Pues
es verdad que los “enanos” infiltrados Guzmán
y Acuña andan sudando la gota gorda con las declaraciones tardías, inesperadas
y sorpresivas tanto del Registro de Organizaciones Políticas (ROP), como del
Jurado Especial de Elecciones (JEE) o del mismísimo Jurado Nacional de
Elecciones (JNE). A los cuales habrá que añadir, por si fueran pocos, la entrada en liza del Tribunal de Honor del
Pacto Ético Electoral. Los primeros, haciendo referencia al “enano” Guzmán y el
último, el del Honor, intentando quitárselo al otro “enano”, Acuña. El avezado
lector entenderá que califico de “enanos infiltrados” a contendientes
electorales que no pertenecen a la élite política profesional, a diferencia de
los que han venido tradicionalmente copando los primeros puestos en las
contiendas electorales, y que son
protegidos o mimados por los poderes fácticos del estado. Además de
Guzmán y Acuña habría que incluir a Barnechea y Mendoza, como los nuevos
“infiltrados” y que si bien en esta contienda electoral su rol de comparsas
puede quedar en eso, en simples actores de relleno, en el 2021 pueden tener el
campo más abonado a desempeñar funciones
mucho más relevantes. Aunque estos dos últimos podrían llegar a tener en estas
mismas elecciones un posicionamiento importante si Guzmán y/o Acuña
desaparecieran de la carrera a la presidencia. Y es que el electorado reclama
caras nuevas y promesas cumplidas, que es lo que echa en falta. Las ganas de
renovación política que se vislumbra en el electorado ya han aflorado y
seguirán apareciendo en los años venideros independientemente de quien sea el
nuevo presidente.
Ahora
resulta que lo que advertía en días anteriores acerca del Tribunal de Honor del
Pacto Ético se cumplió. Hace algo menos de un mes escribía:” ….en menos de tres
semanas nos dará ( el Tribunal de Honor) el resultado de la “investigación
doctoral” que llevarán a cabo con gran “objetividad”. Y añaden, agarrémonos
bien, que para ellos no vale lo que diga
la Universidad Complutense de Madrid.
Universidad emisora del Doctorado y por lo tanto llamada a esclarecer las
anomalías, si existen, en la Tesis de Acuña”.
Y así ha sido. Sin haberse emitido informe ninguno de esa Universidad,
los “honorables” han proporcionado diligentemente su dictamen: “El candidato
Acuña carece de idoneidad ética para el cargo al que postula, la Presidencia de
la Nación”. También amonestan al Partido Alianza para el Progreso por el
incumplimiento de los puntos 1, 2, y 13 del
Pacto Ético. Y finalmente mostrar su “profunda preocupación por la
demora en la tramitación de las acciones legales o los procedimientos de
supervisión o fiscalización”, en clara referencia al Jurado Electoral Especial,
Indecopi y el Ministerio Público. Típico final moralista de quien se considera
administrador del bien y del mal, que carece de autoridad alguna para
determinar la idoneidad de un posible Presidente, pues no hay norma legal
alguna que le otorgue esa prerrogativa,
y que tiene que llamar la atención a quien no debe, como es Indecopi, o
el Ministerio Público. Y todo esto acontece cuando el Presidente de ese
Tribunal de Honor Walter Gutiérrez
Camacho esta recusado por Cesar Acuña por supuestos vínculos con el Partido
Aprista Peruano. O sea que el que posiblemente carezca de la “idoneidad ética”
es el Presidente del Tribunal de Honor. Recordaremos que los Tribunales de
Honor eran unas instituciones sin equivalente alguno en el Derecho
Internacional, típicamente españolas, elitistas, nacidas en el ámbito castrense
para juzgar el comportamiento de oficiales, nunca suboficiales o tropa. En los
años 20 del siglo pasado se introdujo en el ámbito civil para determinar la
“dignidad” o no de los individuos en ocupar determinados puestos. En realidad
estos tribunales no juzgaban hechos concretos sino conductas globales u
opiniones acerca de si fulanito o sotanito tenía la “dignidad” suficiente para
ostentar tal cargo. O sea, en realidad de lo que se trataba no era del honor
del enjuiciado sino de proteger el honor de la profesión aludida. Los
Tribunales de Honor no aparecen en el Derecho Internacional y actualmente están
prohibidos expresamente por la Constitución
española vigente desde 1978, en su artículo 26, que hace mención expresa
a los ámbitos civil y profesional. Y desde el 2005 también prohibido en el ámbito
castrense. Lo que tiene que quedar claro es que son los electores los que
determinan la idoneidad o no de los candidatos mediante la emisión de su voto y los Tribunales de Justicia los
llamados a separar la paja del trigo. Y mientras tanto los órganos electorales
deberían pasar mucho más desapercibidos dejando el protagonismo, con su
diligente actuación, no como ahora, a los verdaderos actores del hecho
electoral, los partidos políticos.
Difícil misión la de estos órganos electorales que adolecen de un anacronismo y
lentitud exasperante.
En
sociedades neoliberales como la nuestra permanece en la oscuridad el auténtico
poder real que es quien mueve los hilos del Estado y son los políticos los que
deben mostrar sus características privadas y/o públicas. Así, en unas
negociaciones de alto nivel, en la que entran en juego intereses estatales
nunca salen a relucir las presiones e intereses de las grandes corporaciones pero
sí la vida privada de los políticos como si eso fuera un control democrático
sobre su actuación. En estas situaciones es donde los gobiernos y los estados
son “dirigidos” no por sus dirigentes democráticamente elegidos sino por
grandes grupos de presión que nunca aparecen a la vista del espectador. Estas
elecciones se han convertido en el pim, pam pum de la feria en la que los
muñecos a derribar se llaman Guzmán y Acuña, descarados pretendientes a la
presidencia, como podrían ser en un futuro Barnechea o Mendoza. Y mientras
tanto el hasta ahora intocable García, en caída libre, y sin paracaídas que
atenúe su predecible batacazo. Y Kuczynski perdiendo gas por todos sus poros,
mientras Toledo es irrecuperable tras su “proceso de garganta”. Y es que
repito, el electorado está dando muestras palpables de hastío de caras
demasiado vistas, unas de muñeca de porcelana y otras acartonadas, ojerosas y
arrugadas, pidiendo juventud, alegría, futuro, y sobre todo cambio y esperanza.
Aunque siendo sincero, tengo que decirles que venga quien venga, al menos este
2016, será más de lo mismo. Y si así fuera que al menos no tengamos que revivir
ni recordar hechos del pasado histórico reciente, pues la sensibilidad de
muchas personas permanece a flor de piel. Y hay riesgo de que esa sensibilidad
sea herida. Así que cuidadín con lo que se vota.
Moraleja:
“Si el honor fuera rentable, todo el mundo sería honorable” (Tomás Moro)
Así
sea.
EL
VIGÍA.
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