lunes, 22 de abril de 2013

ARTÍCULO: "AMADOR"


                       
Es muy delgado, y el pelo que en su día fue intensamente negro ahora está ya canoso. Parece bastante mas alto que  sus 1,70 m.. Quizá la falta de kilos acentúa su esbeltez. Se hace llamar Amador que es su nombre de pila y es culto y refinado.

A sus ochenta y dos años mantiene la lucidez mental de los cuarenta y la de los cincuenta en lo que se refiere al físico, aunque últimamente está sufriendo unas molestias gástricas que le llevan preocupado.

Amador, es vigilante diurno en una zona contigua a donde yo vivo. Trabaja por su cuenta y riesgo responsabilizándose de una larga y ajardinada cuadra y cobrando la voluntad (más bien pequeña) que aportan algunos vecinos. Empieza su jornada a las seis y media de la mañana hasta la misma hora de la tarde, en total doce horas diarias, librando únicamente los miércoles. Ha ejercido esta profesión durante toda su vida y hace años se mal jubiló legalmente pues con la mísera pensión que le dieron no le quedó otra alternativa que seguir al pie del cañón sobre todo por las cargas familiares que mantiene.

Vive en la “Libertad”, a cinco cuadras de la parada de cualquier combi o colectivo que pase por la Avda. Meiggs, o sea bastante lejos, con su mujer y dos hijas, ambas maestras, ya que los otros seis hijos que quedan vivos de los once que tuvo en total con sus tres parejas (Amador siempre supo hacer honor a su nombre) ya están independizados. Bueno, es un decir ya que uno de ellos está sin trabajo y es atendido en casa así como una de las maestras, una joven encantadora a la que le falta que le den el título y está a verlas venir.

 Nos conocimos hace unos meses, una tarde, en uno de mis paseos por la zona. Tras largas y variadas conversaciones congeniamos y coincidimos en muchos aspectos de los diferentes temas que abordamos. Ahora nos vemos todas las tardes y continuamos intercambiando opiniones.

 Por lo que veo es muy atento y respetuoso con los vecinos y debe conocer la vida y milagros de cada uno de ellos. No chismorrea nada de nadie y se guarda celosamente bastantes “secretillos” de sus convecinos. Que por cierto, alguno de ellos deja bastante que desear en lo que se refiere a educación y trato hacia Amador. Hay uno en concreto el “Pelao” que mantiene (aparte de a la querida) una alta suficiencia y pituquería que produce pena. El tal “Pelao” al parecer es abogado que reside en Lima y viene a pasar los fines de semana a nuestra ciudad. Sus signos externos son de tener un buen estatus ya que tanto su ropa como los vehículos que utiliza así lo muestran.

Pero a Amador lo tiene frito, amargado y bastante preocupado pues el trato que le dispensa es impropio de un señor de la categoría que aparenta.

Resulta que un mal día el “Pelao” lo llamó:”Eh tú, ven aquí”. El bueno de Amador se acerco y le dijo en tono imperativo:”Ves todos esos papeles y bolsas que hay ahí tirados, (señalando el  jardín central de la comunidad) pues ya puedes ir recogiéndolos y dejando todo limpio”. Amador que no salía de su asombro contestó:” Señor, no es mi función, sólo soy vigilante de la comunidad”, se dio la vuelta y lo dejó. Como es lógico se sintió herido en su dignidad y muy dolido por la despótica actitud del “Pelao”, aunque de sus labios no salió improperio alguno.

El domingo pasado Amador le abordó y recordó que con esa eran cuatro semanas que le adeudaba, en total treinta y dos soles, a lo que echándose la mano al bolsillo de mala gana sacó varios billetes, cogió uno de veinte soles y se lo dio diciéndole: “ Lo demás, más adelante “. Al parecer hace lo mismo con el jardinero al que también lleva por la calle de la amargura.

Este “importante” señor tiene su vereda encerada y peatón que pasa, resbalón correspondiente, siendo verdaderamente peligroso transitar por ella. Cuando se le ha advertido del riesgo que entraña para los transeúntes ha hecho caso omiso, o lo que es lo mismo: En mi casa hago lo que me da la gana. Al parecer todavía no se ha enterado de que los accidentes que ocurran por   ”su encerado” son de exclusiva responsabilidad civil suya. Aparte de su autoritarismo, altanería  y racanería, lo más significativo es la falta de solidaridad y respeto al prójimo. Claro está que éste es un mal bastante generalizado sobre todo en cierta clase de personas que hacen ostentación de “poderío” y “grandeza “.

Así que Amador, tendrá que  seguir trabajando y continuar financiando inmerecidamente a algún “señorito” y, no me refiero sólo al “Pelao”, sino también a ese otro más grande e importante llamado Estado que es quien le paga tan mísera e impresentable pensión tras muchos años de trabajo. De este tema hablaremos detenidamente otro día pues merece la pena.

  Ahora ya no  me extrañan nada y ya sé de donde provienen las molestias y ardores de estómago de Amador.
Adivinen quién es un buen amigo mío.
 Moraleja: El rico al bollo y el pobre al hoyo.
Así sea.
El vigía

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