Aunque lo que les narro a
continuación parezca en principio una crónica de sociedad, no pretende serlo, sino
la constatación de un hecho relevante acontecido en nuestra ciudad y del que
ustedes lectores de este periódico deben tener constancia de él pues al fin y
al cabo son ustedes los destinatarios del contenido de tal
evento.
El pasado martes día 8 se celebraba
a nivel nacional el día de la batalla de Angano en la que la escuadra de la
marina de guerra peruana al mando del posterior héroe nacional D. Miguel Grau
Seminario era masacrada por el enemigo y
ponía fin a la llamada “Guerra Naval del Pacífico” con nuestro vecino del sur.
Mientras tanto, aquí , unos cuantos cientos de chimbotanos rendíamos también honores
a un prócer de la ciudad que hace once años se fue de nuestra compañía física,
transitando a mejor vida, tras dejar un legado que inició ahora hace veintisiete
años y que hoy continúa vigente, llamado Diario de Chimbote. Estoy mentando a D.
Wilfredo Peláez Gularte que supo hacer
realidad con gran esfuerzo, dedicación e imaginación aquel proyecto que sólo en
una mente creativa y emprendedora como la suya podía caber. Por la mañana a las
doce del mediodía nos dimos cita los más allegados, esposa, hijos, nietos,
demás familiares y amigos en el
cementerio “Divino Maestro” de la ciudad para rendir tributo tanto a D. Wili
(para los amigos), como a otros dos de sus más estrechos colaboradores también
extintos. Tras la emotiva ceremonia religiosa consistente en sendos responsos y
ofrecimiento floral se disolvió la comitiva emplazándonos para reunirnos
posteriormente en una comida campestre a las afueras sureñas de la ciudad para
celebrar como se merecen los veintisiete primeros años de tan entrañable diario
local. En un taxi me trasladé hasta mi casa donde recogí a mi familia y en otro
nos trasladamos a la fiesta. De ese traslado escribiré en un próximo artículo.
LLegamos a toda prisa sobre
la una y media de la tarde para la comida programada para la una y posterior
fiesta de la familia Peláez Olórtegui. El entoldado preparado para la
celebración con los colores blanco y rojo, en clara alusión al anagrama del Diario,
estaba realmente precioso. Fuimos acomodados por Alfonso, tercer hijo de la
saga familiar, tras haber saludado al resto de familiares presentes. Las mesas
circulares, muy amplias y engalanadas fueron acogiendo lentamente a los
diferentes invitados que profusamente fueron llegando. Familiares, periodistas,
empleados, colaboradores, y amigos todos muy bien atendidos por el hijo mayor
Wilfredo, el hermano menor y Director del Diario, Javier, el ya aludido
Alfonso auténtico motor y organizador del evento, mientras su hermana Irene atendía solícita a las féminas. En principio
la comida, más bien merendola pantagruélica, por la hora de inicio, las cuatro
de la tarde, fue verdaderamente suculenta. Más tarde veremos su composición.
Se instaló la mesa principal
presidida por Dña. Paula Olórtegui
Ramírez viuda del fundador, acompañada en todo momento por sus hijos, hija,
nueras y yerno. La nota simpática y risible, pues todos éramos de confianza la
puso el presentador, al que por cierto no le queda un pelo de tonto, con todos
mis respetos, cuando involuntariamente hizo por error un “lapsus linguae” según
él, en alusión a un diario de la competencia en vez del auténtico anfitrión que no era otro que el Diario de
Chimbote. Una vez hecha la breve presentación del acto festivo iniciaron
sus alocuciones el director del periódico D. Javier Peláez y seguidamente D.
Wilfredo Peláez. El primero recordó los inicios del periódico, su primera
ubicación, sus rudimentarios medios y el desarrollo posterior hasta los momentos
actuales. Hizo también alusión y recuerdo al amigo de siempre, antiguo
fotógrafo y actual alcalde de Coishco D. Jesús Castillo Mestanza que había hecho entrega de una hermosa placa
conmemorativa de esos veintisiete años de trayectoria del periódico. Finalmente
sus palabras fueron para reiterar una vez más el espíritu de servicio hacia
ustedes queridos lectores que son los que día a día valoran y juzgan los
contenidos del Diario.
