sábado, 12 de octubre de 2013

ARTÍCULO: ONOMÁSTICA

                             
Aunque lo que les narro a continuación parezca en principio una crónica de sociedad, no pretende serlo, sino la constatación de un hecho relevante acontecido en nuestra ciudad y del que ustedes lectores de este periódico deben tener constancia de él pues al fin y al cabo  son ustedes  los destinatarios del contenido de tal evento.
El pasado martes día 8 se celebraba a nivel nacional el día de la batalla de Angano en la que la escuadra de la marina de guerra peruana al mando del posterior héroe nacional D. Miguel Grau Seminario  era masacrada por el enemigo y ponía fin a la llamada “Guerra Naval del Pacífico” con nuestro vecino del sur. Mientras tanto, aquí , unos cuantos cientos de chimbotanos rendíamos también honores a un prócer de la ciudad que hace once años se fue de nuestra compañía física, transitando a mejor vida, tras dejar un legado que inició ahora hace veintisiete años y que hoy continúa vigente, llamado Diario de Chimbote. Estoy mentando a D. Wilfredo Peláez Gularte  que supo hacer realidad con gran esfuerzo, dedicación e imaginación aquel proyecto que sólo en una mente creativa y emprendedora como la suya podía caber. Por la mañana a las doce del mediodía nos dimos cita los más allegados, esposa, hijos, nietos, demás familiares y amigos  en el cementerio “Divino Maestro” de la ciudad para rendir tributo tanto a D. Wili (para los amigos), como a otros dos de sus más estrechos colaboradores también extintos. Tras la emotiva ceremonia religiosa consistente en sendos responsos y ofrecimiento floral se disolvió la comitiva emplazándonos para reunirnos posteriormente en una comida campestre a las afueras sureñas de la ciudad para celebrar como se merecen los veintisiete primeros años de tan entrañable diario local. En un taxi me trasladé hasta mi casa donde recogí a mi familia y en otro nos trasladamos a la fiesta. De ese traslado escribiré en un próximo artículo.
LLegamos a toda prisa sobre la una y media de la tarde para la comida programada para la una y posterior fiesta de la familia Peláez Olórtegui. El entoldado preparado para la celebración con los colores blanco y rojo, en clara alusión al anagrama del Diario, estaba realmente precioso. Fuimos acomodados por Alfonso, tercer hijo de la saga familiar, tras haber saludado al resto de familiares presentes. Las mesas circulares, muy amplias y engalanadas fueron acogiendo lentamente a los diferentes invitados que profusamente fueron llegando. Familiares, periodistas, empleados, colaboradores, y amigos todos muy bien atendidos por el hijo mayor Wilfredo, el hermano menor y Director del Diario, Javier, el ya aludido Alfonso auténtico motor y organizador del evento, mientras su hermana Irene  atendía solícita a las féminas. En principio la comida, más bien merendola pantagruélica, por la hora de inicio, las cuatro de la tarde, fue verdaderamente suculenta. Más tarde veremos su composición.
Se instaló la mesa principal presidida por Dña. Paula  Olórtegui Ramírez viuda del fundador, acompañada en todo momento por sus hijos, hija, nueras y yerno. La nota simpática y risible, pues todos éramos de confianza la puso el presentador, al que por cierto no le queda un pelo de tonto, con todos mis respetos, cuando involuntariamente hizo por error un “lapsus linguae” según él, en alusión a un diario de la competencia en vez del  auténtico anfitrión que no era otro que el Diario de Chimbote. Una vez hecha la breve presentación del acto festivo iniciaron sus alocuciones el director del periódico D. Javier Peláez y seguidamente D. Wilfredo Peláez. El primero recordó los inicios del periódico, su primera ubicación, sus rudimentarios medios y el desarrollo posterior hasta los momentos actuales. Hizo también alusión y recuerdo al amigo de siempre, antiguo fotógrafo y actual alcalde de Coishco D. Jesús Castillo Mestanza  que había hecho entrega de una hermosa placa conmemorativa de esos veintisiete años de trayectoria del periódico. Finalmente sus palabras fueron para reiterar una vez más el espíritu de servicio hacia ustedes queridos lectores que son los que día a día valoran y juzgan los contenidos del Diario.
