martes, 30 de agosto de 2016

ARTÍCULO: RENOVARSE O MORIR


El título que da encabezamiento a este artículo viene como anillo al dedo para expresar la saludable necesidad de hacer cambios a veces fulminantes en el comportamiento, en el trabajo, en la vida personal y/o laboral de los diferentes actores sociales. Y unas veces, esos cambios son voluntarios y otras tienen que ser forzados ante la resistencia de los involucrados. Este puede ser el caso del ex Fiscal de la Nación don José Peláez Bardales, de ingrato recuerdo en Ancash, que al cumplir los 70 años ha sido jubilado reglamentariamente de su puesto de Fiscal Supremo a pesar de su resistencia y solicitud de ampliar su estancia hasta los 75 años. Aunque el involucrado quizá hubiera deseado quiméricamente morir con las botas puestas en su puesto, ha tenido que ser el Ministerio Público el que lo cesara ipso facto para de esa manera renovar el estamento, dando salida al posible aire viciado y entrada a otro nuevo y revitalizador. Y es que a las múltiples interrogantes del tal Bardales se acababa de añadir otra: el posible plagio de su tesis para obtener el título de Magister, en el 2009(casualmente el mismo que Acuña),  en la prestigiosísima universidad Alas Peruanas. En su descargo ha aludido al posible borrado involuntario de las comillas (“ “) en la transcripción del borrador. Como lo leen. Y claro, está la cosa en el Poder Judicial con la que está cayendo,  como para andarse con bromitas de ese calibre. Así que fuera, a la calle, pero eso sí con el agradecimiento por los servicios prestados, sin especificar a quien.
Y es que la ciudadanía, con el objeto de no aplicar con sus propias manos el derecho a la administración de la Justicia, delega en el Poder Judicial su administración, revistiéndole de autoridad para ejercer ese Poder. Así pues son Jueces y Fiscales quienes por delegación deben cumplir con ese deber y de esa manera sustraer al ciudadano de posibles enfrentamientos con sus congéneres y de esa manera evitar que la sangre llegue al río. Pero nos estamos encontrando con un Poder Judicial que lejos de cumplir con su tarea parece promover la impunidad. Puede sonar muy fuerte cuanto digo, pero es la pura realidad. Y para muestra sendos botones: los reiterados casos de violencia de género en los que la sanción al agresor es irrisoria cuando no inexistente, como el caso del fiscal en libertad, agresor de su hermosa y ahora desfigurada pareja. Y ya no digamos cuando es el mismísimo Presidente de la Sala Penal Permanente y miembro de Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia del país Sr. Villa Stein el que con sus sentencias exculpatorias en procesos de casación viene sentando jurisprudencia nefasta y peligrosa para el buen desenvolvimiento de la Justicia al contravenir pronunciamientos emitidos anteriormente por la misma Corte Suprema y ratificados por el Acuerdo Plenario Nº 02/2011 de la misma Corte. Y todo por las luchas intestinas dentro del mismo ente. Sin duda que las sentencias dictadas son consecuentes con su trayectoria conservadora, como haber sido profesor de la Universidad de Navarra(España), propiedad de la recalcitrante “Obra” del Opus Dei, por una parte, y por otra ser simpatizante del fujimorismo como está mostrando reiteradamente. Como digo, sus recientes sentencias casatorias como la de la Municipalidad del Santa Nº 782/2015 y la de la Municipalidad de Ayacucho Nº 