Pues
si les soy sincero siempre para mí y mi familia las fiestas navideñas habían
sido excepcionales por su contenido fraternal y entrañable en las que cuántos
la integramos habíamos celebrado en armonía, libertad y amor días tan
señalados. El pasado día 24, Nochebuena, víspera de Navidad , al mediodía
fuimos informados de que el Presidente Humala, tras reunión del Consejo de
Ministros, previa reunión el día anterior del Consejo de Estado, había firmado
el Decreto del Estado de Emergencia o Excepción en las provincias del Santa y
Casma ante la inseguridad ciudadana reinante y coincidente con las fiestas
navideñas. Esa noche del 24, la celebramos como siempre acostumbramos, saliendo
después de cenar a la calle para allí dar rienda suelta al bullicio de los más
jóvenes, con sus petardos, cohetes y fuegos artificiales, que a decir verdad
estimulan y rejuvenecen a los mayores. Aunque a fuer de ser sincero les confesaré
que estuvimos alerta, mirando con el rabillo del ojo, no fuera que a las 12 de
la noche, hora en la que comenzaba el nuevo estado de Excepción, apareciera un
patrullero de las fuerzas del orden y empezara a ejercer sus funciones de
restricción de libertades. Porque al parecer eran dos, según dijeron, las restricciones impuestas: las libertades
personales y la inviolabilidad del domicilio. Hay que recordar que las
restricciones que pueden verse afectadas por un estado de Excepción son: La
libertad de tránsito, la libertad de reunión, la libertad de comunicación, la
inviolabilidad del domicilio y la detención por orden del juez. O sea que en
principio, aquello de dos libertades restringidas, no era así, en realidad eran
todas, pues todas las mencionadas afectan a la libertades individuales.
La verdad es que a pesar de la inquietud que
ello conlleva, como puede ser el estar a la libre interpretación que haga un
servidor del orden, de lo que él interprete de lo que es una reunión vecinal o
festiva, la verdad es que la cordura en noche tan señalada imperó durante toda
la velada. Pero claro, las fiestas navideñas se prolongan en el tiempo hasta unirlas con las de fin de Año, que a su
vez se continúan con las de Reyes y estas con las vacaciones escolares estivales.
Con esto quiero decir que quedamos a la espera de ver la evolución de
acontecimientos, pues en principio son 45 días de excepción, de los 60 máximos
que pueden dictarse aunque siempre supeditados a otros nuevos que pudieran solicitarse. Acontecimientos que
quizá no hubieran tenido mayor trascendencia hace veinte días atrás o quizá
veinte días más tarde, pero que sí la tienen en plena Nochebuena. ¿Oportunismo
político?, ¿justificación electoral?. Vayan ustedes a saber. Lo que sí se puede
aseverar es que la medida aparte de polémica, es inoportuna en el tiempo por
tratarse de fiestas anuales tan señaladas, que pueden poner en dificultad tanto
el accionar de los miembros del orden como también de los ciudadanos honestos que son mayoría. Y
aquí no basta con aquello de: “Si no tienes nada que temer no tengas temor”.
No, eso no sirve. Eso sirve para decírselo a los delincuentes, a los que andan
fuera de la ley, pero no al honesto ciudadano. Las libertades individuales,
ahora puestas en entredicho, son uno de los bienes individuales y personales,
junto a la propia vida, más preciados por el ser humano. Con lo dicho queda
reflejada mi opinión acerca de la oportunidad de la medida tomada. En lo que se
refiere a la necesidad de tomar tales medidas diré que debemos acatarlas, pero
tengo serias dudas sirvan para la consecución del fin propuesto:
Atacar, combatir y erradicar la inseguridad ciudadana. El problema que nos
asola es de orden público, de sicarios, chorizos, y de delitos de cuello
blanco, léase corrupción, o sea delincuencial. En este caso, no se trata de
terrorismo de estado, narcotráfico o de un Estado Fallido, se trata como digo
de hechos delincuenciales, graves pero perfectamente perseguibles en un estado
de garantías personales de todos los ciudadanos.
El grave
problema enquistado en nuestra sociedad, se halla en la corrupción, la falta de reparto de la riqueza generada, y
el déficit de valores éticos y sociales transmitidos y practicados. Estos tres
son los principales factores desencadenantes de la inseguridad en que nos
hallamos. Y mientras no se ataque en su raíz u origen estos factores, el
problema subsistirá. Las medidas adoptadas difícilmente erradicarán la
inseguridad ciudadana, únicamente tendrán a su alcance desarticular a algunos
chorizos, bien venido sea, pero el problema de fondo continuará. Los
desencadenantes de esta nueva medida adoptada, con la pérdida de garantías
personales de los contribuyentes, no son otros que los crímenes recientes,
tanto de sangre como de corrupción de funcionarios, con su evasión y su burla a
la Justicia. Asesinatos, todos ellos, mírese por donde se mire, por el afán de
poder, y funcionarios, alcaldes, gerentes y asistentes, condenados por la
justicia por su corrupta actuación y que uno tras otro son prófugos de la Justicia..
Hemos
estado viviendo durante estos últimos años bajo una dirección en la que lo que
ha primado ha sido el afán desmedido por medrar, el enriquecimiento fácil y
avaro a costa de lo que fuera y de quien fuera. Sin crear puestos de trabajo
estables y duraderos, y sobre todo sin dar opciones de crecimiento integral
personal, tanto humano como profesional
a miles de jóvenes que se hallan totalmente desamparados,
lamentablemente convertidos en carne de cañón y los que aparecen ahora como los
causantes de nuestra inseguridad. Cuando como vemos, el origen es otro.
La
solución, no se halla en la declaración de un estado de Excepción, se encuentra
en dar un giro de 180º a nuestra visión de futuro. Se trata de elegir mejor a
nuestros dirigentes. Y de esto seguiremos hablando. De controlarles y exigirles
más y mejor. De que el Estado asuma su responsabilidad y no haga dejación de
sus atribuciones. De que el sistema liberal vuelva a ser tal, y no “salvaje” y
del libertinaje, como es actualmente. Y en fin, de que hay que comer con el
sudor de tu frente y no con el de enfrente, que es lo que ahora está en boga.
Moraleja:
”La libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres” (
Manuel hazaña)
Así sea.
ELVIGÍA.