viernes, 28 de noviembre de 2014

ARTÍCULO: RODOLFITO Y SUS AMIGOS.


Todo lo a continuación narrado pertenece como fácilmente se verá al mundo de la ficción.
-“Rodolfiiiiiito, ¿dooonde estás?”. Esta es la frase que continuamente se oía en toda la geografía patria. Día tras día, se pedía a gritos sin resultado, su aparición.”Rodolfiiiiito, ¿dooonde estás?. En alguna ocasión se oía una voz muy lejana que parecía decir: “Estoy aquí”. Y digo parecía, pues sólo se oía nítidamente la primera mitad de la frase: “Estoy……..”, y es que Rodolfito había desaparecido, se había evaporado sin dejar rastro alguno. Y todo el país clamaba ante su ausencia sin saber dónde ubicarlo.  
Rodolfito, ya en su más tierna infancia había dado señales de tener una inclinación innata hacia el mundo de lo ajeno. Así cuando fue escolarizado en el colegio privado ”Mundo Fácil”, ya en la enseñanza Inicial, dio muestras fehacientes de su proclividad a adueñarse de las cosas o útiles de sus compañeritos. Como ejemplo diré que en un santiamén dejó sin canicas, tajadores, colores, borradores y lapiceros a sus colegas de clase. Y todo esto a los cuatro añitos. Rodolfito continuó afianzando sus inclinaciones y en primaria llegó a dejar sin balón y equipamiento deportivo a sus compañeros de tercer año. En secundaria incluso los despojó de campo de deportes. Nadie sabía cómo lo conseguía.  Y es que había empezado a contar con muchos amiguitos pituquitos, muy influyentes que apoyaban sus gustos. Amiguitos que gozaban de bastante beneplácito de sus papás. Y así fue como creció el bueno de Rodolfito, sin mucho apego a los deportes lo que le hizo ir cogiendo peso corporal y desarrollando sus curvas anatómicas, por lo que entre sus más allegados respondía al apodo de “Gordo”.  A la hora de realizar estudios universitarios lo pensó profunda y detenidamente y decidió optar por el mundo del Derecho aunque sus antecedentes académicos eran bastante torcidos. Y así fue como se convirtió en un letrado con una franca y lógica inclinación hacia las letras de cambio y las cartas fianza, estas últimas su auténtica debilidad. Ahí aprendió mucho, muchísimo, tanto que una vez graduado llego a convertirse en el tesorero del Colegio de Abogados, cargo de altísima responsabilidad y que sin duda contó con la confianza de la junta directiva. Su especialidad fueron los desahucios fraudulentos tales como: Camales, fincas, edificios, fundos y sus famosas cartas fianzas. Sus amistades fueron creciendo y abarcando todos los ámbitos sociales: Congresistas, fiscales, jueces, abogados, notarios, registradores de la propiedad, policías, militares y en fin, lo más selecto de la distinguida clase dirigente dio su beneplácito al bueno de Rodolfito.
Habían pasado ya más de tres meses desde su desaparición forzada por una inadecuada, según él, petición de un juez, cuando sus amigos de correrías empezaron a inquietarse: “Ricitos Plateados”, anteriormente también desaparecido, ahora andaba pelado y sin bigote al aparecer de nuevo, y puesto a la “sombra” por prescripción facultativa;  “El Bela” auténtico maestro de las relaciones públicas en las altas esferas, andaba brujuleando, sin duda perdido y desorientado ante la desaparición de su amigo Rodolfito, al que decidió imitarle y hoy es el día que tampoco se sabe, al parecer, donde se encuentra; otros dos amigos “ La Bestia” y el “Desenrrollado”, camaradas de correrías, también actualmente a la “sombra”, añoraban su presencia y recordaban sus pasados días de gloria. Y hasta “El Beni”, antiguo amigo de los anteriores, terror de los fiscales probos, y socio en una ONG fundada con Rodolfito para perseguir, paradojas de la vida, el narcotráfico, se mostraba muy preocupado por lo que pudiera pasarle. Me refiero a lo que pudiera pasarle a su antiguo amigo Rodolfito, y ya no ponía las manos en el fuego por nadie, ni siquiera por sí mismo.
Y, Rodolfito seguía sin dar señales de vida. Se movilizaron todas las fuerzas vivas de la democracia, y nada. Y así estábamos cuando de pronto su tía que vivía en EEUU, decidió intervenir. Su tía, que se llama DEA, se puso en movimiento y en un santiamén localizó a Rodolfito. La tía DEA que tiene un oído muy fino interpretó los gritos de auxilio de Rodolfito. Donde nosotros creíamos oír “Aquí” en realidad era “Cali”. Se hallaba en la hermosa, al igual que la nuestra, ciudad de Cali (Colombia), conocida por su anárquico tráfico, igual que aquí, y por lo tanto podría ser la capital del narcotráfico, como la nuestra. Todo circunstancialmente equiparable.
La tía DEA hizo las gestiones, sin pérdida de tiempo se fue en su búsqueda y a las seis y diez de la mañana de un jueves fue despertado en pleno sueño. Todavía adormilado, con los ojos irritados por el inoportuno despertar, y en paños menores que dejaban entrever sus adelgazadas extremidades fue saliendo poco a poco del sopor por una parte y la incredulidad de lo que estaba viendo por otra. Miembros de la policía colombiana le indicaron que se hallaba irregularmente en territorio colombiano y que debía ser devuelto a su lugar de origen, Perú. Rodolfito arguyó que él era un abogado inocente que combatía a los políticos corruptos y que por ello sufría una persecución política. “Lo que usted diga señor” le contestaron.  Mientras esto ocurría en Colombia, nuestro Presidente que se hallaba de viaje internacional, informaba en primicia a todo el país de la buena nueva. Y lo hacía nada menos que el Presidente de la Nación. ¡Ahí es nada!
 Al mismo tiempo nuestro inefable Presidente de la Fiscalía, haciendo gala de sus conocimientos dilatorios, proponía iniciar los largos trámites de Extradición de Rodolfito, en vez de los expeditivos de Expulsión. Menos mal que no se le hizo caso, pues si se le llega a hacer, Rodolfito no vuelve al Perú en larguísimo tiempo.  
Mientras tanto nuestro Ministro del Interior, como era de suponer, se atribuyó el éxito de la localización y decidió convertirse por unas horas en Ministro de Relaciones Exteriores al ir personalmente a Colombia para acompañar en su regreso a casa a Rodolfito. Bueno, no exactamente a casa sino a la “sombra” para hacer compañía a sus colegas de “travesuras”. Ya nadie podría llamarle “Gordo” pues había aprovechado esos tres meses de desaparición para realizar una cura de adelgazamiento, cuyos efectos saltaban a la vista. Vestía tres o cuatro tallas menos.
Sin duda los más felices y satisfechos con la localización del travieso Rodolfito fueron la gran cantidad de afectados por sus turbios manejos al hacer uso fraudulento de la Ley, que se habían visto despojados de sus bienes y esperaban ansiosamente recuperarlos.
Y los que no parecieron tan felices con la vuelta de Rodolfito, fueron los integrantes de aquella larga lista de “amigos” nombrados anteriormente: Congresistas, jueces, fiscales, abogados, notarios, registradores de la propiedad, etc etc.¿Por qué sería? El tiempo lo dirá.
Moraleja:” Quien a mal árbol se arrima mala sombra le cobija”
Así sea.

EL VIGÍA.

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