Como todas las noches, a las
9,30 el más pequeño de mis cinco hijos que también tiene cinco años de edad se
va a la cama para dormir. Entro en su habitación y le veo arrodillado en su
cama con las manos abiertas al cielo, rezando: El Padre Nuestro, El Ave María y
a Jesusito: “Jesusito de mi vida, tu eres niño como yo, por eso te quiero mucho
y te doy mi corazón..…” para terminar pidiéndole que cuide de toda la familia,
solo que ahora pide también por su Miss a la que hace unos días que no ve.
En mi artículo anterior, el
de la semana pasada, hacía referencia a que estamos viviendo unos momentos de
incertidumbre en todos los estamentos sociales, pues todos ellos aparecen “tocados”,
desde la educación, la sanidad, la justicia, etc. etc. Les hablaba del
mercantilismo que ha invadido nuestras vidas desde hace unas pocas décadas y las
consecuencias negativas que viene acarreando. Este mercantilismo hace que todo
cuanto nos rodea tenga un precio. Y el precio no es solo monetario y económico sino
también de prestigio, de triunfo, de ser el número uno, el más destacado, el
mejor. Sin dudad alguna que mejorar posición y estatus social es propio del
género humano, aplaudible y encomiable cuando se hace con el esfuerzo y
sacrificio propio y no pisoteando o pasando por encima de los derechos ajenos.
Cuando esto último ocurre podrá presumirse de lo conseguido pero con la
vergüenza de cómo se consiguió y ya no digamos si los afectados son seres
indefensos.
El pasado día 15 recibimos
del colegio donde está escolarizado nuestro pequeño, una citación urgente para
el día siguiente. La citación hacía referencia únicamente al aula de nuestro
hijo. Acordé con mi mujer que ante la imposibilidad de mi asistencia, acudiría
ella.
Esa misma tarde,
aproximadamente una hora antes de la reunión, una fuente bien informada, ajena
al colegio, me indicó casualmente que la reunión era para anunciar la renuncia
a la docencia de la Miss titular del aula de mi hijo y que desconocía las
motivaciones existentes.
Mis elucubraciones de que
algo grave le había ocurrido a la Miss, una seria enfermedad, un enfrentamiento con alguien,
con el Colegio, etc.etc, a poco más de dos meses de final de curso en el que
los alumnos se graduarán y pasarán a Primaria, eran variadas, pues resultaba muy
extraña la presentación de su renuncia.
Llamé a mi mujer para
informarle de lo que me acababan de comunicar. Ella lo tomó con inquietud y
desasosiego y le indiqué qué en la reunión transmitiera nuestro apoyo a la Miss
ante lo que repito yo creía podía ser una enfermedad, un desencuentro o un
enfrentamiento.
Resultó que la información de
mi fuente era correcta, pero no así mis creencias. La Dirección del Centro, con
ausencia de la Miss anunció que ésta, había presentado su renuncia como docente
del Centro. Y que lo había hecho ante la oportunidad surgida de mejorar
sensiblemente su estatus académico o profesional pues había sido llamada a
incorporarse como docente a la Universidad Nacional de Santa. O sea, se trataba
de una renuncia oportunista, en buen español nunca mejor dicho.
Eso sí, dejando muy claro que
no abandonaba el centro por dinero, ni por la locomoción ni por el sustento.
Era simplemente por la oportunidad de pasar a laborar en la Universidad.
Todo ello a mi juicio muy inquietante
y que no me atrevo a calificar públicamente. Y digo esto porque estamos
haciendo referencia a un tema docente y no simplemente al cambio o sustitución
de un profesional por otro. Esto no es el chiringuito de la esquina, que con
todos los respetos que me merece, puede cambiar de empleado cuando le plazca.
No, esto es algo mucho más serio. Es un asunto de ética profesional. Se trata
de la educación de unos niños, que están a punto de graduarse, iniciando el
proceso crucial de lectoescritura y su tutora, su Miss, con la aquiescencia del
Centro los deja (término muy suave) para cumplimentar sus afanes profesionales
personales sin esperar a la próxima finalización del Curso académico. Que la
profesora ha dado mucho al Centro y también a sus alumnos, estamos de acuerdo.
Pero por esa misma razón emocional, afectiva y pedagógica no puede abandonar a
unos y a otro en momentos tan cruciales, como es la proximidad del final de
curso. Es de esperar que el programa didáctico así como la línea pedagógica
hasta ahora desarrollada, excelente, será continuada con el mismo o mayor
esfuerzo y trabajo por las dos nuevas profesoras adjudicadas al aula. Por
cierto, hasta ahora auxiliares pero eso sí, como no, tituladas. El aspecto
emocional y afectivo de los niños puede verse afectado y es el mayor riesgo
ahora existente y a ello tendremos que estar muy atentos los actores
involucrados: Dirección, psicólogo, profesores y padres. Todos.
No se me ocurre pensar que la
Dirección del Centro ha hecho dejación de sus funciones al no exigir la
continuidad de quién debía hacerlo pero sí que en este caso concreto quizá
nosotros los padres, de haber sido informados con antelación y no ante hechos
consumados podríamos haber intervenido y ayudado en un mejor desenlace final.
Por otra parte en este caso
concreto no cabe decir que “han venido a buscar y llevarse”, no, aquí no ha
venido nadie a buscar a nadie. En todo caso lo contrario.
Me surgen las dudas de cómo
se ha desarrollado el proceso, solicitud de trabajo, exámenes, condiciones
laborales y académicas, puesto a ocupar, etc., etc., que hubiera sido sumamente
interesante conocer en su momento, pues todo ello no se ha desarrollado en
veinticuatro horas, pero que a estas alturas resulta irrelevante.
Cierto es que esta Miss, que
tanto ha dado al Colegio y a sus alumnos seguirá en nuestros corazones y por supuesto en las oraciones de nuestros pequeños,
a la que creen enferma y desean una pronta recuperación.
A partir de ahora, después
del padre Nuestro y el Ave María, en la oración a Jesusito hemos incluido a Sta. Rosa de Lima
para que nos ilumine a todos y en especial al Centro.
Moralejas: ”Quién mucho
abarca poco aprieta” y “No por mucho correr amanece más temprano”.
Así sea.
El VIGÍA.
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