viernes, 18 de septiembre de 2015

ARTÍCULO: CHÁPALO Y ENTRÉGALO.


Todo indica que fue a raíz del cansancio originado por los constantes robos en lugares próximos a su domicilio en la ciudad de Huancayo lo que llevó a la comunicadora Cecilia García Rodríguez a exhibir un cartel que decía: “Ratero, si te cogemos, no vas a ir a comisaría sino que te vamos a linchar”. Posteriormente lo publicó en Facebook donde rápidamente se propagó. Y esto originó la creación por la misma autora de una página Web titulada: “Chapa tu choro, Perú” que impactó todavía más. Posteriormente alguien utilizó la pegada de aquella página para “completarla”: “Chapa tu choro y déjalo paralítico”.
Seguidamente la autora del slogan original matizó sus palabras dándoles un sesgo político al referirse a la actuación indiferente del gobierno actual ante la delincuencia, llegando a insinuar su posible candidatura al Congreso de la Nación. Todas las apariencias indican que el hecho delictivo del “choro”, en su impunidad, ha sido utilizado para justificar unas acciones injustificables se miren por dónde se miren, como es el linchamiento, pues de la comisión de un delito se trata. Todo ello en una dirección, la del beneficio personal, como es la popularidad propia del antihéroe en que rápidamente se convirtió la comunicadora.
La responsabilidad ante las posibles consecuencias que pueden originar socialmente es de tal naturaleza y gravedad que hace que esa apología de la violencia deba ser combatida con rigurosidad y prontitud. Y ya no digamos si se trata de algún servidor público el que se manifiesta a favor del linchamiento, como podría ser según parece, el caso del alcalde de Cascajal. No cabe justificación alguna para incitar a la violencia y menos administrar Justicia, como si esto fuera el Far West, sin la previa presentación a la autoridad competente, que siempre es la policía o la fiscalía y posteriormente el Juez, que finalmente es quien administra la Justicia. Contando como colaboradores eficaces en muchos casos, las juntas vecinales, las rondas urbanas o las rondas campesinas.
Las dos primeras, vecinales y urbanas, nacen como nexo de unión de la ciudadanía con la PNP, ante el alejamiento anterior existente entre la sociedad y la policía, originada por la acción del terrorismo. Tanto una como otra tienen el objetivo de luchar conjuntamente contra la criminalidad y la delincuencia por una parte y por otra retomar las positivas relaciones que antaño tuvo la policía con la comunidad. Nacen, repito, con este doble objetivo. Así pues, en las zonas urbanas, sus integrantes actúan en colaboración con la comisaría más cercana, dependiendo su accionar de las directrices marcadas por la autoridad policial de la que en todo momento dependen orgánicamente. En concreto realizan funciones de vigilancia, y disuasión, procediendo a la detención del presunto delincuente y poniéndolo a disposición de la Policía. Sus acciones disuasorias terminan con el arresto del choro. En algún caso estamos viendo el accionar displicente y poco disuasorio de la misma Policía y/o la Fiscalía, cuando ocasionalmente, cada vez menos, vemos como impera la impunidad. “Por una puerta entran y por la misma salen” dice el hombre de la calle. Ello es responsabilidad de la Administración y concretamente de la Legislación que posiblemente no es todo lo expeditiva y disuasoria que debiera. Pero ese dicho y hecho no justifica bajo ningún concepto tomarse la justicia por su propia mano, eso es retroceder en el tiempo y en la civilización. Es volver a la Ley del Talión, a aquello del “ojo por ojo y diente por diente”, en la que se trataba de aplicar una pena “idéntica” al delito cometido. Se aplicó desde tiempo inmemorial, Código de Hammurabi ( sigloXVIII a.C.), la Ley Mosáica (Antiguo testamento), la Ley de las XII Tablas (siglo V a. C.), y el Derecho  Germánico ( muy anterior al Derecho Romano). Es el cristianismo el que lo deja sin efecto por primera vez a partir del Sermón de la Montaña. Pero es a raíz del Tratado de Beccaria “De los delitos y las penas” en el último cuarto del siglo XVIII, cuando empieza a superarse universalmente  ese concepto justiciero, desapareciendo el aspecto vengativo que lo impregnaba. Actualmente está prácticamente desterrado en los ordenamientos jurídicos si bien continúa vigente en los Estados Islámicos por medio de su “Sharia”. Estamos viendo las atrocidades cometidas por el EI un día tras otro en nombre de lo innombrable.
Aquí y ahora de lo que se trata es de no retroceder en nuestra civilización, de no volver a tiempos remotos y de barbarie, y no dar tregua al delincuente, al “choro” roba gallinas, pero sobre todo a ese otro “chorazo”, al de “Cuello Blanco”, que gallinas a miles se lleva en el saco, empezando a limpiar de tanto delincuente nuestra sociedad.
A mediados de los años 70, concretamente el 1976, nace la primera Ronda Campesina, organización comunal rural, con la función de patrullar los caminos y campos y el objetivo de poner fin al robo originado por el abigeato (hurto de ganado) y el pequeño robo,  amparada por la Ley 27908 que les reconoce capacidad conciliatoria y de apoyo a la administración de Justicia. Aparecen ante la carencia de protección estatal de los derechos de las personas en las zonas rurales de la periferia o alejadas de los grandes núcleos urbanos. Se crean  en la zona de Cajamarca, apareciendo la primera Ronda en Chota. Tienen un carácter democrático en su funcionamiento y diseñadas para la protección de derechos en tiempos de paz. Que no hay que confundir con los Comités de Autodefensa, que se hacen llamar Ronderos y fueron creados como organización paramilitar por Fujimori para enfrentar a Sendero Luminoso y Túpac Amaru.
Similar a las Rondas Campesinas era en España, con origen en la Catalunya medieval, El Somatén, palabra catalana que significa “estamos atentos”, de carácter parapolicial para la defensa propia y de la tierra. Fue abolida en 1978 tras el restablecimiento de la democracia y asumir el Estado de forma real sus obligaciones competenciales.
Cierto es que aquellos agoreros que jalean lo de “chapa  tu choro,…………” propugnan un Estado Fallido, cuando la realidad dista mucho de esa situación. Sí es cierta la existencia de altísima corrupción y criminalidad pero no existe la degradación económica, ni el terrorismo, ni los grupos paramilitares (por ahora), factores determinantes para considerar a un Estado como Fallido. Así que “si chapas a tu choro, entrégalo” y colabora con la Justicia.
Moralejas: ”Ladrones roban millones y son grandes señores” y “Sin robar no se junta gran caudal”
Así sea.

EL VIGÍA. 

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