lunes, 27 de julio de 2015

ARTÍCULO: VÁNDALOS Y KAMIKAZES AL VOLANTE

                       
El pasado 6, Día del Maestro, aprovechando el descanso escolar de mi pequeño hijo, dediqué la tarde para en compañía de un amigo y su hijo también compañero del mío, salir hasta el Bulevar de la Av. Pardo  donde los niños jugaron y se distrajeron  mientras los papás charlábamos sin perderles de vista. Previamente nos habíamos acercado en mi coche hasta la cuadra de la Comisaría, frente al Bulevar y allí, pensando en su seguridad lo estacioné. Al volver, aproximadamente una hora después, me tranquilicé al ver a distancia que el vehículo continuaba allí, de que no se lo habían llevado, ni sustraída pertenencia alguna. Introduje a los niños en el interior y al cerrar la puerta trasera izquierda observé atónito los desperfectos que sufría mi coche, que consistían en un profundo corte y raspadura de la carrocería en su faldón trasero sobre la rueda. Corte de unos ocho cm. de largo por dos de ancho y dos de profundidad. Como digo, quedé sobrecogido ante lo que veía. Mi gozo en un pozo. El coche estaba allí pero en un estado lamentable. Y todo esto ante la Comisaría, a escasos veinte metros de la puerta principal. Alguien, un auténtico animal por su brutalidad, mal conductor, pues demostró que no sabía conducir y además incívico ciudadano por no dejar su identidad o teléfono de contacto, había desaparecido sin dejar rastro alguno para su identificación. ¿Cómo voy a pretender, al menos una explicación de lo ocurrido si su civismo  del que carece le impide muy probablemente,  ofrecer auxilio y socorro  a la víctima atropellada e incluso darse a la fuga para evitar responsabilidades?. Esta es una de las realidades del día a día en las vías de circulación tanto urbanas como interurbanas de nuestra geografía local. Y es que una sociedad tradicionalmente, tranquila, pacífica y hospitalaria se ha convertido de un tiempo a esta parte, en lo que a la circulación viaria se refiere, y ya no digamos en otros aspectos, en un lugar intransitable, peligroso e inhóspito. Y todo ello por la presencia de unos desaprensivos e impresentables conductores que infringen todas y cada una de las normas de circulación, desde las más elementales hasta, ya no digamos, las más complejas. Todo ello, de lo que más adelante haremos una breve descripción, sirve para afirmar que nos hallamos ante un auténtico vandalismo circulatorio protagonizado por unos verdaderos energúmenos. Ese adjetivo calificativo de vándalos proviene del nombre de una tribu bárbara de procedencia germánica (Europa), que en el siglo V invadió Hispania y posteriormente el norte de África, caracterizada por la suma violencia, brutalidad y espíritu destructor que iban dejando al paso de sus conquistas. De ahí que así se denomine actualmente a quien así actúa, como es el caso que estoy refiriendo. Vándalos.
Así vemos que semáforos y pasos de peatones no se respetan, al igual que la preferencia que tiene el peatón sea donde sea y esté donde esté sobre cualquier vehículo; agentes de tráfico, incluso femeninos, insultados y agredidos en el mejor de los casos, si no son atropellados y abandonados, como también se hace con los peatones; peleas entre conductores, bastantes de ellos embriagados superando ampliamente la dosis permitida; conductores sin brevete ni seguro obligatorio, y en fin, con desconocimiento absoluto del Código de la Circulación y su Normativa, como es circular manteniendo la derecha en el sentido de la marcha; utilizar el carril izquierdo del sentido de la marcha sólo para adelantar; circular manteniendo el carril propio; señalar con antelación y el intermitente correspondiente la maniobra de cambio de carril, giro o pare para avisar a otros conductores; circular marcha atrás lo imprescindible únicamente en los estacionamientos; iniciar la marcha, previa señalización sin interferir en la circulación de otros vehículos; en las intersecciones ceder el paso a los vehículos que aparecen por la derecha; acceder a las vías principales con precaución una vez comprobada la posibilidad de hacerlo sin molestar a los que por ella transitan; no sobrepasar los límites de velocidad establecidos;  no adelantar cuando el vehículo que nos precede está señalando que va a hacerlo , incluso aunque no haya iniciado la maniobra. Y en fin que el color rojo significa detención o peligro, el ámbar precaución y el verde vía libre. Y aunque el código no lo indique, lo digo yo, el morado dolor, y el negro luto.
Al igual que de vándalos, a muchos de ellos, sobre todo colectivos, de los que hoy no hablaremos de su desfachatez y sinvergüencería al continuar sin ajustar sus tarifas a pesar de la bajada de los precios de los carburantes  y no cumplir la ley vigente con universitarios y escolares, sino que por su actuación al volante cabe calificarlos como kamikazes. Calificativo dado a aquellos pilotos de aviones japoneses en la segunda guerra mundial que no dudaban en estrellar sus aparatos contra los barcos enemigos provocándoles graves daño e incluso el hundimiento, con un desprecio absoluto de sus propias vidas, si bien con el honor? de hacerlo por su patria. Pues bien, estos kamikazes de coches de aquí no dudan en meter el morro de su coche, invadiendo el carril contiguo a pesar de estar ocupado, para vanagloriarse vergonzosamente de lo listos, atrevidos y rápidos que son. De esta manera estos seudo conductores reflejan su total desprecio por la vida, sólo que en este caso, no desprecian la suya sino la del prójimo que les importa un pimiento.
Además el civismo de estos conductores es desalentador. La Avda Industrial, vía de circulación rápida, la han convertido en el meódromo de la ciudad, donde van a desaguar estos impresentables sin importarles lo más mínimo el paso de otros vehículos con mujeres y niños entre otros. O sea, no es solo falta de educación viaria y cívica sino también en valores. La primera debería adquirirse con la obtención del Brevete que parece ser se expende en tómbolas o ferias. Y a lo peor resulta que es así, que los brevetes se pueden obtener en bastantes casos con la corruptela consiguiente. En lo que se refiere al civismo ¡con lo poco que cuesta salir de casa con la boca lavada, meadito y bien aseadito¡. Y  en lo que se refiere a los valores, también están ausentes, tales como el respeto al prójimo, la cortesía y ya no digamos la solidaridad. Situación francamente deplorable. Y mientras tanto nuestras autoridades nos hablan de foto papeletas en el centro de la ciudad, cuento chino como en su día lo fue el de los semáforos superdotados, o también ahora el impuesto por pisar la terminal del Chimbador antes de embarcar, como si se tratara de un museo imperial con Maharajá incluido. ¡Habrase visto majaderías tan grandes!
Petición: San Cristóbal, patrón de los conductores, échanos una manita, que buena falta nos hace.
Moraleja: “Condúcete, cómo quieres que contigo se conduzcan”.
Así sea.

EL VIGÍA

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