martes, 18 de noviembre de 2014

ARTICULO: LA CIRCULACIÓN VIARIA.


En nuestra vida de relación social existen una serie de normas o códigos de conducta que la hacen más llevadera y a las cuales hay que atenerse si somos consecuentes con nuestros deberes ciudadanos. Así tenemos el código de familia y dentro de este, el del padre, madre o hijos que nos afectan según el rol que nos toque realizar para un buen desempeño familiar. El código laboral, que marca las pautas a seguir por empresario y trabajadores para una mejor relación en el trabajo. El código deportivo, para saber las normas a cumplimentar para un mejor desarrollo de la competencia deportiva. El código del honor, que afecta al buen nombre de las personas. Y así sucesivamente en cada una de las facetas de nuestras vidas. Pero hay un aspecto de nuestra vida de relación moderna que por supuesto también tiene su código de actuación, aunque parece que su letra es ilegible, o lo que es lo mismo apenas se cumple o respeta. Me estoy refiriendo al código de circulación viaria, con la consiguiente problemática que afecta a sus actores principales que son conductores, vehículos, vías, peatones y autoridades competentes.
En la vida moderna el  vehículo sea de dos, tres, cuatro o más ruedas se ha impuesto como vehículo de transporte bien sea como forma lúdica o laboral. Y para su correcto desarrollo existen unas normas que no son otras  que las de la circulación. El Código de la Circulación. Por lo que se ve es uno de los códigos más incumplidos o ignorados por quienes están obligados a su cumplimentación o seguimiento. Reitero que incumplido porque así se observa en el día a día, y también digo ignorado por la falta de conocimiento o ignorancia de que hacen gala tanto conductores como peatones. Estos últimos no tienen conocimiento alguno del rol que desempeñan en la circulación, pues no han recibido formación alguna en la etapa más propicia para ello, la escolar. Y en lo que se refiere a los conductores, a los que habría que exigir bastante más que a los peatones, su desconocimiento es grande y alarmante. La anarquía reinante en las acciones de los profesionales o no del volante es elevadísima tanto en su número como en sus infracciones. Su actuación en la conducción del vehículo es francamente deplorable a cambio de una gran habilidad con el volante. Algo tan elemental como mantener el carril propio es prácticamente desconocido e invadir el de la derecha o izquierda sin previo aviso de señalización es harto normal. El que primero mete el morro de su coche pasa. Y ya no digamos adelantamientos, frenazos, aceleraciones, paros, giros y señalización. Todas y cada una de las maniobras antes mencionadas tienen sus propios códigos que son olímpicamente incumplidos por la mayoría de conductores. Y ese incumplimiento es debido a la falta de formación. ¿Cuántos conductores saben que las luces de niebla solo se deben encendedor, siempre acompañadas de las de cruce en caso de condiciones atmosféricas adversas y por lo tanto de escasa visibilidad? En los otros casos está terminantemente prohibida su utilización. Siempre hay que ceder el paso  a quién aparezca por tu derecha. No se puede invadir una vía principal sin antes verificar que no se va a entorpecer la circulación de otros vehículos que ya lo hacen por ella. Que para economizar carburante hay que utilizar las marchas largas, que los peatones tienen absoluta preferencia en un paso de peatones sea cual sea la luz encendida del semáforo y así podría ponerse un montón más de ejemplos. El problema no son las normas o códigos sino como decía antes, su incumplimiento. Incumplimiento en la mayoría de los casos originado por desconocimiento del usuario.
Y es que los brevetes son eso, brevísimos documentos,  por no decir regalos, que habilitan legalmente para conducir. Brevetes que deberían sonrojar y abochornar en muchos casos a quienes los expiden. No es aceptable bajo ningún concepto que se “facilite” la adquisición de un Brevete a quién no demuestre tener un mínimo conocimiento de las normas del Código de la Circulación y además acredite fehacientemente que puede conducir sin riesgo para él y los demás un vehículo por la vía pública. Los brevetes se continúan expidiendo como churros, con todos mis respetos a los que cocinan las churreras de la Av. Pardo, que esos si son buenos de verdad. Estamos hablando de una responsabilidad  cívica, ciudadana y social elevadísima por las consecuencias que acarrea su indebida adjudicación.
Otro aspecto de la circulación viaria hace referencia a las vías o lugares de tránsito. Su estado y señalización corresponde a la responsabilidad del Concejo de turno. El estado de pavimento, la señalización, rompe muelles normalizados y debidamente señalizados, objetos depositados indebidamente en la vía, cadenas de cierre de calles, estacionamientos indebidos o inadecuados que impiden o al menos dificultan el paso a terceros, todo ello es responsabilidad del Municipio. Cualquier accidente o incidente originado por cualquiera de los hechos referenciados es responsable civil subsidiario el Ayuntamiento correspondiente, contra el cual deben tomarse las medidas legales pertinentes.
En cuanto a la autoridad competente, actualmente corresponde a la Policía Nacional del Perú de Tránsito cuya trayectoria no es precisamente “vitoreada” sino más bien censurada o al menos bastante dudosa. Empiezan a levantarse voces, bastante autorizadas, que reclaman se imponga lo que hace ya años viene haciéndose en muchas ciudades del mundo, que no es otra cosa que mientras en los Municipios la circulación o tránsito es responsabilidad de los Ayuntamientos mediante los controles de sus inspectores o policías propios, en las carreteras corresponde a la Policía Nacional de Tránsito. Estos Ayuntamientos responsables del correcto estado de las vías urbanas lo son también de su aprovechamiento y para ello utilizan a sus propios hombres que controlan y supervisan la correcta circulación, aplicando los correctivos disuasorios correspondientes, tales como: Grúa Municipal, cepos inmovilizadores, denuncias y sanciones.
Y así evitaríamos por ejemplo que la hermosa Avenida Industrial de nuestra ciudad, que es la vía rápida por excelencia y de tres carriles en cada sentido de la marcha, se haya convertido en la más infrautilizada pues además de lugar de prácticas de aprendices de conductor y hacinamiento  de taxis en plena vía a hora punta ante la entrada de SIDER Perú, se ha convertido en el “meódromo” de la ciudad. Y no crean ustedes que es un problema de próstata de los conductores, no, es algo mucho más sencillo, es un problema de civismo y educación.

Moraleja: Los pasos de cebra hay que respetar para que los peatones puedan pasar.

Así sea.

EL VIGÍA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario