lunes, 29 de junio de 2015

ARTÍCULO: SAN PEDRITO, NUESTRO PATRÓN.

SAN PEDRITO, NUESTRO PATRÓN
Hace unos días, al pasar por la Avda. Pardo con mi coche, vi a un montón de policías nacionales, con sus motos y vehículos estacionados a la puerta de la Iglesia de San Pedro. Mi primer pensamiento se dirigió a la figura de nuestro Santo Patrón en el sentido de que estaba muy requetebién que tanto policía le honrara con su visita, pues aunque solo sea una vez al año, el sentimiento de alegría y satisfacción del Santo se verían reforzados  gratamente. Y es que los santos, sobre todo éste, además de su corazoncito, grande donde los haya, también tiene sus altibajos, como también le ocurre a su representante terrenal. Y últimamente se le veía algo tristón. Me refiero a Simón el Pescador, al otro Simón ya se le pasó el mal humor.
Así que paré y estacioné unas cuadras más abajo, pues toda la zona estaba inusualmente repleta de coches. Me acerqué a la puerta de la Iglesia en la que, como digo, estaban bastantes policías y me dirigí puesto que había para elegir, a una hermosa agente a la que inquirí el motivo de presencia tan numerosa. “Estamos controlando el perímetro cubriendo la visita de las autoridades locales”. Mi gozo en un pozo. ¡Seré infeliz! No estaban allí para solaz del Santo, para el engreimiento del Pescador, sino trabajando. Estaban trabajando, cubriendo la presencia de las autoridades del lugar, que al ser las fiestas del Patrono, habían decidido ir a visitarle y poner en práctica aquello de que “una vez al año no hace daño”. Porque la verdad es esa, van a verle de uvas a peras, parece que por compromiso, como si Él fuera un extraño, un desconocido, cuando es el más antiguo del lugar y sin duda alguna el más querido por el pueblo. Bueno, al menos la intercesión del Santo era evidente pues todos aquellos agentes tenían una mañana tranquila y sosegada, lejos de otras actividades diarias más duras y peligrosas, como la persecución de delincuentes y gentes de mal vivir o aguantar a los iracundos y agresivos conductores que mal circulan por nuestras calles. Así pues que no estaban allí para festejar al Santo sino que había sido Él quien, calladito, calladito, les había proporcionado una mañana tranquila y de asueto. Cosas de San Pedrito que siempre actúa insospechada e inesperadamente.
Entré en su casa, y allí estaba toda la flor y nata de nuestra representativa sociedad dirigente. Ellas todas, con sus recatadas y elegantes vestimentas, algunas, pocas, con mantilla, y ellos los civiles, engominados y encorbatados con sus bien planchados trajes y relucientes zapatos, en tanto que los militares lucían sus numerosas y sin duda merecidas medallas. Allí estaban todos, desde la primera a la última autoridad. Y aparentemente muy felices y contentos, no sé si por los cargos representativos ostentados o por la visita anual realizada. Aunque más de uno/a debía llevar por sus adentros su procesión correspondiente. Vayan ustedes a saber. Porque la realidad era que cuantos allí se dieron cita lo hicieron de forma más bien protocolaria que de devota visita. Sea por lo que fuera la verdad es esa, que a todos se les veía muy relajados y sonrientes. Hasta Piorno, él sí algo nerviosillo por la visita de tanta autoridad, estaba feliz y contento ante su anunciada y confirmada presencia. Y es que su responsabilidad con el Pescador, La Diócesis  y los Diocesanos, que no era poca, se veía solventada y resuelta.
Han pasado los días y hoy 29 de junio, que es mi santo, el de mi hijo y el de todos los Pedros o Pedritos y Pablos o Pablitos a quienes felicitamos sinceramente por su onomástica, nos hemos levantado muy temprano los dos Pedro, y nos hemos ido a felicitar a nuestro querido Santo. Todavía era de noche cuando hemos entrado en su casa, como siempre abierta de par en par. No había muchos fieles, al contrario de lo que ocurrirá más tarde que se llenará a rebosar, y hemos podido acercarnos a Él. Hoy estaba diferente, estaba sonriente, coloradote, animoso y parecía con ganas de juerga, a diferencia del otro día que se le notaba algo tristón y apagado.
Nos hemos acercado, y postrados ante Él mi hijo le ha dicho: ¡Felicidades Patrón!, nos hemos girado para retirarnos y se ha oído: ¡Felicidades a ti también Pedro Walash! Nos hemos detenido y mirado asombrados al mismo tiempo que mi hijo me gritaba:¡¡ Papááááá, me ha felicitado, me ha felicitado!! Y ha salido corriendo despavorido, ante la felicitación del Santo. Y es que San Pedrito, como decía antes, es así, imprevisible y cuando está feliz y contento como esta mañana es capaz de cualquier cosa. Así que querido lectores, me dirijo a los que tenéis este diario en las manos a primerísima hora de la mañana. Hoy vais a poder ver y disfrutar a lo largo del día de un jovial, distendido, y feliz Pescador, que aquellos que estén cerca de Él incluso es posible puedan oírle cantar entre susurros alguna canción marinera a las que tan aficionado era en su juventud, y que según cuentan entonaba muy bien. O bajarse de las andas y empezar a repartir abrazos  a diestro y siniestro. Merecerá  la pena estar muy cerca de Él y sentirte estrujado por sus poderosos brazos de pescador. O si se ve muy atosigado por la presencia de tantas naves, desembarcarse, darse un buen paseo andando sobre las aguas de la bahía, al tiempo que  levantando sus brazos y agitando sus manos saluda a la concurrencia. Y todo ello es posible, muy posible, pues repito, hoy he podido ver a un Simón Pedro, rejuvenecido, risueño, animoso, esplendoroso, y capaz de las mayores proezas por el bien de su gente. Gente que si bien parece en algunas instancias, distante o fría, sólo lo es en apariencia, pues la verdad es que lo que hoy estamos presenciando con ese calor y devoto afecto manifestado por la población es el vínculo real existente entre Él y su pueblo. Y es que a pesar de aparecer tan pequeñíto en la imagen que lo representa, la realidad es que se trata de un Santo tan grande, tan grande, que sobre Él descansa toda la Iglesia Católica, integrada por millones y millones de fieles cristianos. ¡Quién podía suponer que aquel humilde pescador con el tiempo se convertiría en el mayor pescador de hombres de la historia! Y como los buenos lobos de mar, para los que no hay jubilación aunque se la merezcan, tras veinte siglos de ardua tarea continúa haciéndose a la mar todas las noches para echar sus redes y al amanecer volver cargado de hombres convencidos de que Él es su único y verdadero Patrón.
Y los que se han levantado tarde, vayan, vayan también sin pérdida de tiempo al puerto, que allí está su Pescador esperándoles, y hoy es su día. Felicidades Patrón.
Moraleja: A quién Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. ( El Quijote)
Así sea.

EL VIGÍA      

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