lunes, 4 de septiembre de 2017

ARTÍCULO: REFLEXIONES SOBRE UNA HUELGA


Empezaré diciendo que si bien la huelga es un derecho constitucional y por lo tanto quien la ejerce está dentro de la ley, también tiene sus limitaciones. Así vemos que según el artículo 28 de la Constitución vigente “Derechos colectivos del  trabajador “ el Estado reconoce el derecho de Sindicación, Negociación Colectiva y derecho a la Huelga, cautelando su ejercicio democrático garantizando la libertad sindical, fomentando por una parte la negociación colectiva, por otra,  promoviendo formas de solución pacífica de los conflictos laborales y finalmente regulando el derecho de Huelga para que se ejerza en armonía con el interés social, señalando sus excepciones y limitaciones. Esto es lo que dice textualmente la Constitución. Haciendo un brevísimo y superficial análisis de lo dicho veremos que la cumplimentación por parte del Estado, representado por su Gobierno, está dejando bastante que desear en lo que concierne a su aporte a la solución pacífica del conflicto laboral existente con el Magisterio estatal. Y digo esto, ante la desmedida actuación del Ministerio del Interior con sus fuerzas del orden en vanguardia, originando un gran desorden, tumulto, y atropello, rayando en el vandalismo, más propio de bárbaros que de civilizados, ante unos manifestantes que utilizan pacíficamente su derecho a la huelga. Si lo que se pretende es evitar el acceso a uno o varios recintos concretos, rodéense y protéjanse con fuerzas del orden, acordonándolos,  pero no para hostilizar, provocar y agredir a los manifestantes. Todos podemos dar gracias de que los maestros son gente de bien, que a las provocaciones con caballería, gases lacrimógenos, y perdigonazos responden estóica y pacíficamente, tal y como enseñan a sus alumnos. ¿O no es así? O sea, aporte pacífico del Estado, ninguno. Y en lo que hace referencia a la negociación colectiva del conflicto, cero absoluto. ¿De qué clase de negociación estamos hablando cuando uno de los interlocutores, en este caso la Sra. Ministra, ubicada en la enésima planta de su Ministerio se niega a recibir a los representantes de los maestros, confinados en la primera, como si de unos indignos apestados se tratara? Convirtiendo a unos diligentes legisladores en unos correveidile. Y al parecer todo ello provocado por la actuación de un Ministro del Interior, bastante sombrío que donde dijo digo ahora dice Diego. Implícita y subliminalmente trató en repetidas ocasiones de terrorista al dirigente de hecho de los maestros, aduciendo un día sí y otro también  las pruebas apabullantes que iba a mostrar en el Congreso. Y ¡oh! desencanto, no presentó ninguna, absolutamente ninguna prueba. Lo de yo creo, me parece, me han dicho, unas fotografías o unos abrazos no es suficiente en un estado de derecho para excluir, demonizar o perseguir a alguien. El Sr. Castillo Terrones podrá pensar lo que quiera, pero lo que determinará su comportamiento será su accionar. No se puede satanizar a nadie por sus ideas o creencias. Y esa demonización es la que ha originado que no se haya negociado nada, sino concedido lo ya estipulado anteriormente con los maestros del Cuzco, representantes de un sindicato advenedizo y esquirol. En síntesis, un Ministerio del Interior que lanza sospechas, indicios y opiniones sin pruebas objetivas de comportamientos ilícitos, metiendo miedo a todos e insistiendo en el invisible peligro latente existente, y además culpabilizando también subliminalmente al Poder Judicial de lo que pueda ocurrir. Lo que hace que tal ministro deba ser censurado en su momento. Y por otra parte  un Ministerio de Educación con una titular, remilgada, escrupulosa y muy distante de sus bases. Aunque todas las comparaciones son odiosas no puedo resistirme a diferenciar a esas hermosas maestras entradas en años, dulces pero con amargor, femeninas aunque duras ante la afrenta, durmiendo en el suelo entre cartones, sufriendo impactos en cara y cuerpo, manifestándose por las calles y alejadas de su hogar en defensa de una causa justa, de esa otra señora llamada Marilú que es incapaz de ponerse ni por un momento en la piel de cualquiera de ellas. Para cerrar lo concerniente al Gobierno no se puede terminar sin hacer mención a la desaparición de escena del Primer Ministro, no habido y no hallado, y al inoportuno accionar del Presidente del Estado, primero en su reunión con algunos maestros para no aportar solución alguna, mientras la ministra se hallaba paralizada, y más tarde con un mensaje a la Nación vacío de contenido y más bien amenazante.
Por otra parte y en lo que a los maestros se refiere el Artículo 15 de la Constitución, Profesorado, Carrera Pública al hacer referencia a ellos establece entre otras cosas que “ el Estado y la sociedad procuran su evaluación, capacitación, profesionalización y promoción permanentes”. De ahí que la evaluación entendida como un bien de orientación al crecimiento y desarrollo profesional es beneficiosa y necesaria para la evolución del docente y de paso del alumno. La evaluación de desempeño pedagógico debe ser continuada y no esporádica a modo de examen, aséptica o con la mayor objetividad posible y realizada por profesionales que conozcan el medio en el que se desarrolla. O sea, evaluar es harto difícil, muy complejo y de gran responsabilidad. El evaluador debe ser un profesional de la docencia de alta formación no solo académica sino ética y moral, pues de su valoración, no siempre independiente, dependerá el resultado emitido y en el que se pone en juicio la valía de un profesional. La intención debe ser la de mejorar el desarrollo integral del profesor mediante planes de acción para orientarle  y estimularle en su  crecimiento. Y siempre tiene que tener acceso a todo el contenido final de su evaluación, para discernir lo correcto de lo que no lo es. Al parecer, el contenido actual del sílabo así como la formación del evaluador deja bastante que desear y de ahí la fuerte desconfianza del docente. Proceso que siempre debe ir precedido por la capacitación previa del evaluado. En docentes ya mayores y próximos a la jubilación la evaluación debería ser voluntaria por razones que no escapan a buenos entendedores. Por otra parte los maestros saben mejor que nadie  la necesidad perentoria que tienen sus alumnos de que ellos retornen  a las clases, y que si no lo han hecho hasta ahora es por la cerrazón de esas desautorizadas autoridades a las que una evaluación de desempeño punitiva no les iría nada mal. Por lo pronto, el próximo día 8 le corresponde hacerla a la bachiller Marilú Martens.
Moraleja: “Una retirada a tiempo siempre es una victoria”
Así sea.

EL VIGÍA.

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