domingo, 4 de septiembre de 2016

ARTÍCULO: UN NUEVO ESTILO


Precisamente tenía que ser un hombre de 77 años el que rompiera todos los esquemas habidos hasta la fecha y fuera él quien con su desinhibido y natural hacer nos condujera a ver con sorpresa como se cargaba en pocos días los protocolos hasta ahora existentes en lo que se refiere a la pública imagen de un dirigente político, nada menos que la del Presidente de la Nación. Pedro Pablo Kuczynski, ha eliminado en pocos días, el anquilosamiento, el acartonamiento, y la rigidez protocolar de sus antecesores en el cargo, dando entrada a un aire renovado y fresco como el de un ventilador refrigerador, que diría él. Están quedando desvirtuadas las imágenes dadas por un empequeñecido Ollanta, eclipsado por su esposa Nadine; la de un Alan García aparentando un ser superior con doctorado añadido; la de un Toledo con su hora cabana, que donde dije digo ahora digo Diego. Y todo ello con unos pasos de baile, no sé si torpes, pero desinhibidos y espontáneos; tocando como el flautista de Amelín; dirigiendo la orquesta sin rubor y maestría; demostrando el amor a sus perros, haciéndoles desfilar el 28 de Julio; y en fin, apareciendo en chándal haciendo gimnasia matinal con los ministros antes del Consejo de Ministros, sintiendo e imitando los aires olímpicos. Todo esto, sin duda, ha roto los esquemas de más de uno. Si además unimos a ese nuevo estilo comentarios como aquello de “un poquito de contrabando” dicho con la mayor naturalidad, o aquello otro de “se va a jalar congresistas” cual metida de dedo en ojo ajeno, hacen que sea percibido con la mayor naturalidad por cualquier viandante con el que podamos codearnos diariamente. Al hombre de la calle eso le va, y es que Pedro Pablo está aplicando su espontaneidad que no es otra cosa que el hábito de lo aprendido y practicado cotidianamente en su ya larga trayectoria personal y sobre todo empresarial y profesional: la  empatía, entendiendo por tal, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender sus sentimientos. Sabe perfectamente, que empezar la jornada con unos ejercicios deportivos  oxigena el cuerpo y la mente, que sentar a la mesa en el desayuno a su invitado, con una sonrisa de oreja a oreja, con unos chistes y comentarios  distendidos y sin presiones de ningún tipo, son la mejor antesala de unos acuerdos, una tranquila distensión,  o una exitosa negociación. Y es indiferente a quién se invite, puede ser un cardenal deslenguado, un exministro molesto, un expresidente desautorizado, el presidente de una Multinacional, etc. etc., en todos los casos la afabilidad estará presente y el invitado saldrá convencido de haber sido escuchado, atendido, entendido, y comprendido, que no quiere decir que siempre salga complacido con lo conseguido. Pedro Pablo parece ser amigo de todo el mundo, aunque sabe decir un no rotundo con la mejor de sus sonrisas, sin irritarse ni enojarse, una de las cosas más difíciles de conseguir y sólo al alcance de unos pocos y expertos dirigentes. A sus más cercanos colaboradores, los ministros, al igual que se hace en el mundo empresarial, les ha leído la cartilla, advirtiéndoles de que no será condescendiente con sus absentismos y corruptelas. Y ellos lo saben, y por lo tanto a qué atenerse.
Y ante esa actitud de empatía mostrada por el Presidente como habilidad de su inteligencia emocional ha dejado por una parte en evidencia la falta de tal habilidad en sus opositores (Fuerza Popular) del Congreso, que quizá la confunden con la simpatía, cosa completamente diferente que no abarca los sentimientos, y por otra, este mismo hecho, la inexistencia de empatía en los fujimoristas  ha venido a magnificar la suya propia. Es en el discurso inaugural donde hace gala de una empatía inusual al centrar su contenido en una revolución social, al referirse a la salud, educación, agua y saneamiento y seguridad ciudadana, sin lugar a duda, referentes de las clases más necesitadas y no enfocarlo hacia las inversiones y el capital. Sabe que abordando las necesidades básicas de la población, una vez cumplimentadas, la conflictividad disminuirá y con ella la inversión crecerá. Sobre todo la privada que necesita, estabilidad, proyección y seguridad. Y todo ello aderezado con una amplia sonrisa, como digo antes, de oreja a oreja con la que desarma y atrae al interlocutor alejado de su sintonía. Pero, por qué no decirlo, no solo la sonrisa sino su risa contagiosa, a carcajadas, riéndose de sí mismo o escenificando situaciones hilarantes como la del desfile con el pañuelo sobre su cabeza a modo de pastor del altiplano para protegerse del inclemente sol. Y mientras unos, sus detractores claman y braman  sus salidas de tono, otros, los que conforman la opinión pública, hombres y mujeres de la calle indican con rotundidad a través de las encuestas su acuerdo y apoyo. Encuestas en las que  el incremento de sintonía se ha patentizado de forma muy evidente. Y es que amigos, como diría Groucho Marx esto de la risa es el mejor invento de la humanidad. Uno empieza riendo “de” y al resultar que es contagiosa termina riendo “con”. Es una terapia infalible, para el mejoramiento personal y el acercamiento interpersonal. Ya en la antigua Grecia, cuna de la civilización occidental, filósofos como Sócrates y Platón hicieron referencia a ella. El primero decía, ”la alegría del alma forma los bellos días de la vida“ mientras el segundo definía la risa como “ un ejercicio corporal valioso para la salud”  Y eso es lo que está aplicando con éxito el nuevo Presidente. En el buen gobierno, la sintonía y cercanía con el gobernado es básica y fundamental, además de la obtención de resultados. Pero a veces es aplicable aquello de que “cuando no hay pan buenas son tortas”, aunque no siempre funciona aquello otro de “contigo pan y cebolla”. Hasta los opositores que han estado a “cara de perro” empiezan a dulcificar sus imagen y ya empiezan a mostrar otro semblante bastante más distendido, al darse cuenta que además de no conducirles a nada bueno aquella actitud, su salud puede verse seriamente dañada por la acumulación de bilis. Esto de los buenos modales y la risa abierta, distendida además de contagiosa es cosa muy seria. Tan seria, tan seria, que puede llevar a unos a ganar unas elecciones y a otros a perderlas. Así que, por la cuenta que nos trae, pongamos varias o mejor, muchas risas en nuestras vidas y si es a carcajadas mejor, en la seguridad que saldremos ganando y nuestro hígado, pulmones y corazón lo agradecerán. Y la democracia también.
Moraleja: La sonrisa es la antesala de la risa y ésta la salsa de la vida.
Así sea.

El Vigia.       

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