miércoles, 4 de mayo de 2016

ARTÍCULO: IMAGEN PÚBLICA


La imagen que de nosotros se formen quienes nos rodean determinará que seamos aceptados o no, tal y como nosotros pretendemos ser percibidos. Y esto es motivado porque una cosa es la imagen que nosotros pretendemos dar y otra posiblemente diferente la percibida por nuestros interlocutores o receptores. Importante es saber que una primera impresión producida puede ser definitiva en la aceptación de una imagen. La imagen que proyectamos ante los demás depende en primer lugar de nuestro aspecto físico, continúa con lo que dejamos entrever de nosotros mismos y termina formándose con la idea que los demás se han hecho de nosotros. El aspecto físico es determinante pues es el adelanto de la tarjeta de presentación, que no se limita únicamente al cuerpo sino a una serie de cosas que lo acompañan como son la vestimenta, el peinado, la gestualidad, la higiene y todo cuanto es visible en la persona. Lo que dejamos ver de nosotros es lo que transmitimos mediante nuestro lenguaje verbal y/o no verbal. En síntesis, el tipo de lenguaje que empleemos, el tono utilizado, la dicción, la facilidad de expresión y la gestualidad y movimientos empleados. O sea, cómo y de qué manera transmitimos nuestro mensaje y sobre todo como es percibido por el receptor. También conforma la imagen nuestro comportamiento social, cómo es la trayectoria seguida, formación alcanzada, las aficiones, costumbres y estilo de vida. Finalmente, la imagen pública se ve conformada por la credibilidad conseguida ante la audiencia. 
A quienes importa profundamente su imagen pública es a políticos y personajes relevantes de la sociedad, que un día sí y otro también  van a estar sometidos al escrutinio de la población, a la que se deben. Estos personajes saben que los puntos fuertes a trabajar son todos y cada uno de los anteriormente tratados, insistiendo continuamente sobre ellos para mejorar en lo posible su imagen pública. Quizá el apartado más costoso de trabajar y conseguir es el de la credibilidad a la hora de comunicar el mensaje, aspecto determinante del posible éxito. Los asesores de imagen siempre intentan potenciar las cualidades del cliente, minimizando todo lo que de negativo pudiera tener. Aquella credibilidad se va a convertir en un  aspecto decisivo y determinante a la hora de la formación de la imagen pública. En otras palabras, la idea transmitida puede ser excelente y realizable pero de poco sirve si quien la dice lo hace de manera fingida pues tarde o temprano, más bien esto último, acabará desenmascarado y su imagen por los suelos. Por eso una imagen pública sólida y duradera debe estar basada en lo que en realidad es ese individuo. Y la experiencia nos dice que hay muchas, demasiadas imágenes superficiales y falsas.
Una vez hecha esta introducción acerca de la Imagen pública en general veamos un poco más de cerca las imágenes que están transmitiéndonos quienes están en candelero en nuestra vida política actual y más concretamente en las elecciones 2016.
Hemos sido testigos de cómo la imagen pública de Alfredo Barnechea, en un principio en franco crecimiento se vio como poco a poco iba eclipsándose y finalmente en retroceso. Quizá su vestimenta conservadora y tradicional, comparada con otros contendientes, le dio un aspecto más distante del electorado que finalmente se vio confirmado con sus negativas a utilizar un sombrero serrano ofrecido y posteriormente su rechazo a unos “chicharrones”  también ofrecidos por sus seguidores.
En el caso de César Acuña, su imagen de hombre hecho a sí mismo, se intentó deteriorar por unos medios de comunicación y un partido político que lo acusaron de plagio, del que todavía no hay constancia autorizada y fidedigna de tal. Además un tribunal de honor, en pleno siglo XXI, lo trato de indigno aspirante a la Presidencia de la República, y un JNE lo “descarriló” del proceso electoral de forma bastante discutible. Pues bien, después de todo esto, su partido político Alianza por el Progreso obtuvo el cuarto lugar en representación parlamentaria por encima de  Acción Popular y Alianza Popular. Su imagen pública emprendedora, luchadora y triunfadora persiste, a pesar de todo. 
De forma muy similar Julio Guzmán con una imagen inicialmente fuerte y  bien proyectada, sorpresa para los poderes fácticos, se vio también apeado por esos mismos poderes que no pudieron aceptar la presencia de tal intruso. Su imagen de líder, joven, moderno, fotogénico, y atrevido, barrió en su momento, para como digo, ser apeado por el JNE. Su imagen pública ha sido potenciada y permanece intacta y a la expectativa.
Los casos de Keiko y Pedro Pablo merecen más líneas. En el aspecto físico sus diferencias son notables. Ella, joven y atractiva, con gran empatía, vestimenta deportiva que realza su encanto, con polo blanco, que implica pureza, limpieza y claridad, mientras el otro con aspecto de abuelito cansado y experimentado, ha cambiado los anacrónicos tirantes americanos de épocas anteriores por una correa negra, camisa blanca, gafas y dientes de oro, con movimientos torpes e inseguros y gorrita a elegir entre el blanco y el rojo. Una, con imagen de luchadora y emprendedora y el otro con la de hombre experimentado y sin sobresaltos. Una, la inquietud y otro, la tranquilidad. En sus mensajes verbales, ella es de una dicción y entonación correcta y él con un deje americanizado y monótono. En los no verbales o gestuales ella utiliza su mano izquierda para aseverar y afirmar y él se mueve poco en el escenario. En lo referente a su comportamiento social ambos mantienen una discreta lejanía sobre el electorado. Finalmente está la credibilidad transmitida. En el caso de Keiko está en entredicho, pues a pesar de sus esfuerzos declaratorios de Harvard, y de los 10 compromisos leídos en el debate presidencial, las declaraciones de sus diputados, ”salida por la puerta grande”, “Leyes por un tubo”, “son primos hermanos de terroristas” y finalmente la contradictoria rebelión de su hermano Kenji hacen que ofrezca serias dudas su credibilidad. En lo referente a Pedro Pablo, su credibilidad no se ha visto afectada hasta la fecha por su gente que permanece fiel y en silencio. Su mensaje es claro y excepto su salida de tono con un periodista en el caso del gas, es creíble, incluido su deseo de que los presos mayores “purguen” condenas en sus casas.
Moraleja:” Ser esclavo de la propia imagen puede llegar a desvirtuar a una persona”.( Enrique Rojas)
Así sea.
EL VIGÍA       


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