LA REBELIÓN DE LOS SEMÁFOROS
Las
máquinas también tienen su corazoncito y de vez en cuando reaccionan
enérgicamente, convirtiéndose en algunos casos en el centro de todas las
miradas, nunca mejor dicho, negándose a realizar la función para la que fueron diseñadas.
Y ya no digamos si su hábitat está en la calle y en contacto con la gente, con
mucha gente, a la que ven su continuo ir y venir y oyen sus inquietudes
cotidianas. Como les ocurre a los semáforos, cuyo ancestro originario se
remonta a casi 150 años, cundo se instaló el primero de ellos un 9 de diciembre
de 1868 en la ciudad de Londres. Así que pertenecen a una gran familia con
pedigrí reconocido y a los que hay que tratar con la atención que merecen. Se
hallan sometidos al ajetreo extenuante donde los haya de la ciudad por el
trajinar continuo de personas y vehículos. Lugar estresante por los mil y un
comentarios que se lanzan al aire, tonos de los transeúntes y la vocinglería de
los vehículos (que feo terminar tiene esta palabra), que por allí transitan.
“Adiós fulanito, adioooos que llego tarde” o “Quítate de en medioooo que te
atropello” o “Hasta mañana amor, pensaré mucho en ti mi vida” o el “Piiii,
piiii, piiiiiiiiii” del agente ante el caso omiso del transeúnte que cruza hablando por su celular, o el
“chirriar de los frenos del Fittipaldi de turno” unido al juramento o blasfemia
emitida o también “A él, a él, cójanlo, cójanlo, me ha robado la cartera”. Y
ahora multipliquemos todo esto
diariamente por mil. Analicen ustedes si todo ello es agotador o no.
¡Pobres semáforos! Algunas de estas máquinas, han sido erróneamente denominadas
inteligentes, como unos Einsteins mecanizados. La verdad es que de inteligentes
tienen bastante poquito pues lo máximo que ejecutan es lo que se les planifica,
cuando el técnico lo hace, según la robótica moderna, en continua evolución.
Así lo demuestra el que no hayan llegado a funcionar en ningún lugar todo lo
bien que de ellos se esperaba y se empiecen a reemplazar por la tecnología
inalámbrica con la que medios de transporte masivo y emergencias, dotados de
equipos informáticos emisores y receptores digitales de señales de radio de muy
corto alcance, permiten que los vehículos que los portan al acercarse al
semáforo equipado con otro similar, ambos dispositivos se conecten entre si
y después de verificar el código de
autorización se dé vía libre al autobús o ambulancia. Esta última aunque no es
una tecnología muy extendida, por su novedad, puede ir creciendo su uso según
los resultados que se vayan obteniendo en el futuro.
Aunque eso sí, su paciencia no parece tener
límites. Aparatos más persistentes en su actuación, un día sí y otro también,
haga frío o calor, llueva o no, son difíciles de encontrar. Además de
demostrarnos diariamente buen humor con sus continuos “guiños de ojos”, a pesar
de todo lo que soportan. Guiños no solo a las hermosísimas agentes de tráfico
de la PNP, que de vez en cuando los contradicen con aquello tan femenino de
“Querido, aquí mando yo”, sino hasta los iracundos conductores de cualquier
comité que los ignoran y desprecian. Así, su color natural rojo intenso ha
evolucionado a un rojo desvaído, su verde esperanza en un verde caduco y el
amarillo oro ya ni se ve. Pero claro,
como decía antes, también tienen su corazoncito y aguantar el duro trato que
reciben un día tras otro es difícil. Y más cuando oyen decir por una parte, que
son costosísimos y por otra se presume de ellos sin apenas prestarle la
atención técnica que necesitan y merecen, mientras el político de turno se
marca el “pegote” de que “Hemos traído”
unos aparatos muy modernos o “´Hemos modernizado” la ciudad. Donde prevalece lo
de “Hemos” a costa de lo de modernos, que no lo son. Y si además de todo lo
dicho que es mucho, los semáforos se enteran de que están, según peritaje, sobrevalorados,
entonces se cabrean, en mi opinión de forma justificada, pierden su
paciencia y se rebelan de brazos caídos.
Así que el que dejen de “guiñarnos” sus redondos ojitos, no es más que una
justa respuesta ante el mal trato recibido. Y su huelga, que ya lleva muchos
meses de duración, viendo lo sucedido desapasionadamente, hay que considerarla
como muy justificada. Muchísimo más que la de los médicos y los funcionarios
judiciales juntos. Como también lo es que
en su día se abrieran diligencias judiciales para saber qué es lo que ocurría
ante tanta luz apagada. Y al parecer se encontró con que aquellos humildes
semáforos, consignados como inteligentes eran unos dignísimos miembros
pertenecientes a la familia, pero con un coeficiente intelectual normalito. O
sea que de inteligentes, con todos los respetos, poquito. Más bien normalitos.
Lo que pudo ocurrir es que fueran confundidos con unos familiares lejanos que
sí se harían acreedores a tal sobrenombre. Sea lo que fuere, inteligentes o no,
la realidad es que lo que se pagó por ellos estuvo sobrevalorado, según
peritaje, en unos pocos millones de soles. Algo más de tres. Soles que alguien
tendrá que devolver al erario público si la resolución judicial así lo
determina, además de la exigencia de responsabilidades penales a quién/es
resultaran responsables de lo actuado. De todas las maneras, la actual y
repetidora alcaldesa de la ciudad, al parecer ha contactado con la empresa que
se los vendió, supuestamente sobrevalorados hace unos pocos años y reclamado
aprisa y corriendo el mimo y atención
que los sufridos semáforos necesitan. Desconozco si también ha solicitado la
devolución de lo supuestamente pagado por unos o cobrado indebidamente por
otros, y en caso de ser afirmativo felicitarla proponiéndole que cuando lo
devuelvan se invierta en una fiestorra
callejera por todo lo alto en honor de nuestros muy queridos y debilitados
semáforos. Y si no lo considera así, me refiero a lo del reclamo, pues qué le
vamos a hacer, la justa Justicia se encargará de hacerlo.
Mi
reflexión final es que no sólo los pensionistas y fonavistas se merecen un
trato digno sino también nuestros honestos y abandonados semáforos que tanto
han laborado por nosotros. Un brindis por ellos.
Moraleja:”Ni
rojo, ni amarillo, ni verde, esto está de color hormiga”
Así
sea
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