Los
hechos ficticios aquí narrados se inician en la capital de la República de un
país imaginario.
-¡Hola
buenos días! ¿Es aquí el Ministerio de Justicia?
-Sí
señor. ¿Qué se le ofrece?
-No,
ahora no ofrezco nada. Los bingos los promociono gratis los domingos por los
pueblos.
-Entonces
¿Qué desea?
-Soy
un humilde agricultor andino y quería saber si ya estoy rehabilitado de un
“resbalón” que sufrí en el 2008.
-Déjeme
su DNI y espere un momento. Al cabo de unas horas: “Señor, lo suyo más que un
resbalón fue un patinazo monumental y eso tardaremos en analizarlo y poderle
contestar pues ya llevamos más de tres años estudiándolo y tenemos problemas de
llegar a consensuarlo.
-Es
que me urgía saberlo, para así poder limpiar cuanto antes mis antecedentes. Ya
sabe usted como es la sociedad.
-Pues
lo siento amigo pero en esta casa nos gusta hacer las cosas bien y las prisas
son malas consejeras. Así que váyase por donde ha venido y tranquilo que ya
contestaremos. La paciencia es un don divino, y ¡hay que saber esperar!
Mientras esto ocurría, en otro lugar de la ciudad un
ingeniero también andino, algo pituco, acaudalado y muy aficionado a que le
cantaran huainos, atendía sendas entrevistas televisivas en
las que dirigiéndose a sus vencidos contendientes les recordaba que los había
ganado en buena lid: “¡No tengo nada que explicar! ¡Que se habrán creído! ¡El
vencedor soy yo. Soy el número uno!”.
Y
es que tanto uno como otro, agricultor e ingeniero, habían participado en unas
elecciones Regionales y con sus raquíticos triunfos habían pasado a una segunda
vuelta en la que deberían dilucidar su liderazgo.
En
el camino de vuelta a sus respectivos domicilios en la sierra, habiendo
coincidido en el mismo autobús y como el viaje se hiciera muy largo y aburrido
para aliviar tan tedioso camino, el ingeniero, hombre muy preparado le dijo al
agricultor:”Como este viaje se está haciendo muy pesado, para distraernos,
¿querría usted participar conmigo en un juego?”
-“Usted
dirá”. Le dijo el agricultor.
-“Estupendo”.
Contestó el ingeniero.”El juego tiene estas reglas: Yo le hago una pregunta y
si usted no la responde me da 10 soles. Luego pregunta usted y si yo no le
respondo le doy los 10 soles correspondientes. ¿Le parece?”
El
agricultor reflexionó y contestó: “Mire, soy un humilde agricultor de pueblo y
no muy cultivado y en cambio a usted se le ve muy preparado y de ciudad. No lo
veo muy claro pues estaría en desventaja”.
-“Tiene
usted toda la razón”, replicó el ingeniero.”Está bien, haremos otra cosa. Yo le
hago una pregunta y si usted no la responde me da 10 soles. Luego usted me hace
otra pregunta y si no la respondo le doy 100 soles. ¿Le parece justo de esta
manera?”
-“Eso
está mejor”, dijo el agricultor.
Comienza
el ingeniero a jugar: “¿Cual es la combinación química del acero compuesto?”.
El agricultor mete la mano en su bolsillo y le entrega los 10 soles.
Turno
del agricultor:”¿Cuál es el animal de tres patas, que corre por las chacras con
dos?”
Tras
varios minutos de larga reflexión, el ingeniero se saca los 100 soles y se los
da al agricultor, al que pregunta:” Y ahora dígame, ¿cuál es ese dichoso
animalito?”.
El
agricultor introdujo su mano en el bolsillo y le dio otros 10 soles. Después
recogió su equipaje y se disculpó diciendo que su estación era la próxima, no sin antes invitar al ingeniero y
acompañantes, al bingo gratuito del próximo domingo, que como de costumbre
tendría premios de 500 soles.
Quedose
el ingeniero aturdido y muy pensativo. Y es que a veces las apariencias engañan
y nunca conviene minusvalorar al contrincante.
Pasó
un mes aproximadamente desde la petición, cuando el muy diligente y eficiente Ministerio
de Justicia emitió su informe acerca del avispado agricultor. Pero al parecer
el informe no se lo remitió al interesado que era quien lo había solicitado
sino al Jurado Nacional de Elecciones (JNE), quien a su vez, lavándose las
manos como Pilatos, cual papa caliente, lo pasó al Jurado Electoral Especial
(JEE) de la Región, que también, para no ser menos, tuvo que tomarse varios
días para finalmente interpretar el contenido del informe emitido por la Corte
Suprema, en el que se decía que no estaba rehabilitado. La interpretación tras
oír las alegaciones del agricultor que se basaron en aquello de “Santa Rita, Rita,
Rita, lo que se da no se quita” disentía de su anterior decisión en la que no
hacía mucho había certificado que sí estaba rehabilitado, para ahora decir lo
contrario. O sea que no estaba rehabilitado. Y es que “donde dije digo, ahora
digo Diego” pues “donde hay patrón no manda marinero”. Y así fue como aquel
avispado agricultor quedó apeado de la contienda electoral. Pero como no hay
mal que por bien no venga, se convirtió en un próspero empresario binguero muy
conocido en la Región.
Otra
versión del final de este cuento, según la tradición oral, es que tras oír las
alegaciones del agricultor, como Santa Rita todo lo puede, sí quedó
rehabilitado y pudo continuar la contienda electoral, dedicándose desde
entonces a practicar, ahora ya profesionalmente, la ludopatía adquirida en
aquel viaje. O sea, lo que sí es cierto es que terminó creando una extensa
cadena de Bingos en toda la Región.
Y
en lo que se refiere al ingeniero dicen que a partir de aquel viaje mejoró
sensiblemente su humildad y capacidad de diálogo. Y al parecer todavía se
pregunta qué animal era aquel de tres patas que corría por las chacras con dos.
En
cuanto a quién gano la Presidencia, a mí al igual que a usted estimado lector, también
me gustaría saberlo.
Moraleja:
“Nada se parece más a la injusticia que la justicia tardía” (Séneca)
Así
sea.
EL
VIGÍA.
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