Hoy lunes día dos se inician las
clases del curso 2015 y mi hijo de seis años es uno de esos aproximadamente
seis millones de estudiantes de primaria y secundaria que a lo largo de esta
primera quincena de Marzo se irán incorporando a las aulas.
Para este nuevo año escolar el Ministerio de
educación ha elaborado un plan de incremento horario lectivo en Secundaria por
el cual se establece en nueve horas la jornada escolar para conseguir las
cuarenta y cinco horas semanales. ¡Ojalá! esa ampliación de horario, de los
frutos deseados, si bien parece que más que horas lectivas debería buscarse el
incremento de la calidad de la productividad de las mismas, ya que no por haber
pasadas más horas en el colegio el rendimiento académico será obligatoriamente
mayor o mejor. Por otra parte miles de profesores han sido durante este último
periodo vacacional reciclados en la utilización de nuevas tecnologías que es de
esperar redunde en beneficio de sus alumnos.
El desarrollo de la vida escolar en nuestros
colegios debería estar integrada por una comunidad de niños/as sin violencia ni
discriminación alguna, donde reinara la vida en paz y el correcto desarrollo de
nuestros hijos. Y digo debería estar porque la realidad nos dice que en
numerosos casos, desgraciadamente no es así. Todos hemos sido testigos de casos
de acoso no solo físico sino también psicológico que han originado fatales
consecuencias, llegando a originar desenlaces tan horrendos como inesperados.
Según encuestas recientes, alrededor de un treinta y
cinco por ciento de estudiantes manifiestan haber sido acosados por compañeros.
O lo que es lo mismo más de tres alumnos de cada diez. O sea, que según ese
porcentaje en un aula de veinte alumnos unos siete podrían ser objeto de algún
tipo de violencia. Violencia que repito, no solo puede ser física sino también
psíquica, con las consiguientes secuelas posteriores en sus vidas.
En esa misma encuesta se detecta que cerca de un
sesenta por ciento de profesores se manifiestan no concernidos por el problema.
Sin comentarios. Si grave resulta el primer porcentaje, de mayor gravedad
resulta el segundo, y ante ambas actitudes debemos reaccionar, padres,
profesores, direcciones de colegios y Ugel correspondiente, a fin de evitar el
desarrollo de esas actitudes. Pongan ustedes a esos actores en el orden que
quieran pero actúese ya.
Siempre ha venido considerándose la violencia
escolar, en inglés bullying, tanto en presencia como por Internet, el producto
de unas condiciones socio ambientales deficientes, económicas, formativas,
televisión, videos, etc, etc., pero resultan insuficientes para explicar el
fenómeno que viene asolando a nuestras escuelas. Fenómeno que no se justifica, se mire por donde se
mire, y que viene aconteciendo en las
aulas tanto públicas como privadas.
Hace falta que los padres abramos el diálogo con
nuestros hijos sin temor alguno a decirles con claridad las consecuencias que
el acoso puede acarrear durante tiempo indefinido de semanas o meses, en los
que la victima calla mientras el acosador se siente impune, persistente y
victorioso. Como padres debemos estar muy atentos a las indicaciones (
insomnio, falta de apetito, desconcentración, deficiente rendimiento, no querer
ir al cole, etc. etc.) de nuestros hijos, que en muchos casos no se atreverán a
decirnos que es lo que realmente está ocurriendo y que tendremos que, con mucha
paciencia sonsacar. A los muchachos/as que son víctimas de tales hechos hay que
pedirles que no se callen, que los pongan en conocimiento de profesores y
padres para evitar ese infierno en que están viviendo y que puede ocasionarles
futuras secuelas de por vida. Hay que aplicar medidas de prevención
independientemente de las de castigo. Los profesores saben que no basta con
castigar a los responsables de esa violencia contra sus compañeros sino que
deben adelantarse a los hechos, previendo la realización de esos actos,
impartiendo principios o valores a sus alumnos. Es dentro del aula donde se
desarrolla esa persecución soterrada, silenciosa, de risitas, papelitos,
escupitajos y amedrentamiento que tiene su explosión en los períodos de recreo, en los que se llega a la agresión
física. Ese es uno de esos momentos clave, donde el educador sabe que debe
estar más vigilante sobre tal o cuál alumno y más atento a los acontecimientos.
Los profesionales de la educación saben que el recreo es ese espacio de tiempo
de ocio de los alumnos, no de ellos, en el que van a poder ver a través del
juego con claridad las actitudes y valores de sus alumnos. Ahí es donde el
discente refleja claramente sus actitudes, para estudio del docente, y éste
aplicar los controles y terapias adecuadas si hubiera lugar. Además de poner en
conocimiento de la Dirección del Centro lo acontecido, para que este a su vez
actúe. Y actúe colaborando en la recuperación de sus alumnos y poniendo en
conocimiento de los padres lo acontecido. De unos y de otros, acosadores y
acosados.
Es por ello que debemos erradicar la violencia del
contexto escolar para conseguir una mejor sociedad en la que reine la paz y el
derecho a la identidad propia. Porque, no nos engañemos, el problema no es otro
que la falta de respeto a la identidad del otro, que en el caso del acoso consiste
en la no aceptación del compañero tal y como es. Unas veces algo gordito, o
flaquito, bastante listo o muy estudioso. Simplemente la falta de respeto a
nuestro prójimo
El funesto hecho del bullying que empieza en las
aulas se traslada posteriormente a la vida de relación, incluso a la
empresarial y profesional, originando el consiguiente perjuicio social que en
ocasiones conduce a irreparables consecuencias.
Moraleja:” Respetar a los demás empieza por
respetarse a sí mismo”.
Así sea.
EL VIGÍA.
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