Empezaré diciendo que si bien la
huelga es un derecho constitucional y por lo tanto quien la ejerce está dentro
de la ley, también tiene sus limitaciones. Así vemos que según el artículo 28
de la Constitución vigente “Derechos colectivos del trabajador “ el Estado reconoce el derecho de Sindicación, Negociación Colectiva
y derecho a la Huelga, cautelando su ejercicio democrático garantizando la
libertad sindical, fomentando por una parte la negociación colectiva, por otra,
promoviendo formas de solución pacífica
de los conflictos laborales y finalmente regulando el derecho de Huelga para
que se ejerza en armonía con el interés social, señalando sus excepciones y
limitaciones. Esto es lo que dice textualmente la Constitución. Haciendo un
brevísimo y superficial análisis de lo dicho veremos que la cumplimentación por
parte del Estado, representado por su Gobierno, está dejando bastante que
desear en lo que concierne a su aporte a la solución pacífica del conflicto
laboral existente con el Magisterio estatal. Y digo esto, ante la desmedida actuación
del Ministerio del Interior con sus fuerzas del orden en vanguardia, originando
un gran desorden, tumulto, y atropello, rayando en el vandalismo, más propio de
bárbaros que de civilizados, ante unos manifestantes que utilizan pacíficamente
su derecho a la huelga. Si lo que se pretende es evitar el acceso a uno o
varios recintos concretos, rodéense y protéjanse con fuerzas del orden,
acordonándolos, pero no para hostilizar,
provocar y agredir a los manifestantes. Todos podemos dar gracias de que los
maestros son gente de bien, que a las provocaciones con caballería, gases
lacrimógenos, y perdigonazos responden estóica y pacíficamente, tal y como enseñan
a sus alumnos. ¿O no es así? O sea, aporte pacífico del Estado, ninguno. Y en
lo que hace referencia a la negociación colectiva del conflicto, cero absoluto.
¿De qué clase de negociación estamos hablando cuando uno de los interlocutores,
en este caso la Sra. Ministra, ubicada en la enésima planta de su Ministerio se
niega a recibir a los representantes de los maestros, confinados en la primera,
como si de unos indignos apestados se tratara? Convirtiendo a unos diligentes
legisladores en unos correveidile. Y al parecer todo ello provocado por la
actuación de un Ministro del Interior, bastante sombrío que donde dijo digo
ahora dice Diego. Implícita y subliminalmente trató en repetidas ocasiones de
terrorista al dirigente de hecho de los maestros, aduciendo un día sí y otro
también las pruebas apabullantes que iba
a mostrar en el Congreso. Y ¡oh! desencanto, no presentó ninguna, absolutamente
ninguna prueba. Lo de yo creo, me parece, me han dicho, unas fotografías o unos
abrazos no es suficiente en un estado de derecho para excluir, demonizar o
perseguir a alguien. El Sr. Castillo Terrones podrá pensar lo que quiera, pero
lo que determinará su comportamiento será su accionar. No se puede satanizar a
nadie por sus ideas o creencias. Y esa demonización es la que ha originado que
no se haya negociado nada, sino concedido lo ya estipulado anteriormente con
los maestros del Cuzco, representantes de un sindicato advenedizo y esquirol.
En síntesis, un Ministerio del Interior que lanza sospechas, indicios y
opiniones sin pruebas objetivas de comportamientos ilícitos, metiendo miedo a
todos e insistiendo en el invisible peligro latente existente, y además
culpabilizando también subliminalmente al Poder Judicial de lo que pueda
ocurrir. Lo que hace que tal ministro deba ser censurado en su momento. Y por
otra parte un Ministerio de Educación
con una titular, remilgada, escrupulosa y muy distante de sus bases. Aunque
todas las comparaciones son odiosas no puedo resistirme a diferenciar a esas
hermosas maestras entradas en años, dulces pero con amargor, femeninas aunque
duras ante la afrenta, durmiendo en el suelo entre cartones, sufriendo impactos
en cara y cuerpo, manifestándose por las calles y alejadas de su hogar en
defensa de una causa justa, de esa otra señora llamada Marilú que es incapaz de
ponerse ni por un momento en la piel de cualquiera de ellas. Para cerrar lo
concerniente al Gobierno no se puede terminar sin hacer mención a la
desaparición de escena del Primer Ministro, no habido y no hallado, y al
inoportuno accionar del Presidente del Estado, primero en su reunión con
algunos maestros para no aportar solución alguna, mientras la ministra se
hallaba paralizada, y más tarde con un mensaje a la Nación vacío de contenido y
más bien amenazante.
Por otra parte y en lo que a los maestros se refiere
el Artículo 15 de la Constitución, Profesorado,
Carrera Pública al hacer referencia a ellos establece entre otras cosas que
“ el Estado y la sociedad procuran su evaluación, capacitación,
profesionalización y promoción permanentes”. De ahí que la evaluación entendida
como un bien de orientación al crecimiento y desarrollo profesional es
beneficiosa y necesaria para la evolución del docente y de paso del alumno. La
evaluación de desempeño pedagógico debe ser continuada y no esporádica a modo
de examen, aséptica o con la mayor objetividad posible y realizada por
profesionales que conozcan el medio en el que se desarrolla. O sea, evaluar es
harto difícil, muy complejo y de gran responsabilidad. El evaluador debe ser un
profesional de la docencia de alta formación no solo académica sino ética y
moral, pues de su valoración, no siempre independiente, dependerá el resultado
emitido y en el que se pone en juicio la valía de un profesional. La intención
debe ser la de mejorar el desarrollo integral del profesor mediante planes de
acción para orientarle y estimularle en
su crecimiento. Y siempre tiene que
tener acceso a todo el contenido final de su evaluación, para discernir lo
correcto de lo que no lo es. Al parecer, el contenido actual del sílabo así
como la formación del evaluador deja bastante que desear y de ahí la fuerte
desconfianza del docente. Proceso que siempre debe ir precedido por la
capacitación previa del evaluado. En docentes ya mayores y próximos a la
jubilación la evaluación debería ser voluntaria por razones que no escapan a
buenos entendedores. Por otra parte los maestros saben mejor que nadie la necesidad perentoria que tienen sus
alumnos de que ellos retornen a las
clases, y que si no lo han hecho hasta ahora es por la cerrazón de esas
desautorizadas autoridades a las que una evaluación de desempeño punitiva no
les iría nada mal. Por lo pronto, el próximo día 8 le corresponde hacerla a la
bachiller Marilú Martens.
Moraleja: “Una retirada a tiempo siempre es una
victoria”
Así sea.
EL VIGÍA.
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