sábado, 21 de marzo de 2015

ARTÍCULO: APRENDICES DE ESPÍA.

                 
      Se dice que uno es un espía cuando se dedica a observar o escuchar selectiva y sigilosamente lo que acontece para obtener información o conocimiento en provecho propio o de otros. Y se conoce como espionaje al conjunto de técnicas e instrumentos encaminados a obtener datos de forma encubierta. Hay diversos tipos de espionaje, desde el telefónico, pasando por el industrial y terminando por el cibernético.
Las técnicas más usuales utilizadas por los espías normalmente han sido la infiltración o la penetración. La infiltración consiste en la incorporación de un agente a lo que se pretende espiar, haciéndolo de manera oculta. A este tipo de espía se le conoce como topo o agente encubierto. La penetración consiste en conseguir la colaboración consciente o no de quien se pretende obtener información para que la proporcione de forma confidencial. De ambas técnicas tanto las agencias de inteligencia como los diferentes servicios de espionaje prefieren la penetración, pues es mucho más segura y origina menor esfuerzo logístico que la infiltración.  En bastantes ocasiones la/s persona/s que proporcionan los datos han sido persuadidas de hacerlo en contra de su misma organización. Y para ello se utilizan como instrumentos el soborno que consiste en la compra con dinero u otros medios, de la información deseada, y/o el chantaje que consiste en la utilización de la coacción sobre el colaborador acerca de su vida personal, sentimental o amorosa. 
Han existido a través de la historia numerosos espías que obtuvieron gran relevancia y prestigio por los servicios prestados a sus respectivos países. Y los ha habido de los dos sexos. Entre los masculinos sin duda alguna destacó sobremanera el británico Kim Philby que durante casi 30 años actuó como espía tanto a favor de la URSS como del Reino Unido. Y entre las féminas, sin duda alguna Mata Hari ha sido la espía más conocida de la historia. Se trataba de una bailarina y actriz de gran belleza que utilizó su hermosura y relación con altos cargos militares y políticos para espiar a unos y otros en su propio provecho. Su actuación como espía doble, tanto a favor de Francia como de Alemania, hizo que tras ser descubierta fuera condenada a morir fusilada. Y según cuenta la leyenda era de tal magnitud su belleza que al ser colocada ante el pelotón y darse la orden de fuego, abriéndose su abrigo de pieles sin portar debajo ropa alguna, hizo desmayar a sus integrantes teniendo que repetirse dicho fusilamiento. Independientemente de estos métodos y técnicas que han venido siendo utilizados tradicionalmente en la actualidad se ha dado paso a las nuevas tecnologías tanto para obtener información como para contrarrestarla. Así para lo primero se utilizan desde satélites hasta micro cámaras, pasando por laptops y modernos celulares y para lo segundo el apantallamiento de ordenadores o las salas Tempest construidas con materiales especiales que atenúan o eliminan los campos magnéticos emitidos por los operadores y las zonas de almacenamiento de información. Hasta aquí una breve descripción de ese sórdido mundillo que en realidad mueve grandes cantidades de dinero. Sobre todo el espionaje industrial.
Hace un par de semanas se destapó en nuestro país un caso de espionaje tradicional de carácter internacional que al parecer involucra a nuestro vecino del sur, Chile, con nuestra marina, que mediante la técnica de penetración y el soborno al parecer ha venido obteniendo información posiblemente reservada. La verdad es que el acto realizado es de mala vecindad pues según el Derecho Internacional ningún Estado tiene derecho a apropiarse de información que afecte a la seguridad y defensa de otro. No descubro nada si digo que todos los países tienen su propia red de espionaje y que si Chile lo tiene, Perú también. Y también digo que nuestros espías parecen ser bastante mejor que los de ellos pues hasta ahora no han sido detectados, sin duda por su habilidad, profesionalidad y eficiencia. En cambio el espionaje chileno ha sido detectado y desenmascarado con pelos y señales de sus miembros. Miembros pertenecientes a la marina de guerra y con desempeño en relevantes cargos jerárquicos que lo que han hecho no es más que un espionaje chapucero y tercermundista. Lo mismo que un par de suboficiales peruanos. Y dada la jerarquía de estos últimos ya me dirán ustedes la relevancia de los “secretos” transmitidos, sin perjuicio de su vergonzosa y deshonesta actuación. En estos casos, los países suelen intercambiar aquello de “y tú más” y sacarse los trapos sucios existentes, solo que los mapuches paren no tener muestra alguna de nuestras supuestas acciones, que insisto, han debido de existir. También es cierto que ningún Gobierno del mundo admitirá públicamente sus actos de espionaje, de uno u otro tipo. Así, dudo mucho que la Presidenta chilena, haya reconocido en el intercambio de notas diplomáticas, la participación de sus Servicios de Inteligencia en el caso aludido y creo más bien que manifestará su deseo de que la herida cicatrice prontamente aplicando el bálsamo de la diplomacia.
Por otra parte también hay que dejar constancia de que los Gobiernos suelen aprovechar estos casos como cortinas de humo que suelen servir como  distracción ante hechos de política interna. Y el nuestro no ha sido la excepción ante los múltiples problemas surgidos recientemente, y hallarse aderezado con unos índices de popularidad  muy bajos.
Finalmente les confesaré que esto del espionaje siempre me apasionó, y puedo afirmarles que de acuerdo a la definición del principio, yo también fui espía. Si, como lo leen. Yo también fui espía. Les cuento. En mi juventud, más bien adolescencia, aprovechaba las noches del caluroso verano, cuando balcones y ventanas se abrían de par en par para poder respirar, apoyando mis codos en el alfeizar de la ventana de mi dormitorio, amparado por la oscuridad,  espiaba con unos binoculares regalados por mi padre, a la vecina de enfrente, una encantadora y curvilínea señorita que todas las noches a la misma hora mostraba involuntariamente? sus encantos. La técnica utilizada fue la de la infiltración en la distancia en su dormitorio, si bien hubiera preferido la penetración. Puedo asegurarles que nunca necesité incentivo alguno, al igual que mis amigos, que noche tras noche visitaban puntualmente mi habitación. Y a diferencia de otros, jamás fuimos descubiertos.
Moraleja:”Siempre el traidor es el vencido y el leal es el que vence”  (Calderón de la Barca)
Así sea.

EL VIGÍA.

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