Que
hay un malestar general es innegable. Y no solo por la inseguridad ante la
proliferación de la delincuencia y el sicariato, sino por esa otra inseguridad
que proporciona el que las diferentes instituciones del país no funcionen. Vemos atónitos como
trabajadores de instituciones educativas, postales, municipales, fiscales, y
hasta judiciales manifiestan su descontento
y discrepancias con la forma en que son tratados. Su remuneración y en algunos casos consideración jurídica parece
no ser de recibo de los trabajadores de esas entidades. Todo ello origina, como
digo al principio, no solo molestias e incomodidad en los ciudadanos por las
huelgas efectuadas y/o anunciadas sino inquietud y desasosiego por lo que pudiera
devenir. Independientemente de las actuaciones de esos trabajadores, algunas de
las propias de la Corte Suprema y del Consejo Nacional de la Magistratura, también
coadyuvan a incrementar la desconfianza y sobre todo el estupor del hombre de a
pie. Comenzaré por aquí.
Hago
referencia a la Corte Suprema presidida
por Villa Stein con la sentencia absolutoria y por lo tanto exculpatoria
dictada al ex ministro Aurelio Pastor, en recurso de casación, ante las repetidas
condenas a cuatro años por el delito de tráfico de influencias, luego de ser
denunciado por la alcaldesa de Tocache, Corina de la Cruz, quien aseguró y
mostró audios en los que a la promesa de Pastor de “utilizar sus influencias”
para librarla de un proceso en el Jurado Nacional de Elecciones, añadió la
solicitud del pago de 60,000 soles.
Cuatro años de condena, se han convertido en la octava parte, escasos seis
meses nada más. Ver para creer.
El
caso del Consejo Nacional de la Magistratura, que como ustedes saben es el
órgano constitucional autónomo y teóricamente independiente cuya función es
fortalecer el sistema de administración de la Justicia, nombrando y ratificando
o no, a jueces y fiscales, provistos de valores éticos y morales para
garantizar los derechos de los ciudadanos. Pues bien, los miembros de este
Consejo, agárrense, integrado por una enfermera, un ingeniero, dos profesores
universitarios entre otros, están en boca de todos tras originar la dimisión
voluntaria de su honesto presidente Pablo Talavera, ante la polémica actitud de
confirmar en su puesto al impresentable Consejero
Alfredo Quispe Pariona. Más tarde consideraron la destitución del mismo Consejero por su
“incapacidad moral”. Y se sabe que la reconsideración del veredicto del Consejo
se hizo a solicitud del Congreso de los Diputados. El tal Quispe Pariona había
sido, como digo, previamente confirmado por sus colegas en su puesto, a pesar
de los audios aparecidos donde decía “será inmoral, pero no es delito”,
aludiendo a las negociaciones bajo la mesa que realizó con algunos alumnos/as
para venderles ciertos beneficios. Docente apartado de la Universidad Inca
Garcilaso de la Vega por las reiteradas acusaciones
de presunto acoso sexual. Ya dirán ustedes que pinta en ese Consejo una
enfermera, un ingeniero, o un profesor de la aparente catadura del tal Quispe
Pariona. Y esa es la máxima autoridad que pone y quita fiscales y jueces en
este país. Juzguen ustedes.
En
otra situación, también decepcionante se
encuentran los administrativos de la Universidad del Santa que reciben un trato
salarial discriminatorio en la escala a la que pertenecen y que han merecido la
solidaridad de la mismísima Dirección de la Universidad. Siendo los paganos de
siempre los estudiantes que no reciben el trato que se merecen. Lo mismo ocurre
con otros trabajadores administrativos
de la municipalidad, o de los servicios postales como Serpost, o los médicos
legistas pertenecientes al Ministerio Público. En fin una auténtica debacle
cuyos efectos repercuten en la sociedad, que se ve sin los servicios mínimos
que como ciudadanos deben recibir.
He dejado para el final la huelga que afecta
en gran medida a los trabajadores administrativos del Poder Judicial y que hasta ahora, en sus trece
días de desarrollo ha significado la realización de la cuarta parte de los
litigios pendientes. Huelga motivada al parecer por la reivindicación al
Gobierno de la Nación de la cumplimentación de su escala salarial, de la
exclusión de la Ley Servir y finalmente el incremento del presupuesto asignado
por parte del Congreso al Poder Judicial. Reivindicaciones, posiblemente muy
ajustadas a razón y que están significando una paralización muy elevada (75%)
del trabajo jurisdiccional. Al principio hacía referencia a la inquietud
originada en la ciudadanía por las actitudes adoptadas en un principio y
posteriormente matizadas y suavizadas por los huelguistas en lo referente a la
realización de los casos emblemáticos, que han contado con la inteligente
solidaridad de aquellos que laboran diariamente a su lado, cuales son Jueces y
Presidente de la Corte del Santa. Estos funcionarios administrativos están
dando, con su flexibilidad, un auténtico ejemplo de civismo y profesionalidad
que para sí quisiera alguna Señoría que está en la mente de todos. Señoría, que
recientemente, además de “pegársele las sábanas” en un caso emblemático, por
ella programado, después de falsear su entrada al recinto de la Corte, ha intentado
boicotearla con inadecuadas excusas, más propias de un aficionado que de un
profesional. Y que la diligente
actuación de quienes tenían la obligación y responsabilidad de que todo
transcurriera de acuerdo a Ley hizo que las aguas volvieran a su cauce.
Felicitaciones a todos ellos. Es evidente que todos estamos expuestos a cometer
errores, pero la deficiente, por no llamarla de otra manera más dura, actuación
de su Señoría ha llamado poderosamente la atención de los ciudadanos, hoy más sensibilizados
que nunca por las continuas fallas en la
administración de la Justicia. Fallas, a mi modo de ver como por ejemplo: que
un juez suplente que ha ascendido a tal cargo, previa función de técnico, y más
tarde de secretario, o sea por la tan ponderada meritocracia, con todas sus
atribuciones intactas como debe ser, en un entorno determinado, debería ejercer
su jurisdicción en otro hábitat diferente al de su origen, por razones obvias,
y así evitar posibles suspicacias. Hace
muy bien el Presidente de la Corte recordando que los Jueces, incluidos los
suplentes (esto lo digo yo), no están en huelga y que posponer audiencias recargarían o quebrarían juicios
que se hallan en su proceso final. Así de sencillo.
Moraleja:
“Ningún vencido tiene Justicia si lo tiene que juzgar su vencedor”
(Francisco
de Quevedo)
Así
sea.
EL
VIGÍA.
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