El segundo interviniente,
Wilfredo, tras una breve semblanza hizo alusión a los quince por ahora, integrantes de la nueva generación
que están llamados a poder continuar con el desarrollo de ese medio de
comunicación creado por el abuelo Wili. Salieron a la palestra
sucesivamente un esbelto jovenzuelo que
con gran desparpajo dejó constancia al igual que sus otras dos primas que
también intervinieron que el futuro del periódico tiene buenos mimbres y además
asegurada su continuidad. Todos los intervinientes fueron muy aplaudidos en
cada una de sus intervenciones y finalmente se hizo el correspondiente y
protocolario brindis deseando larga vida al Diario de Chimbote, en la confianza de que así será.
Y ahora pasamos al contenido
de la cuchipanda : una hermosa, suculenta y deliciosa “pachamanca”, muy bien
presentada y aderezada con un excelente
y atento servicio, acompañada con una buena música, a veces convertida en ruido
por su volumen un tanto estruendoso, a
pesar de mis intentos, por tres veces de que bajaran su intensidad. Su volumen
excesivo, por encima de los noventa decibelios hacía difícil la comunicación. Otro
día escribiré también sobre esa costumbre.
Tras dar buena cuenta de tan
excelentes viandas abrieron el baile los matrimonios respectivos formados por
los integrantes de la mesa presidencial e invitando seguidamente al resto de
los comensales, que por supuesto tomamos buena nota y nos arrancamos al son de
la música. A continuación el bueno de Wili, nos obsequió con un delicioso y
suave brebaje, de esos que tumban a un elefante, pero hay que reconocer su
excelente suavidad, calidad y gusto.
La fiesta continuó y los
ánimos de todos con la alegría propia de unos celebrantes agradecidos por la
presencia de tantos y tantos amigos de confianza hizo que pasaran las horas
como si fueran minutos. Fue en verdad una celebración de hermandad en la que la
sencillez de los organizadores coincidió con la sincera afectividad de los
invitados.
Hay veces que en el ambiente
de algunas celebraciones pueden vislumbrarse ciertos distanciamientos o
frialdades entre los invitados pero la realidad es que en ésta imperó la
proximidad, el afecto y el calor que los anfitriones supieron trasladar a cuantos
allí estuvimos presentes e hizo que nos sintiéramos como en nuestra propia
casa.
Al final de la tarde nos
retiramos tras reiterar a esta larga familia nuestro sincero agradecimiento
ante tanto cariño y afecto, cosa que fue correspondida. Hasta aquí el refrendo
de lo acontecido el pasado día ocho, en el que se patentizó una vez más que las
raíces del Diario de Chimbote son profundas, fuertes y resistentes para
combatir los embates que puedan aparecer en un futuro y que mantiene su razón
de ser en una mejora continua para seguir como siempre al servicio de una
ciudad de Chimbote y Región con una
información veraz e independiente.
Ahora y de forma breve
quisiera dejar constancia de varias cosas. La primera es que me considero amigo
de mis amigos y como éstos lo son, lo patentizo cómo y cuando me viene en gana,
como ocurre ahora. En segundo lugar que mi pluma no está al servicio de nada ni
nadie que pueda representar para mí opresión o falta de libertad. Y en tercer
lugar que mi independencia está garantizada por la no dependencia económica de
nadie. Escribo porque me enseñó mi padre, me gusta y siento un gran placer
haciéndolo siempre en defensa de la verdad y la libertad en las que yo crecí y
en las que me eduqué, y en esta casa me abrieron las puertas para que
escribiera lo que quisiera, cosa que vengo haciendo hasta la fecha. Y sólo me
resta decir, fuerte y alto: Larga vida al Diario de Chimbote.
Moraleja: “De bien nacido es
ser agradecido”. Y yo lo estoy.
Así sea.
EL VIGÍA.
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