El
lunes de la semana pasada estando circunstancialmente en la sala de espera del
Instituto De Medicina Legal, coincidí con una joven señora que llevaba a su
pequeño hijo de tres años en brazos ,y de su hija mayor de casi quince años que
la acompañaba. Como la espera se prolongaba se hizo inevitable el diálogo. La
joven señora, que había que calificarla más bien como una hermosa joven, que por su apariencia de
vestimenta y arreglo personal debía pertenecer a un estrato social bajo, como
podría ser el Asentamiento Humano de San Pedro, me confesó que estaban allí
para entrevistarse con la psicóloga forense ante las reiteradas violaciones sufridas
por su hija mayor, allí presente y cuyo autor era la actual pareja de la señora,
y las continuas amenazas de muerte a punta de pistola a que era sometida ella
misma en caso de intentar abandonarle. Me contó aquella buena mujer, sin
preguntarle nada, desde cómo se llamaba, Gladiolo en femenino, pasando por su edad,
treinta años, hasta las barbaridades incluidos abortos y abusos reiterados
sufridos por su adolescente hija. Mientras la joven madre no paraba de hablar,
ante su imperiosa necesidad de desahogarse, de que la escucharan y atendieran,
su hija que permanecía a su lado estaba con la mirada perdida y ausente del
lugar. Me dijo que necesitaba urgentemente un abogado, costara lo que costara,
para que aquel hombre no saliera más de la cárcel, me habló de los somníferos
que le daba para mientras ella dormía vejar a su hija, de sendos abortos
sufridos por la niña, de los lloros continuados de esta al entrar en la casa,
de no querer entrar en ella y finalmente del gran temor que tenían no sólo de que
aquel monstruo acabara con ellas si salía libre sino de la familia de él, que ya las había
amenazado de muerte. Y como colofón de todo aquello me confesó que su hija no
se atrevía a corroborar la denuncia por temor a represalias, y me preguntaba
qué pasaría si retiraban la denuncia, si saldría libre o no. En fin, llevaba ya
varios días desde la detención del degenerado y continuaba en un estado de
intenso shock emocional. Y es que al dolor de lo acontecido se unía el temor a
las posibles represalias y la búsqueda
de cómo evitarlas. Este era un caso de los más desgarradores de violencia dentro de una familia, aunque
como posteriormente veremos hay otros tipos de violencia familiar que a pesar
de pasar desapercibidos no son menos traumáticos. Es importante establecer la
distinción entre el conflicto familiar y la violencia familiar. Hechos como
discusiones, enfrentamientos verbales, y controversias en la familia no
conducen necesariamente a la violencia pues para que una conducta se considere como
tal es necesaria la intencionalidad de originar un daño. La violencia implica
la utilización de la fuerza, bien física, psicológica o económica para producir
un daño. Llegados hasta aquí será conveniente establecer las claves del
contenido de lo que significa cada uno de los términos que la integran como son
violencia, abuso, familia y tipos diferenciados. Como decíamos antes se
considera violencia a cualquier acto que se realiza con fuerza o contra la
voluntad de una persona originándole
daños físicos o emocionales. En pocas palabras, puede decirse que una acción
violenta trata de imponer algo por la fuerza. Por otra parte, la familia es el
ente más elemental y primario de la organización social humana y la integran el
matrimonio o pareja y la prole. La violencia intrafamiliar o doméstica es en
todos de los casos un abuso que acontece cuando uno o varios de los integrantes
de la familia de forma deliberada maltrata física o emocionalmente a otro de
sus integrantes. Generalmente suele darse en el entorno doméstico, el
domicilio, aunque puede darse en otros lugares, siempre entre dos o más
personas emparentadas por lazos de sangre o proximidad. Los roles o funciones que se desarrollan son
siempre dos: el del maltratador que actúa de forma activa y el maltratado de
forma pasiva y recibe el maltrato. El primero trata de imponer su fuerza física
o poder para abusar de otro familiar. Estos abusos suelen estar constituidos
por agresiones físicas, malos tratos o imposiciones que originarán daños
físicos como arañazos, heridas, fracturas o hematomas o daños psíquicos o emocionales
como ansiedad, depresión, autoestima baja e incluso aislamiento social. De todo
lo anterior se desprenden los diferentes tipos de violencia familiar
existentes: Violencia física, sexual y psíquica o emocional.
La
violencia física acontece cuando uno se impone a otro con el uso de la fuerza
originando daños corporales de diferente intensidad, en unos casos leves y en
otros graves como pueden ser fracturas, hemorragias o quemaduras pudiendo
conducir hasta la muerte..
La
violencia sexual se presenta cuando una persona es forzada a mantener contra su
voluntad una relación sexual, incluso dentro del matrimonio. Es el caso del
acoso, el abuso, la violación o el incesto. Esta violencia es de una gravedad
extrema pues perjudica intensamente tanto la integridad física como la
estabilidad emocional de quien la sufre.
He
dejado para el final la Violencia Psíquica o Emocional por ser la que más
desapercibida pasa y a la que menos importancia parece darse. Craso error. La
integran el maltrato verbal, el rechazo, el aislamiento, el ignorar, el chantaje, la
manipulación, la intimidación, el terror y el abandono. En estos casos la
víctima es insultada y/o humillada viéndose resentidas su autoestima
originándole estados depresivos y trastornos de personalidad, sobre todo en los
niños. Pensemos en un niño al que su madre lo ignora, le dice que lo va a
abandonar, que su papá es malo, además le infringe amenazas y castigos con una
correa y encima toma alcohol en su presencia.
Aquí ya no hay afectación física sino emocional o afectiva. En esos niños
y adolescentes aparecerán problemas de aprendizaje, trastornos de la conducta,
como irascibilidad, insomnio, enuresis (pipí nocturno) y procesos depresivos.
Esta violencia al igual que las dos anteriores es un delito penado por la Ley,
a pesar de ser muy poco denunciada pues la víctima siente vergüenza, miedo, y
hasta culpa de denunciar, pues se trata de un miembro de su propia familia.
Un
maltratador se caracteriza por su baja autoestima, no saber controlar sus
impulsos, su falta de afectividad y también suele haber recibido malos tratos
en su infancia. Las víctimas de la
violencia se caracterizan por ser sumisos, muy conformistas, no mostrar sus
afectos y tener baja autoestima.
Aunque
tradicionalmente ha sido la mujer la violentada empiezan a haber numerosos
casos de hombres agredidos sobre todo psicológicamente que permanecen en
silencio por convencionalismos sociales (temor al ridículo).
Moraleja:
“Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego” (Mahatma Gandhi)
Así
sea.
EL
VIGÍA.
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