Hace
pocas fechas, la semana pasada, veíamos con satisfacción el resultado del
medallero de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, en lo que se refiere a
lo conseguido por nuestros deportistas participantes. Ni los más optimistas del
lugar podían prever lo conseguido. Cuatro medallistas con oro, tres con plata,
y seis con bronce fueron finalmente los resultados obtenidos. Francisco Boza en
Tiro (fosa), Gladys Tejada en Atletismo (maratón), Natalia Cuglievan en Esquí
acuático (figuras), y Alexandra Grande en Karate ( 61 Kg) fueron los máximos
galardonados. Y no nombro a los restantes por no hacer extenuante la lectura
aunque también merecen la mención. Cada uno de ellos consiguió meritoriamente
sus máximo galardon tras ardua competencia con el resto de participantes. Todos
recibieron los “laureles” que anteriormente se donaban en la antigua Grecia,
ahora convertidos en oro, plata y bronce.
Personalmente
y sin demérito para el resto, ha habido dos participantes que han llamado
poderosamente mi atención. Ambos han sido los medallistas en esa prueba agónica
que es el Maratón. Raul Pacheco medalla de plata y Gladys Tejada medalla de
oro. Pacheco tras una extraordinaria carrera que encabezó desde el principio
fue superado a doscientos metros del final por el cubano Richer Pérez, llegando
a la meta totalmente extenuado. Más tarde se supo que al parecer durante la
carrera no se había podido hidratar suficientemente según lo previsto. Lo que
sí conocemos con exactitud son sus declaraciones en las que reclama mayor apoyo
y trabajo de la Federación de Atletismo así como del Comité Olímpico. En el
caso de Gladys Tejada llama poderosamente la atención el origen extremadamente
humilde de la atleta y su tesón y sacrificio sin límites para mantenerse en el
lugar de privilegio que merecidamente ocupa. Sin duda alguna, mérito propio por
sus desvelos y esfuerzos en el silencio y soledad de sus largos y extenuantes
entrenamientos no siempre correspondidos por quién corresponde. Las diferentes
federaciones deben habilitar los medios necesarios, evitando las rigideces
existentes, para que sus atletas de élite reciban el trato deferente y
distinguido que se merecen por sus marcas, trayectorias y éxitos, sin olvidar
que su existencia, las de las federaciones, se debe a los atletas y no al revés
como parece ser se cree en algún caso. Y repito, sin intención alguna de
desmerecer al resto de participantes. Hasta aquí una ligera mención a los
juegos de Toronto.
Y mientras en los juegos Panamericanos
nuestros deportistas triunfaban ampliamente aquí en nuestra ciudad no nos
quedábamos atrás. Eran galardonados tres deportistas que han sabido dejar en
alto el pabellón local. Se les ha concedido la medalla de la ciudad por su
destacada actuación en sendos torneos de Taekwondo, Judo y Jiu-Jitsu. Así, Luis
Casahuamán Usquiano campeonó en el Torneo Mundial de
Taekwondo celebrado en EEUU en la
categoría de 17-18 años. Mientras, Brigitte
Ibáñez Medina ganó el oro en el Campeonato Sudamericano de Judo en la
categoría sub 21 representando a nuestro país y paralelamente la de plata con
el equipo peruano en la Copa Jigoro Kano. Para finalmente el Agente de Seguridad
Ciudadana Pedro Quispe Lu ganar el oro en el Campeonato Nacional de Jiu-Jitsu
celebrado recientemente en la ciudad de Lima. Tres super campeones chimbotanos que nos han demostrado que con su fe y
constancia, a pesar de contar con escasas ayudas, han conseguido aquello que se
propusieron tiempo atrás: llegar a ser los mejores. Y los tres tienen en común
el mismo valor: la perseverancia, el no cejar en su empeño, un día y otro y
otro más, además de su innata habilidad. Claro ejemplo para nuestros jóvenes
tan escasos de figuras de relieve a las que imitar. Porque personajes de
relieve en esta nuestra querida Ancash son muchos los que han destacado,
dejando su impronta y su huella a través del tiempo. Aunque hay que remontarse
a mediados del siglo XIX para encontrar al insigne sabio e ingeniero Santiago
Antúnez de Mayolo , natural de Aija y su hijo del mismo nombre. A Carlos Fermín
Fitcarrald, cauchero y explorador, de padre estadounidense y natural de San
Luis, provincia a la que más tarde daría
su nombre, tal y como la conocemos actualmente. O Pedro Pablo Atusparía ,
nacido en Huaraz y líder indigenista e independentista. Todos ellos ejemplo
para nuestra juventud pero al parecer desconocidos para casi todos.
Y
es que en mi opinión esta tierra es de abundancia. De abundancia en cosas
buenas, como muchos de sus hombres y mujeres, como acabamos de ver. De sus
materias primas (oro, plata, cobre, bismuto, molibdeno), de su flora, de su fauna,
y también y no hay por qué ocultarlo de
abundancia aunque en menor grado, de cosas no tan buenas como gobernantes sin
gobernar, dirigentes sin dirigir, empresarios sin empresa, fiscales sin
fiscalizar, jueces sin juicio, pacientes impacientes, profesionales sin
profesión y en fin, jubilados sin jubilación o lo que es lo mismo pensionistas
sin pensión y sobre todo, trabajadores sin trabajo. ¡Con lo fácil que
resultaría eliminar el sin y cambiarlo por el con, de manera que todo
funcionara a la perfección! Y para eso sólo hace falta querer, sí, sólo
voluntad de hacerlo. Fuera de aquí, en la distancia, se considera a nuestra
tierra como lugar de oportunidades, no de oportunistas, cosa muy diferente, y
que aquí algunos han confundido. Cuantos aquí vivimos quizá no somos muy
conscientes de la abundancia de nuestra tierra, de las bondades que nos
acompañan incluido el desapercibido clima, y puede ser que la complicación del día a día no nos permita
vislumbrar con claridad las honrosas oportunidades que están a nuestro alcance
tras un tenaz y continuado esfuerzo. Es aquello de que la espesura del bosque
no permite pasar los rayos del sol y ver con claridad, y lo único que se otea es
la frondosidad y la oscuridad. Salgamos todos de esa profunda espesura, abriéndonos
paso entre las tinieblas en las que nos encontramos y llegaremos al claro, en
el que mirándonos de frente y con la cabeza levantada sonreiremos y plenos de
luminosidad emprenderemos las mil tareas que tenemos pendientes. Cada uno a
cumplir de la mejor manera posible su cometido en la seguridad de conseguir con
su esfuerzo el éxito propuesto. De esta manera creceremos todos y cada uno de
nosotros, incluida nuestra querida Ancash, tierra (y aguas) de abundancia.
Moraleja:”
No existe un camino hacia la prosperidad, la prosperidad es el camino” (Wayne
Dyer)
Así
sea
EL
VIGÍA
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