lunes, 14 de octubre de 2013

ARTÍCULO: FACTORES DE RIESGO

                      
El pasado martes día ocho, el día de la celebración del veintisiete aniversario de la fundación del Diario de Chimbote les comenté que tras la ceremonia religiosa me trasladé en taxi a mi domicilio para recoger a mi mujer e hijos para acudir a la fiesta de celebración señalada. Iba sentado junto al conductor del taxi, un tico, cuando aprovechando la bajada que hay para llegar a mi casa, el conductor puso punto muerto y se deslizó tranquilamente por la pendiente sin marcha engranada. Cuando le interpelé acerca de esa peligrosa y prohibida maniobra, se extrañó y adujo que era para ahorrar combustible. La consideró como muy normal y desconocía su prohibición.
Una vez recogida mi familia, en otro taxi transitamos hasta el restaurante campestre de la celebración. Pacté un precio, diez soles, y nos montamos los cuatro integrantes de la familia. Mi hijo que iba en la parte de atrás, me pidió sentarse delante, en mis rodillas a lo que le respondí que no, que estaba prohibido. Inmediatamente me corrigió el conductor diciéndome que no había tal prohibición tratándose de un niño pequeño. Mi hijo siguió atrás. A la altura de Gálvez solicité parase para que mi mujer efectuara una compra de emergencia que realizó rápidamente. Continuamos circulando, cruzando sendos pasos de peatones en los que el claxon fue apartando a cuantos peatones osaron cruzarse en nuestro camino, hasta llegar a una gasolinera en la que estacionó para recargar combustible, cosa que debió hacer antes de empezar a trabajar. Paró el motor, las luces estaban apagadas, pero no así la radio. Cuando el conductor volvió al interior y le dije que había apagado la radio por el peligro de deflagración ante la presencia de cargas electromagnéticas de la radio en posible contacto con los gases del combustible se extrañó pues desconocía tal prohibición y peligrosidad. LLegamos al restaurante campestre y al pagarle se cobró dos soles más de los pactados pues la tarifa había subido por el paro efectuado para las compras de mi mujer. Se perdió los cinco de propina que iba a darle.
Una vez en la fiesta, hubo buena música bailable a base de salsa y merengue que ahora al recordarla se me mueven los pies, la cintura y lo demás, sólo que al emitirse era tal el volumen, por encima de los noventa decibelios,  que llegaba a molestar.
Una vez terminada la fiesta cogimos un nuevo taxi, sentido sur-norte para que nos llevara hasta el complejo Megaplaza ubicado bastante cerca. Cuando llegamos a su altura, pues estaba situado frente a nosotros, en sentido inverso norte-sur, el hábil taxista, giro rápidamente el volante y cruzó la Panamericana de lado a lado con los consiguientes pitazos de los sorprendidos conductores  que por allí transitaban, dejándonos ,eso si, en la puerta.
Ya por la noche y tras efectuar las compras de rigor, pues si allí vas allí comprarás, decidimos volver a casa. Conseguimos llegar al domicilio sin gran novedad, excepto la pequeña tontería de que el taxi iba tuerto pues sólo le funcionaba un faro. Antes, a las tres y media de la tarde, era atropellado y fallecía un pequeño de tres añitos que intentaba cruzar la calzada en la zona del Acero, por un colectivo fuera de su ruta que al parecer conducía por la izquierda de su sentido, pegadito a las rejas del parque y a una velocidad inespecífica pero fácilmente deducible por los metros de arrastre del niño.
Todo lo relatado es la normalidad aquí y ahora del día a día, excepto lo del pequeño que probablemente se  calificará  como de “mala suerte” o si nos descuidamos de “negligencia de su mamá”.
