Hace un par de semanas muy de
mañana, al pasar por la Avda. José Pardo de nuestra ciudad me llamó la atención
una larga cola de ciudadanos a las puertas de la Corte Superior de Justicia.
Cualquiera bien pensado hubiera deducido que se trataba de algún evento deportivo o,
unas grandes rebajas comerciales, la apertura de un nuevo banco, la boda de
algún Magistrado o cualquier cosa similar, aunque el lugar no era el adecuado,
pero…………..aquí es posible cualquier cosa.
Me acerqué y pregunté: “¿Qué ocurre?” Y me contestó una señora
muy coloradita: “Ha venido la Ocma y
vamos a presentar las quejas”. Inmediatamente pensé en la importancia que
debía tener tal señora que congregaba a tanta gente a hora tan temprana y a la
que iban a quejarse todas ellas. Continué inquiriendo:”¿ Y de donde viene la señora?”. Con cara de extrañeza, dijo: “¿Qué señora?”. “La señora Ocma” contesté. La señora coloradita me miró de arriba a
abajo despectivamente, se dio la vuelta y me dio la espalda. Gracias a que un
señor que también hacía cola, estaba oyendo la conversación y llevaba unos
segundos riendo, me contestó, sin dejar de reir:” Viene de Lima y no lo hace
sola, pues siempre va acompañada”. Cuando yo, algo inquieto por la actitud
de una y otro le pregunté por qué se reía, el hombre muy educado me explicó
quién era realmente la OCMA. Ahora el coloradito era yo y no precisamente por
el calor sino por la vergüenza que me embargaba. Tengo que confesar que como
nunca tuve tratos con la Justicia desconozco bastantes cosas de ella.
Él fue quien me puso al
corriente, de forma amplia, de lo que hacía la Oficina de Control de la
Magistratura (OCMA). En síntesis, una visita en este caso de tres días para
controlar la asistencia, permanencia y puntualidad, así como revisión de
despachos, expedientes, libros y equipos informáticos de la Corte de Justicia
del Santa sin olvidar la recepción de quejas escritas o verbales de aquellos
ciudadanos que no están de acuerdo con la actuación de sus Señorías Magistrados,
ayudantes o auxiliares en los litigios que sustentan. Así en la cola había de
todo, desde gente embargada en su negocio, pasando por alumnos expulsados de la
Universidad, continuando por profesionales de la comunicación querellados, y
terminando por un ex consejero regional sufriente de intento de asesinato. En
síntesis, la OCMA es como unos “asuntos internos” fiscalizadores de la
actuación de la Magistratura.
Finalmente he sabido que se
atendieron un total de setenta y nueve (79) quejas, de las cuales setenta (70)
fueron resueltas y nueve (9) formalizadas o pendientes de resolución. Y que
efectivamente era una señora, la Dra. Marcela Arriola Espino la que encabezaba
el séquito llegado de Lima pues es la jefa de la Unidad de Visitas y Prevención
(UVP) de la OCMA, junto a otros Magistrados y sus respectivos asistentes. Al
final resultó que yo no iba tan desencaminado pues se trataba de una señora,
aunque con otro nombre: Marcela.
Iniciaron su actuación, por
cierto con una agenda muy repleta de visitas y gestiones el día 18,
culminándola el 20, tras la preceptiva reunión con D. Samuel Sánchez Melgarejo
presidente de la Corte Superior de Justicia del Santa en la que firmaron un acta preliminar donde se
plasmaron algunas recomendaciones para continuar mejorando el servicio de
justicia que se brinda en esta Corte, y que es de esperar surtan el efecto
deseado. Hasta aquí lo trascendido de tan, al parecer, esperada presencia de la
OCMA.
Y digo tan esperada pues al
decir de bastantes de los que hacían cola, allí presentes, sus reclamos
anteriores en la misma Corte no surtían efecto alguno y relataban la seriedad
que caracterizaba a la OCMA, en quien depositaban sus esperanzas de ser no solo
escuchados sino ver solucionados sus problemas con la administración de ese
Poder tan necesario en un estado de derecho que se llama Justicia. Al fin y al
cabo emana del pueblo. Así, relataban experiencias anteriores en las que la
acción de la OCMA había sido muy positiva.
La Justicia que nace como
Poder independiente para controlar las extralimitaciones de los otros Poderes,
Ejecutivo y Legislativo, fundamentalmente del primero, pierde su autoridad y
por tanto su credibilidad cuando en connivencia con aquél pierde su libertad.
Sabido es que los
administradores de esa Justicia, los señores Magistrados son hombres como tú y
como yo querido lector, a los que hemos revestido de esos poderes para que en
nuestro nombre la administren y al ser como nosotros personajes de carne y
hueso están sometidos a las mismas debilidades y pecados que cualquier mortal.
Además como en cualquier otro estamento del Estado sus integrantes pueden estar
sujetos al “espíritu de corporativismo”,
nefasto y peligroso por lo que entraña de defensa mutua e interna a
ultranza de sus integrantes, en bastantes casos sin razón y entonces su
actuación va en detrimento de los
litigantes. De ahí la importancia de la OCMA, para velar por la rectitud y
honestidad de ese bien tan importante en nuestras vidas llamado Justicia.
También sabido es, que ese
“espíritu corporativista”, allá donde se da,
al tapar y proteger intereses particulares propios en vez de los
intereses colectivos generales conduce a la presencia de ese flagelo llamado
corrupción tan presente en las instituciones. Y la Justicia no parece ser una
excepción. Recientemente Robert Klitgaard, Catedrático de la Universidad de
Claremont (EEUU), especialista internacional en la lucha contra la corrupción
ha estado en Lima y en entrevista concedida a un medio nacional (El Comercio) decía:
“Aquí, en el pueblo peruano, la
percepción de la Justicia está corrompida y eso es muy serio, eso es pecado
mortal en la corrupción”. También dice: “Un
castigo efectivo reduce la posibilidad que yo vuelva a cometer el acto
corrupto………………………….sin embargo hay que pensar en sistemas de prevención”. Y
dentro de la Justicia es precisamente la OCMA la que no debe tener sólo
actuaciones coercitivas y punitivas sobre los Magistrados y servidores
judiciales corruptos sino que necesariamente debe ampliar sus acciones
preventivas como contralor de la judicatura.
Por otra parte sería
interesante conocer el número de denuncias penales y civiles por corrupción que
se han presentadado en esta Corte, así como el número de sentencias dictadas y
cuántas de ellas han sido favorables al Estado. Digo esto porque a nivel nacional
los datos aportados por el Poder Judicial y la Contraloría son contradictorios
y al parecer alarmantes.
Para terminar, como digo más
arriba, es de esperar que las recomendaciones, según el Sr. Sánchez Melgarejo “sobre temas menores”, plasmadas por escrito al
final de la visita de la OCMA para el mejoramiento de la actuación de la
judicatura, resulten beneficiosas y sirvan para corregir los desvíos que hayan
podido producirse, al mismo tiempo que se mejora y restablece la muy deteriorada
confianza por la actuación de algunos Magistrados. No hará falta recordar que
los pilares de la corrupción son la
falta de transparencia, la
discrecionalidad y el corporativismo.
Gracias por su visita de
trabajo Doña Marcela y compañía. No tarden mucho en volver.
Moraleja:” Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía” (Séneca)
Así sea.
EL VIGÍA.
Nota: CORPORATIVISMO:
Tendencia de un grupo de personas que pertenecen a una misma profesión a
defender o extender sus intereses y derechos particulares sobre los generales.
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