Hace un par de días, el
sábado, a primera hora de la mañana, al salir de casa, vi a mi vecino
Justiniano calentando su moto lineal y llamando a su mujer y su suegra:”Daros prisa que no llegamos, es muy tarde”.
Salieron de su casa corriendo y se montaron las dos tras él. Ante mi mirada de
extrañeza, Justiniano me dijo: “Es que
parece ser que han prohibido ir dos en una moto y de esta manera vamos los
tres, que no dicen nada y puedo seguir llevando a mi mujer a su trabajo y a mi
suegra al mercado que está allí mismo”.
A la suegra de mi vecino la nueva disposición municipal, que desconozco si ya
es efectiva, le ha hecho un favor, pues ahora va y viene rápidamente sin
atascos de ningún tipo. Y como los agentes de tráfico actuales parecen no ver
ni oir nada pues así nos va. De verdad que más que para reír es para llorar.
La realidad es que el
desconcierto general, ante tanto hecho delincuencial es mayúsculo. Para muestra
mi vecino. Aunque últimamente se están sumando numerosísimas voces hasta ahora
silenciosas que hacen que las alarmas ya disparadas se incrementen y dé la
sensación de que esto no tiene solución y el fin del mundo esté próximo. En
pueblitos próximos a nosotros y con la instigación de los “salvadores” de
turno, cuando un delincuente en grado menor es sorprendido y detenido por las
Rondas, en vez de ser puesto inmediatamente a disposición policial y judicial
es “paseado” por el centro del pueblo para “avergonzarlo” dicen. Y pregunto yo:
¿Qué creen ustedes que ocurrirá cuando esas Rondas detengan a un delincuente en
grado mayor y lo paseen por el pueblo? Esas actuaciones son altamente
peligrosas además de estar fuera de la Ley. No hay razón ninguna para tanta
zozobra, negacionismo y derrotismo. Si, es cierto que la situación es
seriamente conflictiva y hay que evitar los “factores de riesgo” presentes en
el hecho delincuencial que más tarde enumeraremos una vez más. Por ello lo que
no podemos hacer de ninguna de las maneras es denigrar, desairar y afear la
siempre difícil y compleja actuación de las fuerzas del orden, cuya peligrosa
tarea es ni más ni menos que enfrentarse al delincuente, logrando su captura al
mismo tiempo que realiza sus otras complejas tareas, también difíciles, de
investigar en coordinación con el Ministerio Público o Fiscales de turno. Y digo esto basándome en el número
insuficiente de efectivos policiales para investigar y patrullar nuestras
calles. Es urgente incrementar el número de unidades. Así lo ha considerado la
jefatura de la Región Policial Norte al mando del General de la Policía
Nacional del Perú (PNP)D. Ramón Ramos Talledo que junto a cien agentes
realizará la supervisión de diversos
operativos a llevar a término durante estos días en nuestra ciudad.
En el parque próximo a mi
casa comentaban unos “jovencitos” de más de sesenta años:” Ha caído otro más” y otro contestaba: “Si, pues son tal para cual”.
Y un tercero: “Déjalos que “arreglen” sus
cuentas entre ellos, cada vez quedarán
menos”. Aún no estando totalmente de acuerdo con el contenido del final de
la conversación, la realidad de los hechos es que el porcentaje de fallecidos entre
los delincuentes es bastante elevada si nos atenemos a las cifras reales de
victimados. Cosa que a la policía, de forma lógica, le resulte bastante difícil
evitar.
Por otra parte el afán de
protagonismo indudable de algunas personas hace que aparezcan ante los medios de comunicación
como los “paladines” de la denuncia
en unos casos y en otros como los “salvadores”
de nuestra sociedad. Habría que ver qué intereses espurios hay tras esas
personas que en estos momentos manifiestan sus denuncias en unos casos y sus
determinaciones en otros.¿ Acaso es que ya se dio el disparo de salida para las
elecciones regionales del año que viene y para las que faltan todavía doce
meses?. Aquí y ahora sobran politiquillos de medio pelo que se apoyan en sus
colegas para denunciar y relanzar su carrera política en claro oportunismo
cuando todavía tienen pendiente encuentros
importantes con la Justicia. Y esos otros también foráneos oportunistas que hacen de su antigua
profesión el santo y seña para con sus
prácticas rozando el derecho y la justicia establecer dudas sobre la actuación
profesional de quienes se enfrentan día a día a la delincuencia. Sabido es que en sociedades como la nuestra en
la que impera la desigualdad y pobreza de todo tipo, aquellos que gozan de unos
ingresos elevados, no es necesario especificar profesiones, por desgracia son
blanco de la mirada ajena y de la extorsión. Lo que ya no es tan natural ni
normal es que los afectados callen, cedan y paguen, teniéndoseles por hombres
cultos y formados. De esa manera, propiciado por el miedo, lo único que se
consigue es fortalecer al delincuente extorsionador y potenciar la aparición de
nuevos casos. Uno de los “jovencitos” del parque antes aludido, a tal efecto y
con mucha sorna comentaba: “Ahora se
explica tanta huelga con solicitud de
aumento de sueldo”. Sin comentarios.
Por otra parte es de
constatar la edad cada vez menor de que están haciendo gala los integrantes de
las bandas, en su mayoría jovenzuelos, menores de edad que tienen poco que
perder pues carecen de todo. Son auténticos desarraigados sin oficio ni
beneficio alguno que son presa fácil del juego sucio. O sea, son el reflejo del
atraso, la desigualdad y la miseria del sistema que desde hace unas décadas se
vive en el país y más en concreto en Ancash. Así los expertos en prevención
ciudadana corroboran que la inmensa mayoría de las intervenciones policiales son
a jóvenes entre 16 y 25 años, desocupados y provenientes de familias
desarraigadas o lo que es lo mismo, familias sin valores personales ni
sociales.
La situación, francamente
deteriorada y deplorable, no se soluciona únicamente con más efectivos policiales
en la calle, ni con más súper detectives, pues lo único aunque importante que
pueden conseguir será detener al que delinque, pero a los cientos o miles de
potenciales delincuentes que hay detrás y que forman el vivero delincuencial
sólo se les puede combatir con la Prevención del Delito. Y para ello la tarea a
realizar nos compete a toda la sociedad, empezando por los Poderes del Estado y
terminando por cada uno de nosotros. Eliminar los denominados FACTORES DE RIESGO DELINCUENCIALES es
la tarea prioritaria. Estos factores son:
La pobreza, la corrupción, el trabajo infantil, la
desigualdad económica, la incultura, la falta de Justicia Social y la ausencia
de valores personales y sociales.
Todos y cada uno de estos factores son, reitero, los desencadenantes de la
situación actual, que tanta zozobra nos produce.
Por todo lo dicho y expuesto
anteriormente debemos concluir que:
1º) No necesitamos “salvadores”.
Necesitamos trabajadores.
2º) Los politiquillos de
“medio pelo” no sirven a la sociedad.
Se sirvan de ella.
3º) La Justicia y el
Ministerio Público no pueden hacer dejación de sus funciones.
4º) La Prevención ante los
FACTORES DE RIESGO aludidos es vital.
5º) La tarea es dura y larga
pero la única forma conocida de salir de esta situación.
Pongámonos en movimiento
cuanto antes pues el tiempo apremia.
Moraleja:” En democracia el
oportunismo es un mal mecanismo”.
Así sea.
EL VIGÍA.
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