lunes, 27 de julio de 2015

ARTÍCULO: CRÓNICA DE HUIDAS ANUNCIADAS


Hace pocas fechas, desayunando con mi buen amigo y mejor abogado  Teo Dioses, comentábamos la actualidad local y coincidíamos en la gran cantidad de gente que evadía la acción de la Justicia huyendo de su cumplimiento. Y coincidíamos en el siguiente diagnóstico: “Esto se ha convertido en una crónica de huidas anunciadas”. Y esa expresión una vez analizada tiene un significado bastante ajustado a la realidad actual, en la que quienes son sujetos de la huida han anunciado previamente su estado de no disposición para afrontar lo que se les ordena, convirtiéndose en anunciados prófugos o fugitivos de la Justicia. Y es que huir precipitadamente de un lugar por temor a un daño o peligro que acecha no siempre es honesto pues tiene sus matices. Matices que unas veces justifican la acción y otras no. Así vemos históricamente como el éxodo de José, María y Jesús a Egipto ante la persecución decretada por el Rey Herodes que pretende matar al Niño (matanza de los Santos Inocentes), se trata de una huida justificada moral y éticamente, como también lo había sido anteriormente la salida de Egipto de los oprimidos y esclavizados israelitas dirigidos por Moisés camino de la tierra prometida, o más tarde en el año 622 de nuestra era cuando Mahoma, que ha sufrido varios atentados, se traslada de La Meca  a Medina, arrastrando una gran migración de musulmanes seguidores de su prédica, dando lugar a lo que más tarde se conocerá como Hégira, que es el principio de la era musulmana. Así es como por extensión, se aplica este término de Hégira a cualquier fuga o huida acontecida. Hasta aquí una brevísima reseña de fugas o huidas justificadas y ejemplarizantes que sirven de contraste con esa otra Hégira que estamos viviendo con la continuada evasión de responsabilidades de fugitivos de la acción de la Justicia. Y además de forma masiva. Es continua la evasión de la acción privativa de libertad dictada judicialmente. Sabido es que después del derecho a la preservación de la propia vida está el de la libertad individual, amparados por la Ley, y como tales, bienes que el individuo, el legislador y la justicia deben proteger y cuidar con esmero. Esa libertad individual, es irrenunciable mientras sea bien y correctamente utilizada, y puede perderse cuando se convierte en libertinaje o lo que es lo mismo, un uso inadecuado o delictivo de ella, siempre en detrimento de la sociedad. O sea, cuando se aplica aquello de “Lo ancho para mí y lo estrecho para los demás” es el momento en el que se está haciendo un uso torticero de ese bien tan preciado que es la libertad. El caso es que, como decía al principio, cada día son más los casos de personajes huidos de la acción de la Justicia. Pero lo grave es que esos que evaden la acción de la justicia no son sólo aquellos de los que se intuye su indiciaria participación delictiva y que ni siquiera son presentados ante el juez como presuntos delincuentes, sino esos otros con dictámenes de prisión preventiva que se declaran a los cuatro vientos inocentes y “libres”, aduciendo generalmente aquello tan manido de “perseguido político” pasando a engrosar la larga lista de prófugos o fugitivos de la justicia en vez de presentarse ante el juez. Teniendo siempre en cuenta que esa actitud constituye un nuevo delito al desobedecer el mandato judicial. Actualmente la lista de prófugos es larguísima y además en algunos casos anunciada previamente por ellos mismos. Fugitivos que no dudan en pasar fronteras, huyendo del país como el caso en su día de los extraditados y hoy condenados ex presidente Alberto Fujimori  y su hombre de confianza Vladimiro Montesinos. Al igual que  Rosa Fujimori y Victor Aritomi que siguen en paradero desconocido y por lo tanto continúan siendo fugitivos de la Justicia. Otros distinguidos prófugos fueron en su día José Enrique Crousillat y Rómulo León, así como el futbolista Roberto Martínez. Recientemente han dejado de pertenecer al grupo de prófugos internacionales tanto Rodolfo Orellana como Martín Belaunde Lossio, al ser el primero expulsado y el segundo extraditado de Colombia y Bolivia respectivamente. También a Ludith Orellana y Benedicto Jiménez se les ha puesto fin a su huida. Finalmente,  en nuestra Región permanecen como fugitivos personalidades que recientemente ostentaban cargos de elección o relevancia social y a los que se les ha dictado orden de búsqueda y captura como es el caso de los ex alcaldes Francisco Gascó, Rommel Meza y José Luis Lomparte. Sin olvidar a los numerosos implicados en el caso Centralita que han evadido la acción de la justicia y con su huida dificultado las investigaciones del caso. Hasta aquí una sencilla y mínima relación de personas que han ostentado el calificativo de prófugos sin pretender hacer hincapié en sus nombres sino en la relevancia y alarma social que provocan en el hombre de la calle. Éste ve con perplejidad como delincuentes con relevancia social evaden la acción de la Justicia con aparente facilidad, concretamente en lo que se refiere a la entrada en prisión una vez ordenada por el Juez, mientras otros que carecen de ese renombre o importancia sí son localizados, apresados e ingresados rápida e inmediatamente. ¿Por qué será?. El tema es de suma gravedad.
 Pero quizá sea de mucha, muchísima más gravedad lo que puede producirse en cualquier momento y es en el caso de que unos condenados, no a dos, ni cuatro, ni seis, sino a más años de cárcel, por enriquecimiento ilícito en agravio del estado, que siguen gozando de libertad por gracia concedida por el Sr. Juez por su “buen comportamiento”, a la espera del resultado de su apelación y con unas medidas restrictivas leves, puedan convertirse en nuevos prófugos de la Justicia, a pesar de sus promesas de sometimiento a la Ley. Promesas que puede llevarse el viento a poco que sople la brisa en nuestro puerto. “Así se las ponían a Fernando VII”, dicho sobre el rey español al que le gustaba a pesar de su torpeza jugar al villar, y sus ayudantes colocaban distraída y adecuadamente las bolas para sus carambolas, de forma que siempre ganaba las partidas. Lo mismo parece se está haciendo en este caso. Desde luego que el riesgo que se corre es elevadísimo y más con la situación procesal actual de alguno de los condenados, concretamente Dña. Victoria Espinoza y la alarma social que sus sucesivos enjuiciamientos han originado. En mi opinión la diferencia la marca el caso reciente del muchacho de dieciocho años que por robar un teléfono purga con inmediatez trece años de cárcel y que sin interrupción y todo seguidito va del juzgado a Cambio Puente, como normalmente viene haciéndose. Y es que siempre ha habido clases: desde las de inglés, francés, alemán, etc, etc, en las que el que se inicia no entiende gran cosa, hasta de política parda como parece ser el caso y en la que tampoco se entiende nada.
Moraleja: “A buen entendedor pocas palabras bastan”
Así sea.

EL VIGÍA 

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