He pasado un fin de semana
malo, muy malo, malísimo.
Hoy escribo muerto de
sueño. No he pegado ojo desde hace dos noches y, al igual que yo,
mi mujer y mis hijos.
Iniciar el día para ir a
trabajar o ir al colegio en estas condiciones se nos hace muy
difícil y costoso a todos.
No es que hayamos estado
de viaje, ni velando a alguien,ni de fiesta, no, nada de eso; mas
bien los que sí lo han estado han sido los vecinos de enfrente de
nuestra casa que se han emperrado en que no durmiéramos estas dos
últimas noches al organizar unas juergas impresionantes en sus
domicilios.
Ser “fiestero” es cosa
buena, oir música y tomarse unas cervecitas también y, sobre
todo cuando se hace de forma privada y sin molestar. Pero cuando no
es así, sino que meten la “discoteca” a todo trapo en la casa
del vecino, la mía; el alcohol lo dejan notar ampliamente con sus
risotadas y cánticos desentonados y, su equilibrio empieza a ser
apreciable y manifiestamente inestable, deja de ser cosa buena y se
convierte en incivismo y gamberrismo por las molestias que origina.
La zona en que vivimos,
ha sido tradicionalmente muy tranquila, pero desde un tiempo a esta
parte, con la llegada de nuevos vecinos hemos perdido el sosiego y
la tranquilidad nocturna tradicional, muy necesaria para un normal y
buen descanso reparador.
Estos nuevos vecinos,
situados frente a nuestra vivienda, son gente que a simple vista
parecen de buena vecindad pues son aseados limpian su vereda y
saludan al pasar. Pero desgraciadamente sólo son apariencias. La
verdad es que cuando te acercas insomne a su casa con sus ventanales
y puertas bien abiertas, a altas horas de la madrugada y les
felicitas por su fiesta de cumpleaños, aniversario, bautizo?,
comunión?, o lo que sea, con toda educación y prudencia y les
solicitas que por favor bajen el volumen de la música, de sus
cánticos desentonados y gritos, te despachan de mal aire diciendo:”en mi casa hago lo que me da la gana “, mostrando lo que en
realidad son: brutos, incultos, irresponsables y gamberros. En
síntesis: incívicos .
Si una vez realizada esa
gestión sin resultado, además solicitas la actuación de los
miembros del serenazgo, que se dedican a vigilar la casa de otro
insigne vecino próximo, la del Sr. Alcalde y te dicen: “ no
tenemos autoridad en un domicilio particular “, sólo quedan dos
opciones: a) utilizar tapones auditivos, no se rían que son muy
recomendables y b) la denuncia pública. Los tapones los tengo ya
fijos en la mesilla de noche y la denuncia es lo que estoy haciendo
con este escrito, esperando la acción, reacción o actuación de
la autoridad competente, léase regidor, alcalde o gobernador, pero
no sólo en mi barrio sino en todo Chimbote.
Acudir a otras instancias
superiores, aquí es lamentablemente perder el tiempo. En cualquier
ciudad desarrollada hay disposiciones municipales sobre el ruido
diurno y sobre todo del nocturno, haciendo cumplir al mal ciudadano
la norma los miembros del serenazgo o la policía en nombre del
municipio. Aquí desconozco si existen dichas normativas y, por lo
que se oye (nunca mejor dicho), no debe haberlas. Si es así,
díctense cuanto antes. Si por el contrario, sí existen, por
favor que la autoridad competente actúe, no sólo por la salud de
los ciudadanos sino porque sencillamente es su obligación. Sí, su
o-bli-ga-ción.
Como tengo serias dudas de
que consiga algo de esa manera, intentaré por si tuviera la suerte
de que alguno de los brutos e incívicos “fiesteros” leyeran (es
muy posible que no sepan hacerlo) estas líneas, ilustrarles sobre qué es el ruido y
sus consecuencias.
Estoy convencido de que
esos energúmenos de cuidado, saben que polvos, nieblas , humos,
gases y vapores además de virus y bacterias, son contaminantes que
según sus características son dañinos para el ser humano. Lo que
ya no tengo tan claro es si saben que el ruido es otro contaminante
peligroso para las personas.
Veámoslo.
El ruido, que se define
como “aquél sonido molesto para el oído” puede afectar en mayor
o menor grado al organismo dependiendo fundamentalmente de su
intensidad, que es la fuerza con que llega a nuestros oídos. Así
pues, la audición de nuestra pieza musical favorita puede
convertirse en ruido cuando por su volumen nos moleste en los oídos. Esa intensidad o volumen se mide en decibelios (dB) y se cuantifica
con un aparato llamado sonómetro.
En el mundo de la Higiene
Ambiental se considera que una intensidad por encima de los 65 dB es
inaceptable y se recomienda utilizar protección.
Por debajo de los 80 dB,
el oído no presenta alteraciones o lesiones definitivas pero sí
molestias pasajeras a las que se les da el nombre de “fatiga
auditiva”. Superada esta intensidad será obligatoria laboralmente
la utilización de protección. Cuando la intensidad sonora supera
los 90 dB empiezan a aparecer lesiones irreversibles (que no se
recuperarán) que serán mayores dependiendo del tiempo de
exposición y de la sensibilidad del individuo.
Para que se hagan una idea
de lo que son estas intensidades vean estos ejemplos:
-En el campo: intensidad
muy baja (25 dB)
-En la oficina:
intensidad moderada (50 dB)
-En la fábrica
metalúrgica: intensidad muy alta (90dB).Exposición prolongada
:Lesión
-Martillo neumático:
mucho malestar (110 dB) Lesiones.
-En la Discoteca: Dolor
de cabeza (125 dB). Lesiones.
-Disparo de revólver
cerca del oído: (140 )dB. Sordera permanente.
- Por encima de 150 dB ,
rotura del tímpano. Sordera total.
Ahora veamos las
alteraciones que el ruido pude originar en el ser humano:
Alteraciones
Fisiológicas: Pérdida paulatina de
audición, zumbidos, hipertensión ( presión alta ) y sordera.
Alteraciones Psíquicas: Estrés, ansiedad, alteraciones del sueño, alteraciones
menstruales, impotencia , falta de concentración, depresión y
agresividad.
Alteraciones Sociales: comunicación alterada, bajo rendimiento, molestias y
enfrentamientos vecinales, etc. etc .
Como acabamos de ver el
aparentemente sin importancia ruido es un serio peligro del que
tendremos que cuidarnos mucho y mantenerlo a distancia. Lo mismo que
de los que lo originan: “fiesteros” diurnos y nocturnos;
conductores de vehículos, sobre todo de taxistas que con la
utilización del claxon de forma continuada e insistente y sus
radios a todo volumen invaden la ciudad convirtiéndola en un
infierno; y finalmente las Discotecas, de las que salen los
clientes asiduos, normalmente jóvenes, muy contentos y felices
tras habérselo pasado muy bien sin saber que son sordos en potencia
o lo que es lo mismo: que cuando tengan la edad de sus padres muy
posiblemente estarán sordos.
¿Quieren que les confiese
que pienso cuando estoy en la cama intentando dormir y esos
impresentables me lo impiden?. Pues sencillamente que, !ojalá!
todas las alteraciones que hemos comentado antes, les afecten:
desde la impotencia o la falta de menstruación, pasando por la
depresión y terminando por la sordera.
Ya me disculparán pero el
mío es un “pecadillo” venial de pensamiento. El de ellos es
mortal total de obra.
Moraleja; En Chimbote,
depende del vecindario dormir a diario.
Así sea .
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