sábado, 2 de abril de 2016

ARTÍCULO : ELECCIONES ANÓMALAS.


¿Se acuerdan ustedes de aquello de las tres negaciones de Pedro a Jesús antes de que cantara el gallo por tercera vez?. Pues lo mismito pero con actores diferentes, dos mil años después, acaba de ocurrir con la negación de Fujimori a Pichilingûe. Y lo mismo con Factor K, otro que tal. Acerca de Pichilingûe, lo niega por activa y por pasiva, y dice que es un desconocido, un simpatizante, un mecenas, un sobón que siempre sale en las fotos pero niega rotundamente su afiliación y su función coordinadora pues no está inscrito en el Registro de Organizaciones Políticas (ROP). Lo mismo que del Factor K, organización salida de ultratumba cuyo fin, dice, es para mejor bailar la cumbia, pero nunca para apoyar los actos proselitistas del coincidente K (Fuerza Popular). Y esto a pesar de las evidencias que son muchísimas, de que se trata de un órgano del partido. Todo ello para salir airosa de las tachas interpuestas para pagar su peaje como ya ha tenido que hacer su correligionario Huaroc, excluido de la contienda como también lo fue en su día Cesar Acuña, que a diferencia de los anteriores reconoció públicamente por una parte, haber donado para la construcción de un muro de contención ante los destrozos de “El Niño”, y por otra la adquisición de una silla de ruedas para un imposibilitado. Chosica y Piura lo recuerdan bien. Pero, entonces dijeron: la Ley es la Ley, a diferencia de ahora, en que a mi parecer se interpreta a conveniencia de parte. Y es que los tiempos cambian que es una barbaridad. Antiguamente hacer un acto humanitario era bien visto, como por ejemplo ayudar al necesitado, pero al parecer ya no, y en cambio ahora, ver para creer, lo es repartir cerveza o coca. Siguiendo con las tachas y entrando ya en los diez últimos días de campaña, donde no se admitirá a trámite  ninguna más, es de desear la diligencia, hasta ahora inexistente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para resolver las pendientes. Algunas de relevancia. Sería bueno, poder ir a las urnas sabiendo que fulano o sotano sí participan, que pueden ser elegidos, y han conseguido salvar las múltiples trabas impuestas, no tantas para algunos, en estas anómalas elecciones.
Digo anómalas, por no utilizar un término más duro no solo por las palabras de Alan García cuando dice, cargado de razones que “el JNE ha perturbado el proceso electoral” sino por varias razones más.
La primera es la actuación, inesperada, inadecuada, y fuera de tono de la autoridad electoral, desde el Registro de Organizaciones Políticas (ROP), pasando por su Tribunal de Honor, continuando por sus JEE y terminando por el mismísimo JNE. El ROP conocía desde el 15 de Diciembre pasado las irregularidades de la agrupación de Julio Guzmán, dilatándose con la complacencia de unos y la indolencia de otros su resolución que más tarde concluiría con su expulsión. El Tribunal de Honor que al más puro estilo caduco y totalitario, convirtiéndose en juez y parte tachó a Cesar Acuña de “falta de idoneidad ética para ser Presidente”, algo insólito.  El JEE que haciendo una interpretación simplista de la nueva ley electoral dictaminó en contra de Guzmán y Acuña , sentencia ratificada por el JNE que con su interpretación basada en las formas y no el fondo del asunto terminó eliminándolos. Esa interpretación de la Ley, en contra de principios fundamentales de un Estado de Derecho cual es el derecho ciudadano a elegir y ser elegido en elecciones libres, cercenó las expectativas de cerca de un 30% del electorado. La Convención Americana sobre Derechos Humanos establece que se puede reglamentar ese derecho solo por “razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, incapacidad civil o mental, o condena, por juez competente en proceso penal”. Por lo tanto el JNE no debió excluir a los candidatos con los fundamentos esgrimidos. Es de suponer que la opinión de los observadores internacionales de la OEA y de la UE será muy negativa.
En segundo lugar cabe señalar el incremento del distanciamiento  existente entre la ciudadanía por una parte  y la clase política por otra. Polarización incrementada por la inadecuada actuación del Congreso con la emisión de la nueva Ley de partidos y su aplicación por parte del tribunal electoral. Tribunal que ha originado al aplicarla  ese malestar en el que unos, los fujimoristas han tachado de “terroristas” a otros que a su vez se han sentido atropellados en sus derechos ciudadanos. Así, el Presidente Távara dice al igual que García: ”La ley contra las dádivas es el elemento más perturbador de las elecciones” Su artículo 42 aprobado el 15 de Enero y cuyo incumplimiento se sanciona con la exclusión es el que más problemas ha dado. Acertadísimo me parece el pronunciamiento de la Defensoría del Pueblo cuando dice que la normativa emitida por el Congreso en el último momento” ha generado interpretaciones dispares, confusiones y suspicacias” por su falta de explicación y que son” de difícil integración en la cultura política del país en tan corto tiempo”.
En tercer lugar cabe resaltar la demostración de la gran debilidad de las instituciones políticas representativas de los ciudadanos, me refiero a los partidos políticos. Como muestra basta reseñar la presentación a estas elecciones de 19 alternativas de las que se mantienen prácticamente la mitad. Y también la inexistencia de la formación política de sus integrantes con una eliminación elevadísima de candidatos aspirantes.
Finalmente y sin esperarlo han entrado en escena las declaraciones de clérigos que más valdría mantuvieran sus intenciones electorales en la prudencia que sus cargos religiosos ameritan. Tanto el Arzobispo de Arequipa, Javier del Rio mostrando su anti Barnecheismo  y anti Mendocismo diciendo que es pecado votarles, como poco después monseñor Bambarén, mostrando su furibundo antifujimorismo, y finalmente el arzobispo de Piura, José Antonio Eguren aplaudiendo a los dos anteriores, han alterado la marcha de la contienda ya de por si “movidita”. Ha tenido que intervenir el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Peruana, máximo órgano de la jerarquía católica peruana para aclarar ”que la Iglesia reconoce el valor de la democracia como uno de los mejores sistemas para escuchar, proponer, respetar y servir a la sociedad. El ejercicio del voto es un signo de la participación activa de los que conformamos la sociedad peruana. La Iglesia respeta y promueve la libertad de cada persona en el ejercicio de este deber cívico”. Aclaración necesaria ante la salida de tono de quienes tienen que dar ejemplo de respeto, prudencia y templanza.
Moraleja: ”La democracia exige que los derechos políticos y de las minorías se respeten”.  (Nelson Mandela)
Así sea.

EL VIGÍA.       

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