Apreciada
Sra. Vilcatoma:
Pasados unos días de los rifirrafes congresales en los que se ha visto envuelta, reciba la presente con el objeto de
ayudar a distender los ánimos y expresarle mi satisfacción por una parte, al
mismo tiempo que decepción por otra. Trataré de explicarme, si bien antes
quisiera dejarle claro que lo que me mueve a escribirle no es darle consejo
alguno, pues aquello de “consejos vendo y para mí no tengo” no va conmigo, sino
emitir mi visión de lo acontecido por si a usted pudiera servirle de algo.
Como
le decía, en mí hay esa ambivalencia de satisfacción al ver una serie de
actuaciones suyas, muy propias de la combativa Yeni de Ancash, y por otra la
decepción sufrida por el desenlace final de lo acontecido y sobre todo por las
formas de cómo ha ocurrido.
La
Yeni aquí conocida es aquella joven fiscal, proveniente de la Universidad de
Huamanga y posteriormente Peruana de los Andes donde se formó en los años de la
lucha contra el terror y donde adquirió, quizá marcada por aquellas vivencias,
la férrea determinación de enfrentarse al delito. Una vez en la fiscalía
demostró su valía en defensa de la legalidad, tanto en Ancash como Loreto
lugares donde vio peligrar hasta su
propia vida. Más tarde en la Procuraduría, ya en Lima, y muy cerca del poder,
quizá demasiado, se vio involucrada en el caso Martín Belaunde y Ministro de
Justicia Daniel Figallo con el interés de éste en nombrar colaborador eficaz al
presunto delincuente amigo de Nadine, en el abierto proceso de la Centralita.
Las grabaciones al Ministro, siguiendo órdenes de su jefe Salas, propiciaron su
salida de la Procuraduría, como antesala, días más tarde a la defenestración del
propio Ministro. Y es que Yeni, con sus grabaciones se evidenciaba y salía a la
luz pública el interés de quién debiendo mantenerse al margen, parecía convertirse
en parte de la defensa de Belaunde. Escándalo mayúsculo, que lejos de provocar
la fulminante destitución del interesado ministro, le tocó de lleno a la parte
más débil del eslabón, usted. Ahí, todos vimos, menos Humala al que escribió
con pormenorización de los hechos, su insobornable actuar, su determinación de
lucha ante la corrupción, un carácter firme y nada sobón, sin pelos en la
lengua y con gran capacidad profesional para abordar tareas de envergadura. Pero
al mismo tiempo, de todo lo acontecido debería sacar una serie de conclusiones
a las que por lo ocurrido posteriormente parece ser no ha llegado usted. Una de
ellas es que esos círculos de poder a los que tenía acceso se mueven por lo
general con unas dinámicas bastante diferentes a las suyas. Usted se ha educado
en un ambiente en el que el pan es pan, lo blanco es blanco, lo negro es negro,
y el corrupto es un delincuente, y en esos ambientes según les parece los panes
pueden ser tortas, y ni el blanco es blanco ni el negro es negro, solo conocen
el gris y de los corruptos no les gusta hablar, pues dicen no conocer a ninguno.
Sonrisas por aquí, abrazos por allá, hipocresía general, intereses bastardos, acuerdos
bajo la mesa, y ausencia de valores morales es lo dominante en esas esferas con
raras excepciones. Por la mañana se desconocen y casi se matan, al mediodía
salen abrazados y por la noche van de
copas juntos, para al día siguiente volver a empezar. Y así un día y otro y
otro más. Además presumen que eso es la política. Falso. Lo cierto es que se
trata de una parodia ridícula de la política que practican, algo muy próximo a
una pantomima. Y claro, así nos luce el pelo a todos. Y usted, respetada Yeni,
ni se enteró entonces ni por lo que acaba de ocurrir ahora con Fuerza Popular
parece haberse enterado de que para manejarse en esos ambientes no está
preparada. Usted ha sido educada para trabajar con seriedad, disciplina, orden
y perseverancia como buen profesional que es, a diferencia de aquellos que
carecen de valores y solamente han sido instruidos en aparentar, en la
banalidad, en la superficialidad, en el qué dirán, y en el afán de tener y
medrar en vez de primar la humildad y honestidad.
Y
hago mención a lo recientemente ocurrido con su frustrada permanencia, como ya
era de prever, en las filas de Fuerza Popular. Estaba cantado que su tiempo de
estancia iba a ser menor de lo que dura un dulce en la puerta de un colegio.
Cosa lógica dado las diferencias abismales existentes entre una y otros. No sé
si es consciente de lo bien que le fue al movimiento fujimorista, en la pasada
campaña electoral, que fuera la abanderada de lo que ellos venían careciendo,
imagen de transparencia y honestidad. Y los sapos que tuvo que tragarse con el
obligado cese del Sr. Ramirez y la infantil e encubridora actuación del Sr. Chlimper
sólo lo sabe usted. Pero mire por donde, inesperadamente perdieron las
elecciones, el encanto se rompió, y Vilcatoma sobró. Y sobró por ser una
metiche, una tía limpia, rigurosa y sobre todo
intransigente. Ahí su pecado. A partir de ese momento, se convirtió en una
piedra en el zapato para muchos de los integrantes de la “vieja guardia”, que
quizá siguiendo órdenes superiores empezaron a boicotear todo cuanto decía o
hacía. Entonces es cuando atacan a sus flancos, lados débiles, como son su
intransigencia y su falta de empatía, dos de sus pecados capitales.
Como
una pardilla, cae en el cepo, al meterse de lleno en la madriguera de uno de
los mandamases: Becerril, que ¡oh casualidad!, ha venido a recalar en el puesto
que usted tenía. Con su denuncia ante Ética, posiblemente inducida por miembros
de su mismo grupo parlamentario se inició el principio del fin que vino
después, bochornosa antesala de juicio, al más puro estilo inquisitorial, donde
sin miramiento alguno fue vapuleada, y originó el desenlace final: abandono del
grupo parlamentario.
Los
comentarios suscitados con su salida, son de todo tipo y algunos de ellos nos
muestran el medio en el que se desarrolla la vida parlamentaria. Por ejemplo,
decir que “no podemos contar con ella para no incomodar a Fuerza Popular”,
refleja la superficialidad de quien lo dice, o que “no ha presentado pruebas de
audio o vídeo de sus acusaciones”, es otra salida pueril y desvergonzada.
En
síntesis, tiene que entender, estimada Yeni, que esa flexibilidad en la
negociación de la que carece, así como la ausencia de empatía para cohabitar
con sus colegas son puntos a fortalecer para poder transitar no sólo por la
política sino incluso por la vida. Vida que a sus cortos treinta y ocho años se
presume larga y muy fecunda en su lucha contra los corruptos.
Aplíquese
aquello de “no hay mal que por bien no venga” y felicítese por haber recobrado
su independencia, que nunca debió perder, para seguir trabajando en la lucha
contra la corrupción.
Moraleja:
“Más sabe el diablo por viejo que por diablo”
Así
sea.
El
Vigía
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