841/ 2015 junto a la exculpatoria de Alberto Fujimori en el caso de los diarios chicha están sembrando la alarma no sólo social sino también la fiscal, al sentar jurisprudencia y liberar de carga procesal a delincuentes y corruptos actuales y futuros. Ha tenido que ser el mismísimo Fiscal de la Nación,  don Pablo Sánchez el que se dirija por escrito el pasado día 8 del presente al Presidente del Poder Judicial, don Víctor Ticona, mostrándole su preocupación institucional por esas sentencias que “podrían beneficiar a personas procesadas como cómplices primarios en delitos de corrupción de funcionarios” y también “permitiría la liberación de un gran número de personas implicadas en delitos especiales”. Por todo ello “solicita al Presidente del Poder Judicial disponga la realización de un Pleno Casatorio de Jueces penales de la Corte Suprema para que evalúen este grave problema suscitado en la administración de Justicia”. En el caso del Santa viene a decir que si uno de los acusados como es el caso del tal Agapito, no es funcionario público y no ha contravenido directamente alguna norma de desempeño personal, no puede ser condenado como cómplice. Y en el caso de la alcaldesa al no tener desbalance hay que aplicarle el supuesto de honestidad. Muy bueno, don Javier. El caso de Ayacucho es el de unos trabajadores de su Ayuntamiento que amañaron dos contratos y se demostró en el juicio su ilegal proceder, pero que la sala consideró que no es posible que se produzca el delito de negociación incompatible cuando el Estado contrata en casos de emergencia y las irregularidades se subsanan en el plazo de 10 días. Según esa sentencia y la jurisprudencia que sienta, se ve de color de hormiga la casación presentada por la Fiscalía del Santa que será resuelta por  este mismo Tribunal,  ante la absolución en segunda instancia de la misma alcaldesa y su primer regidor  Julio Cortez por malversación de fondos del programa de saneamiento “Agua para todos” en el que fueron condenados a 4 años de cárcel. Y lo que ya ha sido rizar el rizo es la absolución de Alberto Fujimori en el caso de los diarios chicha. Viene a decirnos que debemos creer que Fujimori que comía en el SIN todos los días con Montesinos, no sabía lo que cocinaba su segundo. Además dice que Fujimori, no tenía responsabilidad en la custodia de los fondos del Estado, cuando en sentencias anteriores se dijo, o mejor dicho se argumentó y condenó por lo contrario. Sin desperdicio todo. A la vista de lo acontecido su abogado ya anuncia el retiro de la solicitud de indulto pues la vía judicial se ve bastante más expedita y directa para mandarlo a su casa. Recordemos las palabras de la congresista Chacón: “Tiene que salir por la puerta grande”, que parecen una premonición de lo que está ocurriendo y se avecina. Con todo esto, más lo que se queda en el tintero, coincidirán conmigo que no es casualidad que el lema más utilizado durante la manifestación “Ni una menos” haya sido “Poder Judicial, vergüenza nacional”. Es por todo lo dicho y muchísimas cosas más que la ciudadanía reclama, en su derecho, una profunda renovación del Poder Judicial ante la desidia y estado lamentable en que se encuentra a pesar de los esfuerzos de probos funcionarios que incluso tienen que soportar los insultos de alguno que dice ser colega.
Moraleja: “Juez que ha sido delincuente, ¡qué fácilmente perdona!”( Pedro Calderón de la Barca).
Así sea.

