El pasado viernes se hizo pública
una encuesta de Datum según la cual los peruanos cuestionan a las ministras de
Educación, Salud y Justicia. Una mayoría de ciudadanos está en contra de la
permanencia de cada una de ellas en sus respectivos ministerios. En el caso de
la ministra de Educación, Marilú Martens, el desacuerdo con su gestión se cifra
en un 63%; la ministra de Sanidad obtiene un 59% de desaprobación y finalmente
la ministra de Justicia llega al 54%. Estas
cifras evidencian el descontento ciudadano con la gestión y la forma de abordar
los problemas y huelgas de estos días, pues en esa misma encuesta una amplia
mayoría del 72% califica como justos los reclamos de los maestros, y otro 70%
los de los médicos. Y eso se ve refrendado con el 73% que considera que el
gobierno debe ceder ante las exigencias planteadas por ambos colectivos. En
cambio donde hay prácticamente empate en minoría es ante la pregunta si cree
que en la huelga hay infiltrados del Movadef : mientras un 43% opina que sí hay
infiltración otro 41% cree que no, mientras el 16% restante no sabe o no
contesta. A la vista de estos datos, en síntesis, por una parte puede decirse
que la mayoría ve justas las
reivindicaciones de los huelguistas, así como que el gobierno debe ceder ante
sus peticiones y por otra que no se tiene nada claro la posible infiltración
agitadora de Movadef. Y finalmente, la percepción mayoritaria de la
desaprobación de las tres ministras. Estos datos pueden servirnos para obtener
una fotografía bastante aproximada de lo acontecido. Y como estas cosas de las
huelgas se replican con celeridad ya han aparecido los primeros casos de
contagio en una de las familias, la de la salud: enfermeras y obstetras, que no
quieren ser menos que los médicos. Por cierto, lo de las/los obstetras contratadas/os
resulta obsceno: sueldo mensual de 750 soles. Pero que muy obsceno. Porque no
nos engañemos el fondo de todas estas huelgas son los “money”, los dineros.
Dineros para atrasos, deudas, y sueldos. Así en el caso del Ministerio de Salud
se ha conseguido que la deuda que tenía en mayo pasado el Seguro Integral de
Salud (SIS) con los Hospitales de 700 millones de soles y reducida
recientemente a 496 millones, el pasado miércoles se oficializó la
transferencia de 330 millones, con lo que restan 166 millones que el ministerio
se compromete a pagar antes de fin de año. También y según la Federación Médica
Peruana se ha acordado con el Ministerio que el presupuesto anual del SIS, que
actualmente es de 1.409 millones de soles pase a 2.200 millones en el 2008. Y
en lo que a sueldos se refiere pasar de los 4,568 soles mensuales que cobra un
médico de nivel 1 (el de nivel 5 percibe 5,330 soles) más sus correspondientes
bonos que también perciben, a incrementarse a partir de enero próximo de forma
progresiva hasta los 6.600 soles/mes más sus bonos.
En lo que a los maestros se refiere se consiguió con
mucho esfuerzo arrancar al Ministerio la promesa de que a partir de Diciembre
próximo, como cosa excepcional, se empiece a devengar a cada profesional la
cantidad de 2.000 Soles mensuales, cuando venían cobrando unos 1400 soles/mes y
en algunos casos 1.100. Sabido es que las comparaciones siempre son odiosas
pero por eso mismo habrá que confrontar los emolumentos de aquellos
primeros y los de éstos últimos ya que lo
único que puede diferenciarlos es el color de la bata y guardapolvo que visten:
unos de blanco inmaculado y festivo y otros de azul o gris proletario, aunque
algunos se empeñen en vestirlos de color rojo intenso.
Las manifestaciones en el sector educación se han
desarrollado a lo largo de toda la geografía nacional, con una participación en
crecimiento conforme iban pasando los días. La capital, Lima, se ha visto
inundada por un mar de hombres y mujeres del Magisterio que han dejado
constancia de sus reivindicaciones, que no son otras que las de recibir un
trato profesional y humano acorde con el siglo XXI. Y cuando digo profesional
me refiero a su actualización pedagógica, a cursos gratuitos de capacitación
profesional, a poner a su disposición monografías temáticas, y a estar
sometidos a una evaluación continuada, como cualquier otro profesional, y no a
un examen anual, mal llamado evaluación, con el fin de que a la tercera va la
vencida, o sea, a la calle. Una evaluación continuada es otra cosa. Consiste
simplemente en una valoración diaria de su actividad en el aula, con sus
alumnos, quienes se convierten en el reflejo exitoso o no de su trabajo, previa
preparación de la clase a impartir. Y de profesionales es también recibir la
contraprestación por su trabajo realizado. Salario que no puede ser de miseria,
ni de migajas, para poder hacer frente dignamente a las necesidades familiares.
Y cuando digo trato humano, no solo me
refiero a lo inhumano de los gases lacrimógenos utilizados como forma
disuasoria y punitiva en las calles de una ciudad, Chimbote, al paso de unos
manifestantes, como si de una guerra se tratara, en la que pacíficos transeúntes,
niños incluidos, se ven afectados por el pánico, en su visión y vías
respiratorias por la represión salvaje de unos efectivos que se limitan a
cumplir las órdenes recibidas, mucho más propias de principios del siglo pasado
que de la época que vivimos. A cualquier maestro, me consta, le resulta muy
sonrojante y deprimente tener que manifestarse y no acudir a clase con sus
alumnos, ya que muchos de esos maestros son padres o madres de niños en edad
escolar. También me refiero al trato que el maestro recibe por parte de la
sociedad, que no es ni de lejos el que por su rol como forjador de futuros
hombres y mujeres debe recibir. Hace unas noches, un programa de TV de máxima
audiencia, que conduce una nombrada y descarada conductora, convirtió el programa
en una apología de la falta de educación, mal gusto y mal hacer, a costa de dos
maestros cuyo pecado fue participar activamente en la huelga y que se vieron
sorprendidos por la irrespetuosa actuación de quien de forma vehemente los
tildó de loros y brutos. La sociedad, encarnada por el Gobierno y el Ministerio
de Educación en concreto, son también los que debiendo velar por la imagen de
su gente, miran para otro lado inhibiéndose de su responsabilidad. Es necesario
dignificar y magnificar cuanto antes la imagen de esos hombres y mujeres en
cuyas manos confiamos el futuro de nuestros hijos y que se ven obligados, sí,
obligados a secundar la huelga en
defensa de su dignidad.
Moraleja: “El maestro es alguien que inspira para la
vida”(César Bona)
Así sea.
EL VIGÍA
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