURAS.


Estamos siendo testigos de una serie de hechos de carácter social que van acompañados de manifestaciones, en unos casos de los propios implicados y en otros de  personas  ajenas, que no solo disienten de esos hechos, como es su derecho de opinión, sino que lo hacen de una forma aparatosa, elevando su voz de forma muy ruidosa, al mismo tiempo que llaman la atención de la sociedad. Haré mención expresa a ambas tipologías con los ejemplos  consiguientes.
Si hacemos un acercamiento al primer caso, cual es el de aquellas personas, autoridades,  que son los sujetos activos de hechos llamativos de carácter social, como es en principio su enjuiciamiento, más tarde convertidos en alarma social por sus  sentencias condenatorias, incluida la prisión, personas en las que se había depositado la confianza popular, repito,  más tarde defraudada, vemos que lejos de acatar sufrida y resignadamente la acción de la justicia reaccionan de una forma bastante farisea como es rasgarse las vestiduras. Aclararé ambos términos.
Los fariseos eran personas pertenecientes a un grupo religioso judío, coetáneos de Jesucristo, que destacaban por su seguimiento muy estricto de los preceptos de la ley mosáica. En la práctica se mostraban más inclinados a las manifestaciones públicas  de sus normas  que a cumplir el espíritu de la Ley . Así cuando le preguntan a Jesús si es el Hijo de Dios, y contesta que sí, que lo es, muestran su cólera. Y la muestran “rasgándose las vestiduras” que era una forma de manifestar ante la sociedad el ultraje sufrido. Al igual que cuando son expulsados del templo por Jesús.
Actualmente se adjetiva como fariseo a quien es hipócrita y finge una moral, unos sentimientos o unas creencias religiosas que no tiene. Y se utiliza la frase “rasgándose las vestiduras” a diferencia de la antigüedad para criticar a quienes se escandalizan con excesiva ira del agravio (merecido o no) recibido.
Como decía antes, personas en las que se había depositado toda nuestra confianza, la han defraudado de forma extemporánea, y digo esto pues una cosa es errar, cosa de hombres y otra muy diferente es estar herrado, cosa de cuadrípedos. Y resulta que al menos aparentemente están apareciendo muchos herrados. Demasiadas herraduras las colocadas. No es posible que un día sí y otro también, cuando algo no le cuadra al herrado de turno, arremeta contra quienes tienen jurisdicción sobre él. Se rasgue las vestiduras, una y otra vez , sin darse cuenta que a poco inteligente que fuera debería guardar silencio, por una parte en señal de respeto a quién se lo debe , y por otra por el ejemplo que tiene que dar a las bases que representa , aunque cada día menos. Y también ante el temporal que según las predicciones meteorológicas se avecina. Y debería, ahora más que nunca aplicar aquello de “al mal tiempo buena cara”. Pues no, tiene que ser la Prudencia de la Corte en su máxima expresión la que de forma muy sutil y suave salga al encuentro de tanto fariseísmo trasnochado con “rasgado de vestiduras” incluido. Y salga a su encuentro con gran paciencia y habilidad, a llamar a la calma que nunca debió perderse. Ni el santo Job mostró tanta paciencia.
Por otra parte, haré referencia a esos otros casos de personas ajenas que no hacen más que discrepar de lo que ocurre a su alrededor elevando su voz de forma muy ruidosa para ser oídos por el resto de la sociedad, llegando al igual que los al principio mencionados, a rasgarse sus vestiduras, ante el crecimiento arrollador de algún partido emergente, por cierto cargado de cancha como plata y al parecer no muy sobrado doctoralmente como es Alianza Para el Progreso (APP). Y concretamente de su líder. Este es el caso  de los seguidores de algunos partidos políticos, entre los que hay que incluir ciertos poderes fácticos, que lejos de mostrar su partidismo, o sea la bonanza o credibilidad de su ideología neoliberal, lo que hacen es tratar de demoler al que consideran su enemigo, liberal también, en vez de considerarlo como su contrincante. Así vemos como aquí la campaña de demolición que se está llevando a cabo, intentando apear de la contienda electoral al líder Acuña es de un fariseísmo atroz. No se para en su vida privada: que si su mujer, que si sus hijos, que si sus alumnas, que si sus amantes, que si sus bienes, que si sabe o no sabe hablar, que si ronca o no, etc. etc. En su vida pública: que si dijo o dejó de decir, que si hará o dejará de hacer, que si fue o si vino, que si subió o bajo, que si es alto o bajo, que si lo juzgan o no, y ahora que si es Doctor o no lo es. Paradojas de la vida, aquí que a todo el mundo se le llama Doctor, desde  García a cualquier destripaterrones, con permiso de los buenos titulares, se le discute al creador de un imperio universitario. Imperio, si quieren con minúscula, pero al fin y a la postre imperio, por la  ingente labor realizada por quien ha demostrado creatividad, trabajo y desarrollo social. Y ahora de forma farisea se anda “mareando la perdiz”, expresión cinegética que hace referencia a que cuando se intenta cazar perdices, frecuentemente se las “marea” azuzándolas con perros y ojeadores, haciéndolas repetidamente iniciar el vuelo para cansarlas, dada su fragilidad y posteriormente cazarlas con más facilidad. Su significado actual es la pérdida intencionada de tiempo con rodeos y circunloquios, para alargar y facilitar la consecución de algo. En este caso la caída del trofeo buscado: Acuña. Eso es lo que quienes ahora  se rasgan las vestiduras, auténticos fariseos, hipócritas, están haciendo: “marear la perdiz”. Mucho interés hay en ir tan lejos, hasta la Complutense madrileña, más de 12,000 Km para “marear la perdiz”, aunque esta perdiz, tiene título vigente de Doctor y no ha mentido como otros en su declaración de hoja de vida ante el  Jurado Nacional de Elecciones. Hoy por hoy es Doctor, pues así consta en el Registro. El Jurado de Elecciones no va a valorar el aspecto ético de las personas, sino si mienten o no en su hoja de vida. Y este no ha mentido. Así de sencillo. Otra cosa es lo que pueda ocurrir mañana, pasado o en unos meses, en los que a lo mejor ya no lo es, y entonces con informar al JNE, bastará para continuar su carrera, de auténticos obstáculos en que se ha convertido estas elecciones presidenciales. Y en las que el que suscribe no tiene todavía decidida su preferencia.  Elecciones en las que se está demostrando una vez más los muchísimos intereses, no siempre partidarios sino fácticos, y tampoco confesables, que entran en liza y actúan por desgracia bajo el tapete.
Moraleja: “Nadie puede hacerlo todo, pero todos podemos hacer algo” (Anónimo)
Así sea.

EL VIGÍA

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