El Vigía. 

sábado, 20 de agosto de 2016

ARTÍCULO: CIVISMO Y VIOLENCIA


En el artículo anterior del lunes pasado, hacía referencia al concepto general de civismo así como de algunos ejemplos de la vida diaria en los que prima todo lo contrario, el incivismo, y me dejaba de señalar una serie de actos que como tales también había que denunciar. Por ejemplo la utilización de la vía pública como meódromo de la ciudad y más en concreto la Vía Industrial. El transporte urbano e interurbano, en los que prima la falta de higiene, precio abusivo y feas maneras en los primeros, mientras en los segundos sabes a qué hora sales pero no a la que llegarás; pagas un pasaje de bus cama y viajas en uno convencional, anunciándote el cambio por avería en el contratado cinco minutos antes de la salida, y todo ello en un viaje nocturno de ocho horas ( Chimbote-Piura), para al volver al día siguiente, ser despertado a las cuatro de la madrugada en el terminal de Trujillo y también por avería tener que cambiar a otro autobús convencional para poder llegar salvo, aunque bastante dolorido al final de trayecto. Y todo esto gracias a América, agencia titular de las gracias que les cuento. Y para más inri, el viaje de vuelta de Lima con toda mi familia hace un par de semanas en que tras salir a las 11,50 de la noche y algo más de una hora de trayecto, se me ocurrió solicitar “por favor” a la azafata apagar la luz para descanso de niños y mayores. Y la respuesta, airada y destemplada que obtuve fue: “Está bien, pero se han quedado sin refrigerio”. Como lo leen. Pocos echamos en falta a esas horas el refrigerio que se nos negó pues el cansancio era mayor que el apetito. Incivismo puro y duro pues no se trataba de cortesías o favores sino de servicios pagados que había que ofrecer al usuario. Así que ya saben con quién no viajaré más.
Pero cuando se pierden las formas de respeto al prójimo, a la naturaleza o a las cosas y se utiliza la violencia estamos ante figuras delictivas que ya no sólo son incívicas sino que pasan a ser consideradas como delitos graves. Así, dar un puntapié a un perro, agredir de palabra u obra a un agente de la autoridad, o hacerlo con un semejante mujer, hombre o niño es un delito. Delito graduable en función de su tipología. Aunque todos son delitos, no es igual un bofetón a un niño, que a un agente de la autoridad, que una agresión sexual a un semejante, varón o hembra.
El pasado día 13 fuimos testigos de una multitudinaria manifestación en la que miles de ciudadanos, en su mayoría féminas, bajo el lema “NI una menos”, dieron una auténtica lección de solidaridad de género rechazando la la violencia ejercida sobre ellas, así como la denuncia de la inacción social ante tales hechos. Violencia física unas veces, psicológica otras, laborales en bastantes casos y sexuales en otros. Y además la indiferencia social con la que hasta ahora es considerada una mujer pateada, violada o vejada en su dignidad. Todos hemos sido testigos de la indiferencia y pasividad con la que son tratadas auténticas víctimas de la violencia machista en casos flagrantes de más que violencia, salvajismo, en alguna ocasión al intentar, abochornadas poner una denuncia en comisaría o que el médico legista quite importancia ante un rostro desfigurado por los golpes incluida fractura del tabique nasal y certifique ”lesiones leves”. En la manifestación se hizo patente el desprecio y la indignación de los ciudadanos hacia una serie de estamentos del Estado a los que se responsabiliza por su tibieza o poca sensibilidad social. Tanto el legislativo, con unas leyes inentendibles donde dar un bofetón a un guardia vale 8 años de cárcel y patear a la parienta la absolución. El Poder Judicial con su tibieza y falta de rigor; la policía con su pasividad e indiferencia ante las denuncias; la educación pusilánime que enseña que una violación depende del largo de la minifalda o del tamaño del escote. Todo esto, ante un machismo desmedido y potenciado por una sociedad virilizada erróneamente, hace que todas esas fuerzas antes mencionadas tengan que reaccionar rápidamente ante el peligro de perder la poca credibilidad que les resta en la sociedad. Está dándose el caso de mujeres vejadas y masacradas que no denuncian las agresiones e incluso si lo hacen terminan retirándola para evitar males mayores.
Es fundamental que todos los estamentos sociales involucrados y ya nombrados reaccionen, pues a partir de ese día 13 algo ha cambiado. Algo se ha puesto en movimiento y aunque de forma lenta será inexorable y es el despertar de la mujer. Con la Revolución Industrial a finales del XIX, la mujer termina por incorporarse al mundo del trabajo y empieza a desarrollar un nuevo rol social. Su función ya no es sólo reproductora y de cuidado de la prole sino que acompaña al varón en el mantenimiento de la familia. Empieza a desarrollar funciones economicistas. Aunque cambiar aspectos culturales y psicosociales como los vigentes es bastante costoso. Es muy difícil cambiar lo que hemos aprendido y mamado en la infancia, pero sí podemos abrir nuestras mentes a una nueva visión de la mujer. Somos una sociedad retrógrada  que la maltrata y la considera inferior. La visión de la mujer no cabe ceñirla exclusivamente a la mirada lasciva y de deseo. No lo hacemos con nuestras hijas, ni con nuestras madres. Debemos abrir nuestras mentes pues permanecer en el temor a la independencia de la mujer, que al fin y al cabo es el problema que subyace, no puede ensombrecer nuestra relación con ellas. Son los sectores conservadores los que han transmitido aquello de que el lugar ideal y natural de la mujer es el hogar y las faenas de la casa, cundo lo más justo y democrático es la igualdad en todos los ámbitos: escuela, universidad, trabajo, política y familia. Y es ahí, en la escuela donde debe iniciarse el desarrollo de la igualdad de derechos y obligaciones promoviendo la paz y la armonía social, para más tarde reafirmarlo en la etapa universitaria. Son nuestros jóvenes los que tienen que crecer con una educación en la que prime el respeto a la diversidad de género y cultura. Y todo ello con el fin de conseguir una sociedad más unida al mismo tiempo que libre, solidaria, y respetuosa de todos y cada uno de sus integrantes. Y mientras todo ello se anda, que no es sólo cosa de la educación, los demás actores sociales: Legislativo, Justicia, Ministerio Público, Policía y Médicos Legistas deben empezar a hilar bastante más fino de lo que lo vienen haciendo hasta la fecha o pronto se encontrarán con más de la mitad de la población dándoles la espalda.
Moraleja: La educación es la vacuna contra la violencia. (Edward J. Olmos)
Así sea.
El Vigía.

