sábado, 18 de mayo de 2013

ARTIÍCULO: EL DOCENTE.


                                                                                        
 Había una vez, hace muchos años, en un país muy lejano una familia en la que la madre se ocupaba de la crianza de sus numerosos hijos al mismo tiempo que el padre acudía todos los días a su trabajo fijo y estable, pues era hombre de carrera, que realizaba con vocación, devoción y sacrificio.
Aunque parezca el inicio de un cuento, les estoy narrando una realidad como tantas otras que acontecen a nuestro alrededor cotidianamente.
Continúo. Como el sueldo puntual que percibía aquel señor en su trabajo era más bien escaso para mantener a tan larga familia, tuvo que pluriemplearse y lo hacía como administrador de fincas, también de una fábrica de aceites, de una mina de carbón, como secretario de la sociedad de Agricultores y Ganaderos, como Delegado de la Sociedad General de Autores y posiblemente en alguna cosa más. Todo ello a la vez. El caso es que aquel hombre, o mejor dicho superhombre trabajaba diez, doce, y hasta catorce horas diarias,  para sacar adelante su casa. Así, salía a las siete de la mañana y volvía a su casa en el mejor de los casos a las siete de la tarde cuando lo normal eran las nueve de la noche.
Les estoy hablando de alguien al que conocí durante mis primeros años de vida pues fue mi primer MAESTRO. Desde entonces su imagen quedó grabada en mi mente como la de un hombre, perdón, superhombre que a pesar del maltrato económico y social que le proporcionaba quien le pagaba,  con su puntualidad, asiduidad y dedicación a su profesión fue un ejemplo para mí no sólo en los aspectos formativos sino también en otros como la entereza,  fuerza y hombría con la que tuvo que luchar para sacar adelante por dignidad propia, a su familia. Admirable, esa es la palabra que se merece aquel MAESTRO. Admirable.
Han pasado bastantes años y ahora en aquel país tan lejano las cosas han cambiado; las familias ya no tienen tantos hijos y entre otras muchas cosas los MAESTROS/AS ya no tienen que pluriemplearse pues aunque a nadie le sobra, tampoco le falta  y su rol social ha cambiado hasta el extremo de que aquello de “pasas más hambre que un maestro de escuela” pasó a la historia. Allí ya no tienen que ser superhombres sino simplemente hombres o mujeres, que ya es suficiente.
Aquí, en mi querido Perú, actualmente las cosas no pintan así. Parece un calco de lo anteriormente narrado.
No voy a referirme a la labor pedagógica y formativa de los Docentes peruanos pues no soy quien, sino a su rol social, a su implementación en la sociedad actual como partícipes de ella, a la consideración y respeto que merecen y al endeudamiento que todos tenemos con ellos. Sí, somos deudores del cariño, afecto y consideración que en muchos casos no hemos sido capaces de transmitirles ante su abnegada labor; deberíamos ser  conscientes del daño irreparable que produce en su fama y por lo tanto en su imagen, nuestra actitud ante su figura cuando hacemos esa crítica fácil y sin conocimiento suficiente sobre su actuación. Repito que nosotros, los padres de familia, hombres de la calle, somos responsables, aunque no los únicos, ni principales de que esa figura del MAESTRO/A  esté deteriorada, maltrecha y desgastada como ocurre en este país.
Los máximos responsables son aquellos organismos públicos en cuyas manos han estado y siguen estando los medios tanto cuantitativos como cualitativos para no haber originado ese desgaste. Ellos son los máximos responsables con su ceguera, de la situación social y económica en la que malviven esos superhombres y esas supermujeres .
¿Pero todavía no se han enterado, responsables políticos, que el futuro del Perú, depende en gran medida de esos MAESTROS/AS, con mayúsculas a los que hay que tratar con atención, mimo y cariño por parte de los poderes del Estado?
