Unos dicen que sí, otros que no y
unos terceros no se definen. O sea, que hay “de todo como en botica”. Frase que
procede del siglo XVI cuando las entonces boticas y ahora farmacias estaban bien provistas de medios
curativos naturales conocidos, y podía encontrarse en ellas todo tipo de solución
ante cualquier eventualidad. Como digo, nos encontramos con opiniones variadas
y para todos los gustos. Los hay que
están de acuerdo, otros que no lo están y finalmente los que ni saben ni
contestan. Como ya habrá adivinado el lector, aunque solo sea por el título de
este artículo, me estoy refiriendo a la forma como se está utilizando
actualmente ese concepto abstracto llamado libertad. Porque, ¿que entendemos
cada uno de nosotros por libertad?. Quizá no lo tengamos muy claro. Veamos
varias acepciones de su definición. A) Facultad natural que tiene el hombre de
obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus
actos. B) Estado o condición de quien no es esclavo. C) Estado de quien no está
preso. D) Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y
decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres.
Pues bien, aquel concepto elemental y primario de
que la libertad es hacer lo que a uno le
da la real gana, hasta cierto punto es verdad, solo que hay que añadirle algo
fundamental: con responsabilidad. Y esta responsabilidad viene dada por la
cumplimentación de las leyes y/o las buenas costumbres. O lo que es lo mismo,
hacerse responsable de los propios actos. Actos que no podrán contravenir a la
propia ley. En caso contrario la libertad pasa a convertirse en libertinaje o
libertad absoluta, que conduce al descontrol social. El libertinaje se define
como “el desenfreno en las obras o en las palabras”. Acerca de ese principio
hay que dejarlo muy claro: es imposible vivir en sociedad con libertad
absoluta. Y es así por la sencilla razón de que hemos preferido que alguien nos organice la vida y nos
proteja, como lo hace el sistema judicial, al que como digo acudimos en demanda
de ayuda, y denostamos cuando no creemos necesitarlo. Para que mejor se
entienda pondré algún ejemplo. Si yo vivo en una isla desierta puedo hacer y
deshacer libremente a mi antojo, cosa que no puedo hacer si vivo en sociedad,
pues me debo a ella. Soy libre de en mi casa oír o no música a las tres de la
madrugada, pero esa libertad se verá restringida en lo que se refiere al
volumen para no molestar al vecindario. Y si no lo hago, mi libertad se ha
convertido en libertinaje. También tengo libertad para montar un negocio y
poder vivir de él, pero los productos que comercialice están limitados por la
ley que me prohíbe vender aquellos productos que no reúnan una serie de
requisitos establecidos. Y si no lo hago así estoy haciendo un mal uso de mi
libertad, llamado libertinaje. Estos condicionantes o limitaciones de oír
música o de los negocios no atentan contra nuestra libertad pues es la forma con
la que nosotros mismos hemos organizado nuestra sociedad. Es a partir del siglo
XVIII, con la Revolución Francesa, cuando el concepto de Libertad se asocia a
otros como la Justicia y la Igualdad. Es entonces cuando se desarrollan nuevas
formas organizativas sociales y nuevos regímenes políticos hasta entonces
desconocidos.
Nosotros mismos nos hemos dado unos códigos de
conducta que establecen unos límites a la libertad que consideramos como justos
y razonables. Vemos como justo y razonable no apoderarse de lo ajeno; no matar
a un semejante o no violar a otro ser humano. O sea nuestra libertad está
limitada ante el robo, el asesinato o la violación, por poner unos ejemplos
sencillos de entender. En estos casos estamos ante acciones limitadas de
nuestra libertad. En cambio todo ser humano tiene la libertad de pensamiento y
nada ni nadie puede impedir que otra persona piense o sienta lo que quiera,
incluido robar, matar o violar. Finalmente cabe decir que la libertad
individual hemos elegido sea protegida por el Estado, de forma que nadie pueda
limitar la libertad de los demás y sea
aquel, el Estado, quien castigue al infractor. Y el castigo puede llegar a ser
la privación de la libertad física o de movimientos para aislarlo de la
sociedad, pero nunca la metafísica o psicológica. Hasta aquí una brevísima
descripción del abstracto concepto de la Libertad del ser humano.
Estamos viendo como la población se está quedando
perpleja ante las posiciones enfrentadas de unos y otros acerca del uso de la
libertad que están haciendo una serie de personas que se han declarado
fugitivos o mejor dicho prófugos de la Justicia. Entre los unos hay autoridades
que deben amparar la libertad de todos, y los otros son también “autoridades”
elegidos por el pueblo. Y también están los que no dicen ni pío cuando deberían
tratar de aclarar conceptos, pero es mucho más cómodo quedarse calladitos. Así
vemos como ante la aseveración de unos, de que deben ponerse a derecho y no
huir de la Justicia pues fueron condenados a prisión, levantan la voz otros,
también “autoridades”, enfrentándose al planteamiento anterior, quizá por un
errado concepto de pleitesía, diciendo que tienen derecho? a no ponerse a
derecho y rehuir la acción de la Justicia a pesar de estar condenados en sentencia
firme y ejecutable. ¿O quizá será porque alguno de estos últimos están viendo
las orejas al lobo que merodea en sus cercanías?. Y lo que no tiene desperdicio
alguno son las sucesivas declaraciones de la máxima autoridad policial regional
cuando por una parte nos dijo lo que quiso decir y no dijo su subalterno, y por
otra querer enmendar la plana a la Judicatura cuando la responsabilidad de las
detenciones, servicios de vigilancia y contra vigilancia dependen de su
organización. Se mire por donde se mire y se diga lo que se diga estamos ante
un escenario lamentable y vergonzoso en el que los actores principales, por un
lado ciertas seudo autoridades, y por otro los que han perdido su libertad física
individual por sentencia judicial firme y decisión propia, están dando con su
actuación justificadora y evasora una
imagen deplorable de sí mismos. Y digo lo de decisión propia porque ¿acaso no
son ellos los que libremente han elegido malvivir en la clandestinidad, huyendo
a salto de mata de la acción de la sociedad, representada en este caso por la
Justicia, a la espera de lo inesperable? No nos engañemos, la Justicia tiene
que ser entendida como lo que es, el reflejo de nuestras necesidades y no el
títere del pim, pam, pum.
Moraleja: ”La verdadera libertad consiste en poder
hacer lo que se debe hacer. ( Baltasar Gracián)
Así sea.
EL VIGÍA.
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