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viernes, 12 de agosto de 2016

ARTÍCULO: CIVISMO


Cuando alguien cumple con sus deberes de ciudadano, respeta las leyes y participa con ello en el correcto funcionamiento de la sociedad y el bienestar de los demás miembros de la sociedad decimos que tiene un comportamiento cívico. El civismo, también conocido como urbanidad, marca las pautas mínimas de comportamiento social que nos hacen vivir en armonía dentro de la colectividad. Ese término civismo tiene su origen en dos palabras  latinas, “civis” que significa ciudadano y “civitas” que quiere decir ciudad. En pocas palabras puede considerarse como el buen comportamiento de la gente cuando convive en sociedad. El civismo a grandes rasgos está considerado como el respeto al prójimo, a la naturaleza y a los objetos o útiles que nos rodean, y está basado en una buena educación, una correcta urbanidad y una adecuada cortesía. La educación, que se inicia y desarrolla en la familia con la ayuda del colegio o escuela, la urbanidad o reglas conductuales propias de la urbe y finalmente la cortesía o trato esmerado con nuestro prójimo. Las normas cívicas pueden variar de un país a otro como por ejemplo en Inglaterra donde se circula por la izquierda y aquí se debe hacer por la derecha; en Alemania, la cortesía de saludar con dos besos a las féminas no está bien visto, basta con un apretón de mano, que en los países orientales se sustituye con una leve inclinación o reverencia sin contacto personal. Como vemos pueden variar en algunas cosas pero de lo que se trata es de respetarse mutuamente para convivir felizmente. Pero no solo a las personas sino también a la naturaleza, en forma de parques y jardines, y al mobiliario urbano, como son bancos, papeleras y útiles. Cuando la persona no cumple ese rol decimos que se es incívico, gamberro, energúmeno o vándalo. Llegados hasta aquí podemos tener una sucinta idea de lo que entraña el civismo ciudadano y hacernos una idea de la situación en que nos encontramos en lo referente a ese término social. Veamos.
La circulación viaria, urbana como interurbana y tanto de peatones como de pasajeros es auténticamente caótica y peligrosa y en lo referente a conductores, en numerosísimos casos delincuencial. No hay más que ver los índices de siniestralidad para percatarse del altísimo incivismo existente. No se respetan señales, luces, bocinas, preferencias, velocidades, etc etc. Se desconocen total y absolutamente las normas de circulación con demasiados energúmenos al volante, y los responsables de hacerlas cumplir o también las desconocen o lo parece por su inoperancia. Incivismo total.
Otro aspecto en el que se ve el desarrollo cívico de un pueblo es el ruido producido en su día a día. Y sus noches correspondientes. Entendiendo por ruido cualquier sonido que por su intensidad resulte desagradable al oído. Y también el lugar donde se produce. Por ejemplo, no es lo mismo tocar insistentemente la bocina a las puertas de un hospital que hacerlo junto al Vivero Municipal. El ruido aquí producido es elevadísimo, pues supera ampliamente los estándares permitidos (no sobrepasar los 80Decibelios), llegando a más de 100 Db. y originando la aparición de futuros sordos en potencia. Y ya no digamos el ruido nocturno con las fiestas, mejor dicho bacanales del incívico vecino, desalmado energúmeno, que mete sin pedírselo su juerga en las casas colindantes, desde horas del mediodía a altas horas de la noche, impidiendo el descanso reparador diurno y nocturno de niños, adultos y mayores. Y cuando solicitas el auxilio correspondiente te dicen que se trata de una propiedad privada en la que prima la autoridad del dueño. No es incivismo es gamberrismo.
