lunes, 19 de octubre de 2015

ARTÍCULO: LIBERTAD Y LIBERTINAJE


Unos dicen que sí, otros que no y unos terceros no se definen. O sea, que hay “de todo como en botica”. Frase que procede del siglo XVI cuando las entonces boticas y  ahora farmacias estaban bien provistas de medios curativos naturales conocidos, y podía encontrarse en ellas todo tipo de solución ante cualquier eventualidad. Como digo, nos encontramos con opiniones variadas y para todos los gustos. Los hay  que están de acuerdo, otros que no lo están y finalmente los que ni saben ni contestan. Como ya habrá adivinado el lector, aunque solo sea por el título de este artículo, me estoy refiriendo a la forma como se está utilizando actualmente ese concepto abstracto llamado libertad. Porque, ¿que entendemos cada uno de nosotros por libertad?. Quizá no lo tengamos muy claro. Veamos varias acepciones de su definición. A) Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. B) Estado o condición de quien no es esclavo. C) Estado de quien no está preso. D) Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres.
Pues bien, aquel concepto elemental y primario de que la libertad es  hacer lo que a uno le da la real gana, hasta cierto punto es verdad, solo que hay que añadirle algo fundamental: con responsabilidad. Y esta responsabilidad viene dada por la cumplimentación de las leyes y/o las buenas costumbres. O lo que es lo mismo, hacerse responsable de los propios actos. Actos que no podrán contravenir a la propia ley. En caso contrario la libertad pasa a convertirse en libertinaje o libertad absoluta, que conduce al descontrol social. El libertinaje se define como “el desenfreno en las obras o en las palabras”. Acerca de ese principio hay que dejarlo muy claro: es imposible vivir en sociedad con libertad absoluta. Y es así por la sencilla razón de que hemos preferido  que alguien nos organice la vida y nos proteja, como lo hace el sistema judicial, al que como digo acudimos en demanda de ayuda, y denostamos cuando no creemos necesitarlo. Para que mejor se entienda pondré algún ejemplo. Si yo vivo en una isla desierta puedo hacer y deshacer libremente a mi antojo, cosa que no puedo hacer si vivo en sociedad, pues me debo a ella. Soy libre de en mi casa oír o no música a las tres de la madrugada, pero esa libertad se verá restringida en lo que se refiere al volumen para no molestar al vecindario. Y si no lo hago, mi libertad se ha convertido en libertinaje. También tengo libertad para montar un negocio y poder vivir de él, pero los productos que comercialice están limitados por la ley que me prohíbe vender aquellos productos que no reúnan una serie de requisitos establecidos. Y si no lo hago así estoy haciendo un mal uso de mi libertad, llamado libertinaje. Estos condicionantes o limitaciones de oír música o de los negocios no atentan contra nuestra libertad pues es la forma con la que nosotros mismos hemos organizado nuestra sociedad. Es a partir del siglo XVIII, con la Revolución Francesa, cuando el concepto de Libertad se asocia a otros como la Justicia y la Igualdad. Es entonces cuando se desarrollan nuevas formas organizativas sociales y nuevos regímenes políticos hasta entonces desconocidos.
Nosotros mismos nos hemos dado unos códigos de conducta que establecen unos límites a la libertad que consideramos como justos y razonables. Vemos como justo y razonable no apoderarse de lo ajeno; no matar a un semejante o no violar a otro ser humano. O sea nuestra libertad está limitada ante el robo, el asesinato o la violación, por poner unos ejemplos sencillos de entender. En estos casos estamos ante acciones limitadas de nuestra libertad. En cambio todo ser humano tiene la libertad de pensamiento y nada ni nadie puede impedir que otra persona piense o sienta lo que quiera, incluido robar, matar o violar. Finalmente cabe decir que la libertad individual hemos elegido sea protegida por el Estado, de forma que nadie pueda limitar la libertad de los demás y  sea aquel, el Estado, quien castigue al infractor. Y el castigo puede llegar a ser la privación de la libertad física o de movimientos para aislarlo de la sociedad, pero nunca la metafísica o psicológica. Hasta aquí una brevísima descripción del abstracto concepto de la Libertad del ser humano.
Estamos viendo como la población se está quedando perpleja ante las posiciones enfrentadas de unos y otros acerca del uso de la libertad que están haciendo una serie de personas que se han declarado fugitivos o mejor dicho prófugos de la Justicia. Entre los unos hay autoridades que deben amparar la libertad de todos, y los otros son también “autoridades” elegidos por el pueblo. Y también están los que no dicen ni pío cuando deberían tratar de aclarar conceptos, pero es mucho más cómodo quedarse calladitos. Así vemos como ante la aseveración de unos, de que deben ponerse a derecho y no huir de la Justicia pues fueron condenados a prisión, levantan la voz otros, también “autoridades”, enfrentándose al planteamiento anterior, quizá por un errado concepto de pleitesía, diciendo que tienen derecho? a no ponerse a derecho y rehuir la acción de la Justicia a pesar de estar condenados en sentencia firme y ejecutable. ¿O quizá será porque alguno de estos últimos están viendo las orejas al lobo que merodea en sus cercanías?. Y lo que no tiene desperdicio alguno son las sucesivas declaraciones de la máxima autoridad policial regional cuando por una parte nos dijo lo que quiso decir y no dijo su subalterno, y por otra querer enmendar la plana a la Judicatura cuando la responsabilidad de las detenciones, servicios de vigilancia y contra vigilancia dependen de su organización. Se mire por donde se mire y se diga lo que se diga estamos ante un escenario lamentable y vergonzoso en el que los actores principales, por un lado ciertas seudo autoridades, y por otro  los que han perdido su libertad física individual por sentencia judicial firme y decisión propia, están dando con su actuación justificadora y  evasora una imagen deplorable de sí mismos. Y digo lo de decisión propia porque ¿acaso no son ellos los que libremente han elegido malvivir en la clandestinidad, huyendo a salto de mata de la acción de la sociedad, representada en este caso por la Justicia, a la espera de lo inesperable? No nos engañemos, la Justicia tiene que ser entendida como lo que es, el reflejo de nuestras necesidades y no el títere del pim, pam, pum.
Moraleja: ”La verdadera libertad consiste en poder hacer lo que se debe hacer. ( Baltasar Gracián)
Así sea.

EL VIGÍA.         

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