Una capa es una prenda de adorno, elegante,
sin mangas, de abrigo, que se coloca sobre los hombros, llega hasta debajo de
las rodillas y es utilizada tanto por mujeres como hombres. Un sayo es una
prenda holgada y sin botones, tipo casaca, muy rústica, utilizada para vestir,
que llega hasta encima de las rodillas. El sayo es un tipo de vestimenta, muy
simple, utilizado en la antigüedad por los romanos y posteriormente en la Edad
Media por la nobleza. Mientras la capa, es una prenda refinada y elegante,
utilizada en épocas posteriores. O sea prendas que no tienen nada que ver una
con otra. Convertir una capa en un sayo más parece cosa de capricho que de
utilidad.
De la utilización indiscriminada de ambas prendas
proviene una frase bastante utilizada como es “Hacer de su capa un sayo”, que
se aplica a quien obra sin dar cuentas de su actuación a nadie. O lo que es lo
mismo, hacer lo que le viene en gana, normalmente de forma arbitraria o sin
control. Y eso en la vida privada de cada uno es perfectamente asumible por
cada cual, y también por la sociedad en general, pero no así en la vida pública y de servicio al
ciudadano. Y ya no digamos si el que “hace de su capa un sayo” es nada menos
que una autoridad representativa de la ciudadanía.
Para mejor comprensión valdrá algún ejemplo. “Hace
de su capa un sayo”, el conductor de automóvil que ni le importa ni respeta las
más mínimas normas de circulación, ni a colegas ni a peatones, bien por
desconocimiento o por ser un auténtico energúmeno, que de todo hay. También
“hace de su capa un sayo” quien no respeta a un agente de la autoridad e
incluso llega a la agresión verbal y física. Igual que el despreciable sujeto
que haciendo gala de su machismo enfermizo, agrede y veja a su pareja. Pero el
colmo es cuando el que “hace de su capa un sayo” es una autoridad, en las
propias instalaciones de su desempeño. Y no quiero referirme al besucón
policía, cuya foto ha dado la vuelta a la región, sino al caso de la alcaldesa
señorita Espinoza haciendo supuesto uso de las instalaciones municipales para
evadir la acción de la Justicia. Y digo supuesto, pues eso es lo que hay que
suponer, que no utilizó el Consistorio durante su fugitivo accionar. Estaría
bueno, que tras buscarla hasta por el extranjero resultara que estaba “haciendo
de su capa un sayo” en el desván de la Casa Municipal. Y lo estaba haciendo,
ella sabrá donde, al incumplir una resolución judicial. Y aunque todavía no nos
ha dicho donde se escondió, ni que ha sido del tal Agapito, sí nos ha
adelantado tres cosas. Una que es una perseguida política, otra que piensa
interponer una querella al Ministro del Interior por poner precio a su captura
y la tercera ……………..la tercera la dejo para el final.
Para
aseverar que uno es víctima de una persecución política es necesario saber con
antelación qué implican esos términos utilizados. En los tiempos actuales,
víctimas hay muchas como por ejemplo la joven agente de tránsito que dejo su
vida en acto de servicio en el túnel de Coishco. Ella sí es una víctima;
perseguidos también los hay sobre todo chorizos y gente de mal vivir, y
finalmente políticos, muchos de boquilla pero muy poquitos de verdad. Pero lo
que sí se puede asegurar es que “victimas de persecución política” como dice ahora
y se quejaba Martín Belaunde, en este Estado no hay ni una. Absolutamente
ninguna. Podemos dar gracias de ello.
Lo
de interponer una querella al Ministerio del Interior por haber puesto precio a
su captura es jocoso, y risible. Sin duda unas declaraciones, que no amenazas,
esperpénticas, propias de una desautorizada autoridad que dice lo que sabe que no fue otra cosa que
cumplir con el deber debido. Cual es perseguir con todos los medios a su
alcance a quienes una vez condenados a la privación de libertad, como fue su
caso con sentencia firme en su primera apelación, se declaran prófugos, como hizo
usted. Y no vale aducir que había un proceso de casación. Pues si bien es
cierto que lo había, más cierto es que usted se declaró fugitiva de la Justicia
bastante antes de que fuera considerada inadmisible su solicitud por el alto
tribunal. Tribunal que también “hizo de su capa un sayo” al declararlo, repito,
inadmisible para seguidamente retractarse con aquello de “oficio”, con el fin
de sentar “doctrina”. Doctrina que todavía no hemos podido leer por falta, que
hace pensar, de su publicación. Ahora bien, si lo que se pretende con esas
palabras es tratar de justificar lo injustificable, todas las bravatas vertidas
hasta la fecha tienen su explicación.
Y
la tercera cosa que nos ha dicho es de campeonato. La alcaldesa, la tía Vicky
justificó ante los medios de comunicación su clandestinidad durante casi diez
meses, cuando siempre había dicho que respetaría la sentencia que se dictara,
diciendo: ”Hice uso del derecho que la ley me confiere”. En verdad, no solo
lamentables sino deplorables palabras. A las que por si fueran poco añade. ”El
hecho que yo no me haya presentado en su momento fue por indicación de mis
abogados que estaban convencidos de mi inocencia”. Ripley.
Es
importante no confundir al ciudadano que tiene que saber que no hay ninguna ley
que confiera el derecho a no cumplir las sentencias judiciales. Ninguna. Y en
este caso dice que no se ha presentado por indicación de sus abogados. Premio
para la abogada Espinoza García. Y yo que creía que había estado de vacaciones
y no se había enterado de que tenía una sentencia de siete años por cumplir
tras sus múltiples promesas de acatar el veredicto y ahora resulta que sí lo
sabía pero que amparándose en no sé qué derecho y la recomendación de sus
abogados prefirió declararse prófuga y de esa manera, a salto de mata, evadir
la acción de la justicia. Y se queda tan ancha y al parecer convencida de lo
que dice. Y la ciudadanía atónita oyéndola.
De
todas las maneras sus encomiendas a los cuatro patronos de los imposibles deben
continuar a fin de salvaguardar futuros y próximos resultados en los sucesivos
encuentros con la Justicia. Aunque entre los derechos que dice le confiere no
sé qué Ley por un lado, y los consejos que dice recibir de sus abogados Dña.
Victoria, siempre cantará eso: Victoria, o lo que en su caso es lo mismo,
“haciendo de su capa un sayo”.
Moraleja:
“En tierra de ciegos el tuerto es el rey”
Así
sea.
El
Vigía
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