Todo lo anteriormente relatado y verídico sirve para acercar al lector a un mundo real, el nuestro, en el que tanta tarea hay por realizar en el ámbito de la seguridad ciudadana. Aprovecho un pequeño paréntesis para preguntarles a ustedes: ¿De verdad creen que los motoristas en general son los responsables de los casos de asesinato? En todo caso lo que habrá que prohibir es que monten más de dos personas, cosa bastante habitual. ¿De verdad creen que prohibir el paso por Malecón Grau evitará muertes?. ¿De verdad creen que es de recibo contratar al FBI para eliminar el sicariato?¿ Y por qué no se llama a Spíderman y a Batman que sin duda son más efectivos? Por favor, seamos sensatos. Esto no es ninguna película. Está claro que las autoridades civiles están totalmente desbordadas por los acontecimientos, en gran parte por su aparente ineptitud y necesitan un apoyo urgente de los cuerpos de seguridad e investigación del Estado en conjunción con la Judicatura y la Fiscalía que también parecen andar cojas. Es urgentísimo “limpiar” por dentro o al menos aislar del exterior los centros penitenciarios, fuente y origen, quien lo iba a decir, de la extorsión. Cerrar, clausurar y eliminar o en su defecto “controlar” esos lugares nocturnos donde la gentuza de mal vivir y peor dormir planifican y organizan muchos actos delictivos. Claro es que ahí hay muchos dineros e intereses corruptos  contrapuestos. Iluminar, visionar y patrullar aquellas zonas más conflictivas debe ser tarea prioritaria.  Y así sucesivamente muchas, muchísimas medidas más. A esto se le denomina en el mundo de la prevención eliminar los “factores de riesgo”. Para que ustedes lo entiendan, les pondré un ejemplo. Un accidente vascular (infarto de miocardio) viene precedido por unos “factores de riesgo” anteriores tales como, el colesterol, la hipertensión, la glucemia, la obesidad, el sedentarismo, la alimentación, el estrés y otros. Así pues, si eliminamos o rebajamos esos factores de riesgo habremos realizado una buena prevención ante la posibilidad de sufrir ese“accidente” vascular. Y los accidentes puede ser de muchos tipos: vasculares, cerebrales, laborales, higiénicos, viales, delincuenciales etc etc. con sus correspondientes “factores de riesgo”.
Así, volviendo al pasado día 8, lo acontecido en el ámbito vial o de circulación estuvo repletito de “factores de riesgo” concretos como habrán comprobado, y que en uno de los casos, el del “accidente” que le costó la vida al pequeño Leonel que Dios tiene en su Gloria, posiblemente fueron: a) incumplimiento del código de la circulación (al circular por la margen izquierda de su sentido de la marcha, cuando debe hacerlo por la derecha),b) muy posiblemente velocidad inapropiada (fácilmente comprobable por los metros de frenada y arrastre del cuerpo), y c) circulación fuera de su ruta autorizada (con su correspondiente inadaptabilidad o desconocimiento). Al parecer el niño andaba solo pero eso no justifica de ninguna manera el desenlace final.
Lo que sí es evidente, al margen de los “factores de riesgo” viales es el desprecio tan absoluto que muestran la mayoría de los conductores por la integridad de los peatones. Simplemente hay que ver en los pasos de peatones, donde la prioridad es del viandante, cómo no sólo no es respetado sino pitado, rozado, insultado y cuando no atropellado, ante las narices del guardia de turno, que ni se inmuta. Eso se corrige primero con sanción y segundo con educación vial. Y si no, con retirada temporal del brevete, nombre que parece provenir de la brevedad con que se ha preparado y obtenido.
 Otro “factor de riesgo” contrastable ese día fue de carácter higiénico: El ruido ensordecedor de la música atronadora de la fiesta. Por tres veces me dirigí al encargado de la megafonía para que bajara el volumen y alejara unos metros el gran altavoz situado a escasos metros de nuestras espaldas, que impedía una comunicación fluida . No hizo ni caso, pues debía desconocer los perjuicios (agudos y crónicos, encaminando hacia la sordera) que originan exposiciones a una intensidad sonora tan elevada y cercana, superior a los noventa decibelios como era el caso.
Para finalizar, sugiero que el Manual de 224 páginas sobre Seguridad Integral de APROSEC  próximo a recibirse en el Gobierno Regional, no estará de más sea redistribuido entre la ciudadanía por su carácter preventivo, con sugerencias y recomendaciones incluidas.
Moraleja:”Para una seguridad vial solvente conduzca de forma prudente”           
Así sea. EL VIGÍA


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