jueves, 16 de enero de 2014

ARTÍCULO: VACACIONES Y EMOCIONES.

                                 VACACIONES Y EMOCIONES

“Por fin llegaron, ya están aquí, ya era hora, hacía días que estaba esperándolas ”. Con estas palabras recibía jubilosamente mi hija que cursa estudios de secundaria la llegada de las vacaciones. En cambio su hermano, bastante más pequeño, pues sólo tiene cinco años, y ya lleva tres en el colegio, al segundo día de vacaciones me decía: “Oye papá, si no hay cole, como voy a ver a mis amiguitos y jugar con Carlitos, Matías, André, Franchesca, Mei, Pátric, Nagib, Sergio y Elio?, yo quiero volver al cole”.
Ahí tenemos una clara y diferenciada forma de entender el trabajo o estudio y las vacaciones o el ocio. Deberíamos analizar detenidamente el por qué de esa actitud tan antagónica en dos seres que no son más que la representación de miles y miles de niños, jóvenes, y no tan jóvenes, adultos e incluso maduritos que manifiestan sentimientos encontrados.
Y es que hacer algo, sea estudio, trabajo o actividad, a la edad que sea, sin motivación o emoción se convierte en algo monótono y pesado que es costoso de sobrellevar. La rutina diaria sin una elevada motivación es difícil de mantener por lo que es importantísimo que nuestras actividades se vean acompañadas de emociones que motiven y sin las que es dificilísimo trabajar, estudiar o aprender.
Una capacidad que tiene nuestro cerebro es la de recordar o aprender aquello que nos emociona y lo que no nos emociona lo olvidamos. Veamos un ejemplo: Todos recordamos perfectamente que estábamos haciendo cuando nos enteramos de la catástrofe de las Torres Gemelas, pero no de lo que comimos ese día. O sea, recordamos perfectamente aquello que nos ha emocionado pero no lo accesorio o lo que no nos emociona. Si damos emoción a lo que aprendemos seremos capaces de recordarlo con más facilidad. Así pues, si queremos que nuestros pequeños, y los no tan pequeños aprendan de verdad hemos de intentar dar emoción a aquello que queremos que aprendan.
Para mi pequeño de cinco años acudir al cole todos los días, uno tras otro, sin perderse uno, es una auténtica delicia de la que hay que dar las gracias al plantel docente que tan sabiamente le están conduciendo. Y me consta que no es sólo mi hijo sino que son prácticamente todos. Todos. Y tengan en cuenta que trabajan, si, trabajan y mucho, ya lo creo. Este mocoso, nos saca a todos de la cama a las seis de la mañana y nos urge a prepararnos para llevarlo al colegio pues vamos a llegar tarde. Su entrada al cole, es diariamente triunfal, con ganas de estar con sus compañeros, ilusión por aprender cosas nuevas, y todo esto provocado por las emociones gratificantes que le hacen sentir y vivir quienes le están formando. Ustedes, papá y mamá, tienen un rol importantísimo en el desarrollo de sus hijos. Proporcionarles cariño y afecto es lo más normal del mundo, pero debemos enseñar a nuestros hijos que aprendan a imaginarse cosas o situaciones nuevas y sentir emoción, lo que les hará aprender a tomar decisiones. La gente que no tiene capacidad imaginativa suele ser gente que tiene dificultad en la toma de decisiones pues le cuesta mucho y tiende a equivocarse muy frecuentemente.
Por otra parte también es importante resaltar que las emociones influyen poderosamente en nuestra escala de valores. Las emociones controlan a veces nuestros valores morales y éticos en contra de la razón. Veamos el siguiente ejemplo: En un campo de concentración se organiza una fuga de presos en un camión. Han de hacerlo en silencio para no ser descubiertos pero les acompaña un bebé que de pronto empieza a llorar; la razón dice que si le tapan la boca al pequeño lo ahogarán y no los descubrirán; la emoción por el contrario dice que no podemos matar al niño ya que sacrificaríamos un niño por x personas adultas para que finalmente pudiéramos morir todos.
En síntesis, el sistema de valores es inducido por la educación recibida de nuestros educadores que somos prioritariamente nosotros, los papás. Así pues, la educación es el medio por el que se modifica el sistema de valores ya que es la única forma o manera de cambiar el cerebro. Es a través de las emociones como se hace la escala de valores. Gracias a ellas, a las  emociones, construimos los valores que tenemos en nuestro comportamiento. También hay que saber que las emociones son difíciles de cambiar y que no pueden cambiarse con la utilización de la razón sino con otra emoción.
Este amplio y en este caso resumido campo de las emociones juega un papel importante lo que se denomina Inteligencia Emocional que es simplemente la combinación de nuestros sentimientos, pensamientos y comportamientos. Quien tiene Inteligencia Emocional también tiene Inteligencia Social que consiste en relacionarse fácilmente con sus semejantes y que sin Inteligencia Emocional no hay Inteligencia Social.
La Inteligencia Emocional ayuda a vivir mejor y quienes la tienen disfrutan de mayor bienestar. Y ese bienestar no es otra cosa que el equilibrio entre lo que te pides a ti mismo y lo que realmente puedes hacer.
La Inteligencia Emocional se aprende con la práctica y para ello hay que empezar conociendo las emociones propias y más tarde las de los demás.
A pesar de su corta edad, mi pequeño hace amigos y amigas por todos lados, lo que indica que tiene una Inteligencia Social muy desarrollada y nos da lecciones a todos, a mi el primero. Que si he aprendido algo de todo esto es gracias a él y a las conferencias magistrales del español Dr. Ignacio Morgado que certifica cuanto digo en este artículo.
Aprovechando Pedro sus vacaciones, se ha reunido con sus amigos y compañeros de colegio a practicar futbol y natación. Tenían que haberles visto lo felices y contentos que estaban al volver a verse después de un par de semanas de alejamiento. Los abrazos y la felicidad brotaban por doquier.
Así que tomemos buena nota, del ejemplo de nuestros pequeños hijos, nosotros los adultos que tantos y tantos problemas nos buscamos nosotros solitos por falta de introspección de nuestras capacidades  y análisis de lo que realmente podemos hacer.
A nadie se le debe pedir más de lo que humanamente puede hacer y mucho menos a los niños. Por lo tanto, mucho cuidadín con los deberes extraescolares, que a juicio de los expertos no deberían existir. Y ahora, todos, niños, jóvenes y adultos cultivemos nuestras emociones con unas buenas vacaciones y un descanso relajante, consistente simplemente en cambiar por unos días la actividad diaria. Recarguemos nuestras baterías con numerosas y motivadoras emociones.
Moraleja: “Planta tus emociones motivadoras, riégalas diariamente con valores, cultívalas con esmero y recogerás una excelente cosecha de amigos”
Así sea.

EL VIGÍA.  

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