Recientemente se han instalado en algunas zonas de la ciudad unos acertadísimos gimnasios al aire libre para solaz y entretenimiento de los ciudadanos. Pues bien, poco han podido los vándalos de costumbre que los han inutilizado. Como lo leen. Y eso que tanto el Consistorio Municipal como Síder Perú previendo la existencia de esos bárbaros los construyeron de sólido metal. Pues poco han podido que se los han cargado, desde serrarlos, a cortar los asientos y desvencijarlos. Este es un ejemplo de la falta de respeto al mobiliario urbano, denominada bestialidad.
En casa tenemos una mascota, un perro pastor holandés, Toby, que entró en nuestras vidas para entre otras cosas ayudar a mi pequeño hijo que tenía miedo a los animales. Hemos conseguido el objetivo propuesto, que perdiera su temor, y ahora no puede pasar el uno sin el otro. Pues bien, el idilio ha estado a punto de romperse y todos nosotros quedarnos sin Toby. Y Toby sin vida. Resulta que la junta de vecinos del parque próximo a casa, donde pasea mi hijo con su perro, estaban estudiando la bestial propuesta de algunos en el sentido de, agárrense, poner comida envenenada para erradicar la presencia de los canes que ensuciaban el recinto. Enterado de la posibilidad de tal barbaridad, me puse en contacto con un miembro de la junta directiva que parece trasladó al resto mi disconformidad y consiguiente propuesta disuasoria. Por una parte y dada la presencia continuada del serenazgo, sancionar a los dueños de los canes que no recogieran sus excrementos y la sugerencia alternativa de la creación de dos “pipicanes” en entrada y salida del parque. “Pipicanes” consistentes en pequeños recintos cuadrados de 4X4 metros a modo de empalizada de 50cm de altura, a cielo abierto, con puerta de acceso, arena y tierras diatomeas en su interior. Estos recintos están en muchas ciudades cívicamente desarrolladas. Parece que ha surtido efecto, no lo de los “pipicanes”, sino lo de la paralización de los envenenamientos masivos. Algo es algo, ¿civismo?, está por ver.
El martes de la semana pasada, día del espectador acudí con mi familia al cine Bahía, a la sesión de la 5,45. Cual fue nuestra sorpresa al indicársenos en la entrada que no podíamos entrar con las meriendas y ante nuestro reclamo el portero nos señaló sendos carteles que rezaban: “Prohibido el ingreso de alimentos y bebidas ajenos a este local”. O sea, nos castigaron sin merienda. A la vista de lo visto, el pasado viernes volví para fotografiar los anuncios que continuaban en la puerta y que el portero intentó en vano que no retratara. Y al final muy amable y condescendiente, me dijo: “si quiere puede traer sus cosas pero en un bolso, no en la mano y a la vista, así no podrá entrar”. O lo que es lo mismo: tenemos que llevar bien escondiditos nuestros refrigerios, y lo que desconozco es si podremos tomarlos con los ojos abiertos o tendremos que cerrarlos al proyectarse la película. Hace falta ser muy bruto para establecer esa incívica norma. INDECOPI, ¿dónde estás?
Moraleja: Y todo lo dicho, en un pueblo solidario, hospitalario y fraternal. 
Así sea.