¿A que están esperando? Su oportunismo con el “parche” que ahora presentan utilizando las sutilezas semánticas de escalas por niveles, lo convierten en una auténtica carrera de obstáculos y hace que parte de la gente de la calle, los menos que son los más brutos, piensen que no se lo merecen (¡para lo que trabajan!) o por el contrario, la mayoría, los normales e inteligentes, que ustedes están ahí para medrar y llevarse a final de mes unos honorarios que multiplican por 2, 3, 4 o no sé cuanto los 5,390 quiméricos o inalcanzables propuestos.
 ¿O es que piensan que ellos y sus familias pasan del aire? No, tienen su corazoncito, su higadito y hasta su estomaguito, y también algún hijito.
¿Acaso creen que con tanto ”nivel” en la escala arreglan algo? Han puesto hasta ocho, y digo yo, ¿por qué no ponen diez que es número más redondo o doce que así será la docenita? Parecen inspirados en el programa infantil de TV “Veloz Mente” de  Discóvery Kids por cierto, excelente. No se lo pierdan.
 No se trata de implantar “niveles” o “escalas”, señores se trata de dignificar y formar a los profesionales. Ustedes dan la sensación de que han confundido los roles. Siguen utilizando el palo y la zanahoria. Recuerden que los docentes, ya no son niños ni jovencitos, que son adultos y son profesionales. Que la formación continua es otra cosa. Que de ésta manera que ustedes proponen van a incrementar el escarnio del docente: “Mi maestra es del nivel VI y la tuya sólo del II”, “Maestro, dice mi papá que usted tiene que estudiar más para pasar de nivel pues ya ha repetido dos veces y a la tercera se va a ir a la calle”. Bochornoso.
¿Cómo es posible que la Directora Regional de Educación de Piura
se permita hacer unas declaraciones en los medios de comunicación tachando de “incapaces” a los Directores de los Centros de Educación de su zona en vez de defenderlos o al menos callarse prudentemente que hubiera quedado más guapa?
¿Cómo es posible que las fuerzas del orden incumplan su sagrado deber de proteger a los ciudadanos y por el contrario carguen militarmente con el uso de gases lacrimógenos contra unos pacíficos e indefensos MAESTROS/AS manifestantes, como ocurrió y fui testigo casual en la Avda. José Pardo de Chimbote?
¿Cómo es posible que los Entes Locales y Regionales no actúen en el ensalzamiento, cuidado y mejora de la imagen de sus docentes y por el contrario se dediquen al culto a la persona o dirigente de turno? No basta con entregar guitarras, material didáctico y mucha publicidad de sus quehaceres diarios con fotos y vídeos, hace falta bastante más.
¿En qué cabeza normal cabe proponer el cese oportunista y sin planificar de un plumazo, y mandar se vayan a su casa con la excusa de “jubilar” de la noche a la mañana a 8.000 maestros? ¿Cuál es la indemnización por ese cese improcedente? ¿Será pensión de jubilación o será una mísera limosna como compensación a su dedicación durante años “tapando” un problema de Estado?
Y la última pregunta, sin acritud ninguna. ¿Ha olvidado Dña. Emma Patricia Sala que su gente de base además de decente, paciente, competente e inteligente, es docente y que no tienen que reconciliarse con la sociedad sino más bien al contrario? Lo parece. Lo que no parece es que sea socióloga. Es la sociedad, respetada señora, y esto tiene que quedar muy claro, con su ministerio el primero, quienes tienen que reconciliarse con ellos, con los docentes.
Como verán queridos lectores, no he mencionado ni una sola vez, por dignidad, la palabra mágica: DINERO. Si quieren, los que pueden, deben arreglarlo, pero de otra manera. Sólo  hace falta voluntad.
Me siento francamente mal ante tanta incomprensión y falta de sensibilidad de quienes hacen lo mismo que se hizo hace cincuenta años con mi primer MAESTRO, el del principio de la narración. ¿Quieren que les confiese por qué me siento tan mal? Pues sencillamente: porque aquel hombre era mi padre.
Moraleja: Dignificar la docencia es de conciencia.
Así sea.
EL VIGÍA            

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