El segundo interviniente, Wilfredo, tras una breve semblanza hizo alusión a los quince  por ahora, integrantes de la nueva generación que están llamados a poder continuar con el desarrollo de ese medio de comunicación creado por el abuelo Wili. Salieron a la palestra sucesivamente  un esbelto jovenzuelo que con gran desparpajo dejó constancia al igual que sus otras dos primas que también intervinieron que el futuro del periódico tiene buenos mimbres y además asegurada su continuidad. Todos los intervinientes fueron muy aplaudidos en cada una de sus intervenciones y finalmente se hizo el correspondiente y protocolario brindis deseando larga vida al Diario de Chimbote, en la confianza de que así será.
Y ahora pasamos al contenido de la cuchipanda : una hermosa, suculenta y deliciosa “pachamanca”, muy bien presentada y aderezada  con un excelente y atento servicio, acompañada con una buena música, a veces convertida en ruido por su volumen  un tanto estruendoso, a pesar de mis intentos, por tres veces de que bajaran su intensidad. Su volumen excesivo, por encima de los noventa decibelios hacía difícil la comunicación. Otro día escribiré también sobre esa costumbre.
Tras dar buena cuenta de tan excelentes viandas abrieron el baile los matrimonios respectivos formados por los integrantes de la mesa presidencial e invitando seguidamente al resto de los comensales, que por supuesto tomamos buena nota y nos arrancamos al son de la música. A continuación el bueno de Wili, nos obsequió con un delicioso y suave brebaje, de esos que tumban a un elefante, pero hay que reconocer su excelente suavidad, calidad y gusto.
La fiesta continuó y los ánimos de todos con la alegría propia de unos celebrantes agradecidos por la presencia de tantos y tantos amigos de confianza hizo que pasaran las horas como si fueran minutos. Fue en verdad una celebración de hermandad en la que la sencillez de los organizadores coincidió con la sincera afectividad de los invitados.
Hay veces que en el ambiente de algunas celebraciones pueden vislumbrarse ciertos distanciamientos o frialdades entre los invitados pero la realidad es que en ésta imperó la proximidad, el afecto y el calor que los anfitriones supieron trasladar a cuantos allí estuvimos presentes e hizo que nos sintiéramos como en nuestra propia casa.
Al final de la tarde nos retiramos tras reiterar a esta larga familia nuestro sincero agradecimiento ante tanto cariño y afecto, cosa que fue correspondida. Hasta aquí el refrendo de lo acontecido el pasado día ocho, en el que se patentizó una vez más que las raíces del Diario de Chimbote son profundas, fuertes y resistentes para combatir los embates que puedan aparecer en un futuro y que mantiene su razón de ser en una mejora continua para seguir como siempre al servicio de una ciudad de Chimbote y Región con una  información veraz e independiente.

Ahora y de forma breve quisiera dejar constancia de varias cosas. La primera es que me considero amigo de mis amigos y como éstos lo son, lo patentizo cómo y cuando me viene en gana, como ocurre ahora. En segundo lugar que mi pluma no está al servicio de nada ni nadie que pueda representar para mí opresión o falta de libertad. Y en tercer lugar que mi independencia está garantizada por la no dependencia económica de nadie. Escribo porque me enseñó mi padre, me gusta y siento un gran placer haciéndolo siempre en defensa de la verdad y la libertad en las que yo crecí y en las que me eduqué, y en esta casa me abrieron las puertas para que escribiera lo que quisiera, cosa que vengo haciendo hasta la fecha. Y sólo me resta decir, fuerte y alto: Larga vida al Diario de Chimbote.
Moraleja: “De bien nacido es ser agradecido”. Y yo lo estoy.
Así sea.

EL VIGÍA.   

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