El Vigía

viernes, 5 de agosto de 2016

ARTÍCULO: CARA DE JUEZ


Recuerdo que en mi infancia, jugábamos entre otros muchos, a uno que se llamaba “el juego de las caras”. Consistía en la interpretación por medio de gesticulación de diferentes caras que un amiguito ponía y por turnos debíamos ir descubriendo. Había numerosas caras que eran interpretadas por cada uno de nosotros y la lista era muy larga. Pero a manera de recordatorio voy a citar, rememorando aquellos felices días, algunas de las más repetidas. Estaba la “cara feliz”, sonriente y risueña; la “cara triste”, apagada y con puchero infantil; la “cara de cañón”, muy seria y disgustada; la ”cara de perro”, con hostilidad o reprobación; la “cara de pocos amigos” o “cara de vinagre” con gesto adusto y desagradable; la “cara de póker” inescrutable; la “cara de vergüenza” de muy avergonzado; La “cara de juez”, con semblante severo y serio y finalmente la “cara de cemento armado” también conocida como “caradura” con desvergüenza e insolencia. Y no continúo pues la lista sería interminable ya que la inventiva era extensa. Como digo, jugábamos y jugábamos, durante largas tardes sin aburrimientos ni peticiones de auxilio a nuestros mayores para que nos resolvieran  a qué jugar. De todas aquellas caras alguna resultaba difícil de mostrar, pues de niños se trataba y en muchos casos no teníamos ni idea. Y las que mostrábamos eran producto de lo que nos decían nuestros padres pues no disponíamos de otra referencia. No había medios masivos de comunicación como la tv y por lo tanto no sabíamos cómo era el semblante de un juez, o de un caradura. Aunque ahora los medios ya ponen más al alcance de los niños las diferentes imágenes de unos y otros. Sobre todo la de estos últimos, asociados por las criaturas con los golfos y sinvergüenzas que tanto proliferan en la sociedad. Y la de los anteriores, los jueces, no estaría de más se promocionaran un poquito más en directo, en los colegios, para que los críos vieran que son de carne y hueso, no siempre vestidos de negro,  y no son tan severos ni serios como se les pinta, sino justos y asequibles y hasta saben sonreír. O también y por qué no, recibiéndoles en la Corte en días especiales. O como se ha hecho el pasado día 4 en la celebración del Día del Juez, en la que han salido de su Corte para desfilar al aire libre y celebrar ese día tan especial. Día en el que mi hijo, de siete años, ha descubierto que los jueces también son mujeres, que hay juezas, jóvenes y desenvueltas, a diferencia de lo que yo pensaba a su edad que desconocía su existencia y que los varones eran mayores, decrépitos y de mala leche. Y la cosa no era ni es así. ¡Lo que era y es la ignorancia!
Aunque a decir verdad, y sin que me oigan los pequeños, alguno debe quedar por ahí un tanto mayor ya, decrépito y con mala leche, cosa bastante bien sobrellevada por la paciencia y buena educación de sus colegas y también, todo hay que decirlo, por el corporativismo de la profesión. Como ocurre en todas las profesiones. Después vuelvo sobre el tema. 
