jueves, 25 de abril de 2013

ARTÍCULO: ATENCIÓN AL CLIENTE


                  


¿Por qué en unas comunidades al cliente se le denomina:”su majestad el cliente” y se le trata como  a tal, con mimo, afecto, deferencia y atención? y ¿por qué  en otras sociedades como la nuestra se le trata con dureza, desafecto, indiferencia y falta de atención? Pues sencillamente porque en el primer caso el servidor o proveedor además de inteligente es respetuoso y el cliente, que es el que paga, hace valer sus derechos. En cambio en el segundo caso el proveedor es muy bruto e irrespetuoso y nosotros muy “dóciles” ya que no hacemos valer nuestros derechos y nos utilizan como  les viene en gana.
Para que lo entendamos mejor pondré algún ejemplo aclaratorio.
Los bancos, si, los bancos; no los de sentarse, no, sino los de los dineros, esas instituciones donde reciben con los brazos abiertos  nuestros ahorros para “guardarlos” y con los brazos cruzados, morro torcido  e intereses rayanos en la usura cuando solicitamos un préstamo o crédito.
No me referiré al aspecto bursátil, crediticio etc. etc. de los que habría mucho que decir, muy complejo de explicar y más difícil de comprender para los que somos ciudadanos de a pie.  
Lo haré sobre algo mucho más sencillo, muchísimo más: el trato que nos dispensan como personas, como clientes.  
¿Ustedes creen que hay derecho a esas colas, largas, interminables e insufribles a lo largo de fachadas y veredas, haga frío, calor, o lluvia para poder gestionar algo relacionado con nuestro dinero, bien sea cobrar o pagar? .Verlas deprime el ánimo y recuerda el racionamiento de las posguerras y el subdesarrollo. Y ¿por qué hay esas colas?, ¿acaso regalan algo?, ¿o será que  nos hemos puesto todos de acuerdo en coger una insolación o  una gripe según sea la época del año? No, nada de eso, es simplemente porque el número de sucursales y/o cajeros son manifiestamente  insuficientes y a sus dirigentes les importa un pito el sufrimiento y la incomodidad de sus clientes. Esa es la cruda realidad y no otra. Entre invertir en mejorar su servicio y no hacerlo optan por lo segundo que es mucho más económico y creen que rentable  pues aquí el cliente, repito, no pinta nada. Y mientras sigamos sin pitar nada así nos lucirá el pelo.
En muchos casos esa cola se disuelve pacíficamente, al mismo tiempo que el sol, a las seis de la tarde, cuando el vigilante de turno cierra las puertas del banco y montones de gente, al fin y al cabo clientes, ven defraudadas sus expectativas de concluir su gestión tras haber estado a la intemperie, sufriendo las inclemencias durante bastante tiempo. ! Vuelva usted mañana que será otro día!
¡Y qué decir de la organización en el  interior de las oficinas!
Veamos con detenimiento. Normalmente suele haber dos colas  zigzagueantes   de clientes que recuerdan a los inmigrantes en las salas de visados de los aeropuertos, por no decir algo peor y entre diez y veinte ventanillas o mostradores para su  atención.
Pues bien, hay un mostrador, solo uno, con un pictograma que dice: SERVICIO PREFERENTE, así con letras grandes y bien visibles, ante el que se sitúan haciendo cola personas mayores, gestantes, mamás con sus bebés en los brazos o discapacitados físicos o psíquicos y, otra cola para el resto de clientes junto a la cual hay un empleado del banco o un vigilante. O sea, los que deben tener un trato preferente disponen de un mostrador, solo uno, para resolver sus asuntos y los que no  tienen ese derecho disponen de entre nueve y diecinueve.
¿Esto tiene sentido?, ¿verdad que no?  La realidad es que la cola  “preferente“ no tiene nada de tal pues en ella uno se eterniza. Hagan la prueba cuando quieran y lo comprobarán.
Que haya dos colas debe ser aceptado y de hecho está bien aunque la ley no dice “hágase una cola preferente” sino “proporcione usted un servicio preferente “, que es cosa muy diferente, a las personas que por sus características ya aludidas lo precisen. Y digo yo, ¿tanto costaría que el empleado o vigilante organizase el servicio de forma y manera que todos los mostradores cumplan la función de estar al servicio de las personas “preferentes”?  “¡Señor, pase ahí!”,” ¡Señora, pase allí!” y así sucesivamente. Pues amigos, cosa tan sencilla  no se hace, y el motivo es la falta de atención y sobre todo de sensibilidad de la Dirección a la que como decía al principio el cliente y sus circunstancias no le importan nada. Claro está que la situación, ésta y todas, continuarán sin resolverse  mientras nosotros los clientes lo sigamos permitiendo.
No les quepa ninguna duda que algún día llegará y, ya estamos tardando, en que seremos ”majestades” comercialmente hablando, como debe ser, al igual que en otras sociedades ya lo han conseguido. Así que futuras “majestades”, ustedes tienen la palabra.
Y ahora queridos lectores les dejo porque son casi las seis de la tarde y voy contra reloj pues con toda seguridad tendré que hacer cola. Adivinen dónde.
Moraleja: Si al banco vas, en la cola o cajero sufrirás y, tus dineros no siempre te llevarás.
Así sea.
EL vigía.

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