miércoles, 8 de mayo de 2013

ARTÍCULO: EL DÍA DE LA MADRE





La celebración del DÍA DE LA MADRE, es a mi modesto entender el más entrañable de cuantos se conmemoran a lo largo del año. En todas las civilizaciones se ha rendido homenaje a quien nos trajo al mundo, tras nueve largos y pesados meses de llevarnos en sus entrañas, con sus ilusiones y mejores deseos para el que viene en camino y que no siempre llega con “el pan debajo del brazo”. Nuestros respetos a Quillamama la Madre Luna, a Pachamama la Madre Tierra y a María Madre de Jesús. Y por supuesto, mi más efusiva felicitación a todas aquellas mujeres que han tenido la dicha, reservada únicamente a ellas, de traer hijos al mundo.    
Como es un día muy importante para cualquier madre, me he tomado la licencia de escribirle una carta a la mía para que vea que no me he olvidado de ella.
                           
                                          CARTA A MI MADRE

Querida madre:

Sé que cuando leas estas líneas desde allá arriba sonreirás y dirás:” Mis hijos se acuerda de mi”. ¿Cómo no vamos a recordarte, madre nuestra, si tú has sido todo para nosotros?
 Yo te sigo llevando muy dentro y tu recuerdo es algo mucho más que eso, pues has sido, eres y serás mi vida, que me la diste al nacer; me mimaste y cuidaste como tú sólo sabias hacerlo en mi niñez; me orientaste y guiaste con tus consejos en mi juventud y ya de adulto te brillaban los ojos de felicidad y alegría cuando te visitaba.

Al poco de nacer tuviste que soportar avergonzada, mis lloros continuos y exasperantes, hasta el extremo de tener que aguantar también los gritos y protestas de los vecinos, en aquellas noches de verano intensamente calurosas en las que se intentaba dormir y descansar con las ventanas y balcones abiertos de par en par. “¡¡Señora, ése niño, que se calle!! ¡¡ Todas las noches igual!! ¡¡Ya vale, ya está bien!!”
   
En mi primera infancia tus desvelos y protección fueron constantes. ¿Te acuerdas cuando tuviste que llamar al orden a Cesar, el “matoncillo” de turno que me tenía amargado en la escuela primaria? Yo lo recuerdo con alivio.

Más tarde, ya jovenzuelo tu buena y acertada reprimenda, diciéndoselo también a mi padre, cuando te enteraste que mi primera “novia” Dorita (teníamos trece años), hija de estanquero, me regalaba cigarrillos que me fumaba en el patio del colegio.

Posteriormente, en mis años estudiantiles, me alentaste y apoyaste como nadie lo hizo al mismo tiempo que afloraba la grave enfermedad crónica de papá que hizo de ti su esclava enfermera. Lo sobrellevaste con mucha entereza y fuerza hasta el fin de sus días, tanta que no sé de donde la sacabas para llegar a todo tu solita: atender al enfermo, cuidar a tus cinco hijos, la casa, la compra, la cocina, etc. etc. y por si esto fuera poco, irte al “Refugio” a cocinar, atender y servir gratuitamente a los necesitados de la ciudad. Impresionante lo tuyo mamita del alma. A esos años aprendí con tu ejemplo, lo que es la abnegación, el sentido del deber y la solidaridad con el prójimo, virtudes y valores que derramaste por doquier y marcaron mi existencia. Te sigo queriendo muchísimo mamita Pilarín. Sonríe, pues estoy hablándote a ti mi amor. 

Ya viuda, muy joven, rehiciste tu vida con las manualidades de esmaltes, cuadros y figuras decorativas que conservamos todos tus hijos. Yo las guardo con mucho cariño, afecto y devoción pues al contemplarlas te veo a ti mamita, sentadita con tu delantal y tus útiles manipulando pinceles, pinturas, espátulas, escayolas, láminas y marcos para hacer auténticas obras de arte. Joyas.
Siempre supiste sobrellevar sin mención alguna, la frialdad y el desapego de quien por proximidad a mí y a ti, te debía al menos algo de afecto. Nunca me mencionaste, por prudencia, las “recomendaciones” que te hacía otra señora sobre la posible descendencia que debería tener con su hija, mi primera esposa.
Imborrable, la advertencia que me hiciste sobre el trato que debería darle a la que entonces era mi novia y hoy es mi mujer: “Como me entere, hijo mío , que a esta chica que es muy jovencita no la tratas bien , y no la respetas como se debe y merece, me enfadaré seriamente contigo. ¡Que no me entere yo!. ¡Te lo digo muy en serio!”. Así fue como madre y esposa iniciasteis una relación de amistad  que más tarde se convirtió en mutuo y profundo cariño.

Posteriormente, fuimos saliendo de casa y te quedaste solita y, siempre recibías con alborozo, satisfacción y muchísima alegría la llegada de alguno de tus hijos.
A  mí, que soy el mayor, siempre me tuviste como el centro de tus ojos y cuando me recibías decías:” ¡¡Pero qué guapo eres hijo!!” al mismo tiempo que me abrazabas. Era clarísimo tu amor desmedido por todos nosotros.
Hasta muy mayor, continuaste siendo una mujer hermosa, rubia, con un llamativo lunar en la mejilla y guapa, muy guapa, que nunca te abandonaste como persona y que siempre durante toda tu vida estuviste en disposición de arreglarte lo más posible para estar presentable y producir buena impresión. Seguro que continúas siendo muy coqueta.

Al final de tus días aquí, te fuiste mamita, poquito a poco, sabiéndolo, y también que estábamos todos contigo, a tu lado. Y así continuamos.
Hasta luego Pilarín. Un beso, madre.
El mayor.

Hasta aquí la carta a mi madre.
 Les invito amigos a que en esta celebración homenajeen a la suya. Si está aquí, aprovéchenlo, haciéndole presente con sus palabras, llamada telefónica, visita o acariciando simplemente su mano, su amor por ella y si es que ya se ha ido, dedicándole unos minutos de recuerdo a tantas y tantas vivencias hermosas que les proporcionó durante su presencia, en la seguridad de que allí donde esté, sus ojos brillarán con intensidad al saber que la siguen queriendo.

Moraleja: Madre no hay más que una y, torpe y desagradecido es quien no la disfruta.
Así sea.
EL VIGÍA.                 

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