En esa celebración que fue instaurada 45 años atrás, el 4 de agosto de 1971 durante la dictadura de Juan Velasco Alvarado en conmemoración de la instalación de la Alta Cámara de Justicia, antecedente de la actual Corte Suprema de la Justicia creada por el “Libertador” Don José de San Martín el 4 de Agosto de 1821,  el Presidente de la Corte del Santa, Don Willians Vizcarra Tinedo en su discurso hizo referencia al importante papel que tienen que cumplir en la sociedad, asegurando una justicia autónoma, independiente y rápida. Para terminar diciendo: ”Considero que estamos en el buen camino, hay un compromiso de todos nosotros para hacer las cosas mucho mejor que antes, y así será siempre.” Palabras que confirman y ratifican el firme compromiso de los administradores de la Justicia. Los Jueces.
Como decía antes, de todo hay en la viña del Señor, desde vedettes que solo Dios sabe lo que se creen, desvirtuando el trabajo de otros, hasta finalmente los abnegados, fieles y honestos administradores de la Ley. Hemos tenido recientemente en Ancash el enjuiciamiento en primera y segunda instancia con fallos condenatorios de 7 años de privación de libertad de los prófugos Espinoza y su ex conviviente Agapito, para seguidamente el tribunal de casación presidido por el juez Villa Stein declarar inadmisible la solicitud por defecto de forma pero sí para sentar “doctrina”. Y cuando todos los expectantes ciudadanos, menos claro está, dos, la tal Vicky y el tal Agapito, esperábamos  la resolución “doctrinal” resulta que el tal Villa Stein, nos adoctrina con que los funcionarios públicos tienen todos sus bienes en sus cuentas corrientes o de ahorros y de no hallarse allí es que no existen y que sus familiares enriquecidos injustificadamente al no ser funcionarios resultaría aberrante condenarlos. Doctrina con la que trinan de alegría y satisfacción todos los corruptos habidos y por haber. ¡Y cómo trinan!
Los ciudadanos tienen que saber que el tribunal de primera instancia y el de apelación de segunda instancia actuaron correctísimamente al enjuiciar a los justiciables antes mencionados aplicando una doctrina de casación anterior del Juez Supremo Cesar San Martín. Y el colofón de Villa Stein: “Este no es un tema de lucha contra la corrupción, es un tema de legalidad. De Ripley. Dicho  todo lo dicho, por ahora no resta sino acatar la absurda sentencia, y no digo aberrante por respeto a la alta magistratura. A no ser que ocurra como ya pasó con otra sentencia muy controvertida del mismo Juez que el 20 de julio del 2012 rebajó la pena de 25 a 20 años a los integrantes del Grupo Colina al asegurar que no eran crímenes de Lesa Humanidad (Asesinato de 15 personas en Barrios Altos, la desaparición forzada de un periodista, y la desaparición y asesinato de los 9 de Ancash). Para posteriormente,  el 28 de septiembre del mismo año, la Sala Penal Permanente anuló su propio fallo, eso sí, en ausencia por vacaciones de su Presidente Villa Stein. Desconozco si este año ya ha hecho las vacaciones y sus colegas firmantes de sentencia podrían revertirla. No estaría nada mal.
Aunque algo tarde, me han parecido de una prudencia exquisita las ponderadas palabras del Juez Superior Carlos Maya Espinoza, parte aludida, saliendo al paso de los exabruptos de su colega de profesión. Impropios de una alta magistratura y más propios de algunos aventureros moteros de altas cilindradas como las Harley Davinsond.
Volviendo al juego de las caras les diré que “no es oro todo lo que reluce” pues a veces el engaño acontece cuando bajo una apariencia de “cara de juez” de semblante severo y serio se esconde una “cara de cemento armado” o “caradura” con desvergüenza e insolencia.
Moraleja:” A quien te engañó una vez, jamás le has de creer”.( Dicho popular)
Así sea

El Vigía