jueves, 25 de febrero de 2016

ARTÍCULO:POLÍTICA, POLÍTICOS Y VOTANTES.


Que los políticos como actores sociales, en general  están muy degradados no cabe ninguna duda. ¡Todos son iguales¡, ¡Su afán es medrar¡, ¡ Son unos corruptos!. Estos y otros muchos epítetos son los que se cuelgan a la clase política, confirmando la aseveración inicial de la degradación existente. Pero aquí sería conveniente establecer la diferencia entre lo que significa cada uno de los componentes del hecho político. Por una parte esos políticos antes aludidos, por otra lo que es realmente la política y finalmente los electores que somos quienes valoramos tanto a ésta como concepto como a aquéllos como candidatos a representarnos. Y todo ello independientemente del partido político con el que uno simpatice. Empecemos el análisis.
El término política se aplica desde la antigüedad como una rama de la moral cuya actividad trata del gobierno y organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados, promoviendo la participación ciudadana, con el fin de obtener el bien común. Como tal, o sea desde un sentido amplio del concepto, la política, nace con el hombre, y se hace política prácticamente en todos los actos cotidianos. Se hace política en la asociación de Padres del Colegio, en el Sindicato, en la Iglesia a la que uno pertenece, en la Agrupación en la que se está inscrito, en la ONG en la que colabora, en el Club al que pertenece, etc, etc. En fin, desde el momento en que se participa socialmente y todos, absolutamente todos, en mayor o menor grado lo hacemos, realizamos actos políticos. Así pues, todos los ciudadanos debemos ser políticos aunque no militemos en ninguna organización política. Cuando mostramos nuestra solidaridad, nuestra protesta o emitimos nuestro voto, estamos haciendo política. Se puede concluir categóricamente que la política como tal acto moral, siempre es correcta, y que los auténticos políticos siempre son correctos. A diferencia de los que no son auténticos políticos, sino malos políticos. Y se es mal político cuando se antepone el interés o beneficio personal al general o comunitario.  A estos últimos se les denomina politiqueros según la Real Academia de la Lengua y cuando éstos delinquen se les llama politicastros. Concluido lo cual, podemos afirmar rotundamente que la política es positiva para el hombre y que el problema está en el exceso de politiqueros que nos acompañan y sobre todo de los numerosos politicastros delincuentes que la frecuentan. Recapitulando: El problema no se encuentra en la política en sí, ni en los buenos políticos, sino en los que la aplican neciamente, como son los politiqueros y dolosamente, repito, los politicastros. Estamos siendo testigos, un tanto enmudecidos y atónitos, ya no solo de las fechorías de unos chorizos alcaldes, regidores, congresistas y Presidentes Regionales, en los que equivocadamente habíamos confiado, sino de la impunidad y facilidad de evasión judicial y policial con la que cuentan, pues mientras al choricillo del teléfono se le aplica la flagrancia y directamente se va 12 añitos a Cambio Puente, al otro, al chorizazo de nuestro bienes munícipes, con corbata o faldas se le pide que vuelva más tarde para su confirmación condenatoria de seis años. Así claro, pocos son los ingresados. Y una gran parte de ellos andan por ahí sueltos de campo y playa como si nada. Mientras tanto el hombre de la calle, el ciudadano votante, se descorazona, desilusiona, se convierte en escéptico, y pasa olímpicamente de todo. Sin lugar a duda, craso error, pues somos nosotros, los votantes haciendo política, los que tenemos que discernir para separar la paja del trigo y elegir con prudencia  de lo bueno, lo mejor. No podemos inhibirnos con las excusas de siempre: “todos son iguales” pues no es verdad, “todos son corruptos”, tampoco es verdad. Porque ¿cúal es el verdadero grado de formación del votante?. ¿Tenemos una idea aproximada del grado de formación política de los votantes?.¿ El votante peruano conoce la diferencia entre derecha e izquierda?, ¿ qué representa para él la izquierda?, ¿ y la derecha? Podemos realizar un acercamiento a esa realidad viendo el contenido de una encuesta probabilística publicada en el diario El Comercio en Noviembre pasado, titulada “Ni la Izquierda ni la Derecha” realizada entre la población electoral urbana y rural del Perú. En ella, Don Alfredo Torres, Presidente de Ipsos Perú, buen analista político, refleja la ignorancia de conocimientos sobre política básica de que hacen gala la mayor parte de los que tendrán que acudir a las urnas. ”La verdad es que sólo el 28% de los electores afirma hoy conocer los conceptos de izquierda y derecha, mientras el 65% los desconocen”. O dicho de otra manera: de los 21 millones de votantes peruanos poco más de las dos terceras partes, unos 14 millones, ignoran o no conocen los conceptos básicos de la política. De lo que también puede inferirse, es que esa ignorancia, conformismo, pasotismo y falta de valores morales de la mayoría de los electores son el origen de la situación política del país. Ese “Roba pero hace obras” es la lamentable representación de la situación actual del electorado. Electorado que en esos porcentajes agobiantes pueden ser caldo de cultivo para cualquier cosa. A esos dos tercios, en su mayoría desposeídos  no les interesa saber quién les pude representar, sino como llenar sus estómagos y llevándolo a los extremos, en caso de dictadura les es indiferente sea de izquierdas o derechas. Toda esta situación es el fiel reflejo del gran fracaso de la izquierda que con sus divisiones y luchas internas no ha sabido aglutinar en sus filas a millones de trabajadores que han patentizado sus continuas quejas y demandas a la derecha conservadora. O cuando menos ser vistas esas izquierdas, por los desvalidos, como alternativa social reformista y generalmente no conservadora. Pues ni eso.
Recapitulando. Hay que hacer política, en casa, en el cole, en el trabajo, con los amigos, en el deporte, en la ONG, en el partido, en la agrupación y finalmente acudiendo a las votaciones. Y el que disienta que lo piense.
Hay que dar un rotundo si a los políticos, a los de verdad, a los que se dejan la piel, al que nos representa fiel y dignamente, y un no al politiquero, que es un necio y no sirve para estar al servicio de los demás y confundió su rol. Y  un no rotundo y mayúsculo en forma de cárcel al politicastro que viene a servirse de los demás, medrar, y aprovecharse de las prebendas del cargo.
Finalmente, quedan los votantes, los que decidirán con su voto la contienda electoral. Somos nosotros, los votantes o electores, los artífices de la democracia. De nosotros depende, de cómo afrontemos los retos que se nos presenten, de cómo hagamos valer nuestro voto y sobre todo de nuestro firme propósito de no dejarnos vencer por el desánimo.
Moraleja: Cometer una injusticia es peor que sufrirla (Aristóteles).
Así sea.
EL VIGÍA.         


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