A
las siete de la tarde era la cita y todos puntualmente acudimos a ella.
Unos, diez aspirantes a la Presidencia de la Nación acudieron a participar
directamente en aquello que estaba organizado y programado por el Jurado
Nacional de Elecciones (JNE), y otros, los demás, futuros electores, a ser
testigos por televisión del evento electoral programado. Y digo evento porque
tal cosa fue, y no un debate como había sido anunciado. Un debate es otra cosa
bastante diferente a lo que se nos ofreció. Un debate formal es aquel en el que
dos o más expositores confrontan ideas o propuestas sobre un mismo tema que
irán desarrollándose con argumentaciones enriquecedoras que servirán para dar a
conocer diferentes puntos de vista. Pues bien, allí no hubo tal cosa. Lo que
hubo fue un “corre ve y dile” en el que los candidatos, aprisa, corriendo y
contra reloj, desgranaron de carretilla sus propuestas ya expuestas una y mil
veces anteriormente, con la posibilidad de hacer una pregunta a su partner,
previamente elegido por sorteo, así como contestar a otra del público. Así que,
dada la inexistencia de tal debate resulta imposible escribir de tal cosa, por
lo que procederé a redactar una crónica de sociedad que será lo más aproximado
a lo que en realidad allí se desarrolló, centrándome en los escasos protagonistas
de la tarde noche.
Como
digo anteriormente, acudieron los diez candidatos supervivientes que quedaban
en liza, tras los nueve abandonos, unos voluntarios y dos forzados por el JNE.
Y de estos diez, solo dos eran féminas. La verdad es que las dos son
fotogénicas, de buen ver, guapas y hermosas de verdad. Sin duda un privilegio tanto
para los presentes como los televidentes. Viéndolas el espíritu se anima y
alegra. La una con su cara redonda y aporcelanada, ojos achinados, frente
despejada, pegotito de nariz, polito escolar blanco inmaculado de colegio
privado, sonrisa siempre pícara como si no hubiera roto un plato en su vida y
empatía liberal salvaje desbordante, con fragancia a lavanda limeña. La otra,
con su largo pelo negro, esta vez recogido en una hermosa trenza sobre su
hombro derecho a modo de latiguillo, también frente despejada, ojos redondos
como platos, nariz aguileña, blusa camisera rural de color fucsia, semblante sonriente
y relajado, con mirada clara y socializante elevada al futuro y desprendiendo aroma
a rosas cuzqueñas. La primera, una señora frisando los cuarenta, por cierto
muy bien llevados, con curvas bien
marcadas, muy pituca ella, y con una desenvoltura propia de primera dama, cosa
que ya fue en su día. La otra, señora también, a mitad de la treintena,
morenaza clásica serrana, bien plantada, maestra de formación y devoción, con
un saber estar y desenvoltura proletaria, además de experta en relaciones
internacionales, función que ya cumplió en su día. Junto a estas relucientes
candidatas una retahíla de ocho aspirantes que las arropaban, y eran ellas la
razón de su presencia. Si hiciéramos un símil con la naturaleza cabría decir
que ellas eran las hermosas flores silvestres del campo, y ellos, siete estirados
cardos y uno además, borriquero, por su mala o deficiente educación, al
confundir el escenario del evento con un juzgado de guardia. Y que conste que
no entro a valorar los exabruptos lanzados, ni a dudar de su estoico destinatario,
que no es precisamente de mí devoción. Todos, excepto uno en mangas de camisa
roja, justificado no solo por su ideología sino por su procedencia reclusoria, lucían ternos
completos de misa dominical, de buen
corte y bien planchados, destacando el modernísimo diseño del proveniente de la
amazonía, que ese si era de concurso de pasarela.
Las
dos relucientes y distinguidas damas centraron la atención de forma
premonitoria de lo que puede acontecer en unos días. Que ocupen primer y
segundo lugar en las elecciones, cosa que sería de agradecer por la belleza y
cualidades de ambas, que sin duda serviría para realzar un proceso necesitado. Aunque la presencia de quien mejor
inglés americano habla, puede a pesar de sus aparentes achaques y lumbalgias,
colarse entre las damas y ocupar ese segundo puesto que ha ostentado durante
todo el proceso. Personaje, al parecer multimillonario, del que poco se sabe de
sus andanzas y vivencias estadounidenses y que ahora dice digo donde antes
decía Diego, me refiero al gas. O también cabe la posibilidad de que el señor
de los “chicharrones” se abra paso entre las damas y desplace a la desenvuelta
cuzqueña que parece superarle por momentos. Méritos no le faltan al belaundista.
En estos momentos todo es impredecible.
¿Y
qué nos dijeron? . La de sonrisa pícara y polito inmaculadamente blanco, nos
aseguró, con un hecho bastante teatral, por si alguien tenía dudas, de que
respetaría la democracia, respetaría los derechos humanos, no habría ningún 5
de Abril más, y hasta un total de diez compromisos similares, que firmó ante
las cámaras de televisión. En síntesis se mostró muy respetuosa, modosita y conciliadora y dio la impresión de
querer evitar las dudas suscitadas en los demás acerca de sus promesas. Para
eso estampó su rúbrica. Dio muestras de buenos reflejos ante el saludo frio,
distante y desconcertante del de terno amazónico, cuando sin miramiento alguno le
soltó: "A mí la política no me pagó la educación como a otros, llego aquí
por mérito propio”. Y también le hizo referencia a su aparente e inexistente
experiencia laboral y política. Lo que la de los ojitos achinados rebatió con
sus ya sabidos cuarenta años de vida, veinte de política, primera dama,
congresista y ahora presidenta de un partido político. Currículum muy
completito.
Por
otra parte, la revelación de la contienda, la joven del latiguillo en la
derecha, se las vio con el “cholo” ex Presidente, que por cierto la obsequió
gentilmente con una flor. Y es que el “Cholo” digan lo que digan es mucho
“Cholo” además de gran economista y estadista. Ambos coincidieron en aspectos como la lucha contra la corrupción y
en una mejor distribución de los recursos. Él le hizo la pregunta del millón:” De
donde iba a sacar el dinero para pagar las subidas de sueldos”, que la
“campana” de la organización, con su pausa publicitaria nos escamoteó de forma
escandalosa y fraudulenta. Ella insistió en dar un mayor protagonismo al
Estado, con la promulgación de una nueva Constitución, un aumento del salario
mínimo vital a mil soles, y la creación de los programas sociales Pensión Mujer
y Mi Primera Chamba.
Hasta
aquí esta pequeña reseña de lo más llamativo del evento electoral desarrollado
en la capital, insisto, no debate, organizado por el JNE y que defraudó
rotundamente las expectativas ciudadanas depositadas en él.
Moraleja:
“El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas
generaciones y no en las próximas elecciones”( W. Churchill)
Así
sea.
EL
VIGÍA.
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