La Comisión
de investigación del Congreso de la República sobre el caso Ancash está a punto
de emitir su primer informe acerca de lo investigado en esta primer etapa de
trabajo, en la que se plantea la hipótesis de la existencia de una red
organizada de corrupción. No perdamos de vista que se trata por una parte de
una investigación en principio limitada a declaraciones y denuncias de personas
y por otra parte que se realiza en el Congreso de la República, con lo que
tendrá un carácter meramente político. O sea una investigación con una carga
política, que no jurídica importante. Sabido es que la función del Congreso es
la de legislar, y también fiscalizar las actuaciones del ejecutivo y escuchar
atentamente las sugerencias y denuncias de quienes les han aupado a esos
puestos, que no son otros que los ciudadanos. Es menester dejar muy claro que
el valor del informe que presente la Comisión presidida por el señor Mesías
Guevara será por supuesto una orientación clara y muy aproximada de lo
acontecido, pero insisto, su valor será puramente político y testimonial aunque
muy revelador de lo ocurrido en la región de Ancash. Esas revelaciones podrán
valer y ser conocidas en otras regiones pero aquí en Ancash se conoce y se sabe
de sobra todo lo acontecido, con sus actores principales, secundarios y efectos
producidos. Al fin y a la postre son quienes lo han sufrido y denunciado.
No hace falta por ejemplo que
nos digan lo ya conocido por todos, que ha fallado por acción u omisión en su
función de control la Fiscalía de la Nación, el Poder Judicial, la Contraloría,
el Organismo Superior de la Contrataciones del Estado (OSCE), el Consejo
Nacional de la Magistratura (CNM), el Congreso de la República y la Policía Nacional
del Perú (PNP). Ni unos ni otros hicieron su trabajo. Y las consecuencias son éstas,
consecuencias graves que también están sufriendo en otras regiones, como
Tumbes, Cajamarca, Lambayeque, etc, etc.
Las Descentralización, de la
que hablaremos otro día, no ha sido tal.
Ha sido un abandono total del centralismo imperante en Lima que ha
creído que mirándose su propio ombligo tenía todo hecho, abandonando a su
suerte a gran parte del País representado por sus Regiones.
¿Y de la comisión de Ética
del Congreso que iba a investigar a los diputados Heriberto Benítez y Victor Crisólogo,
qué se sabe? En mi opinión no es necesaria la intervención de esa comisión si
sus conclusiones van a ser, como siempre, tardías. Si en verdad esos diputados
como manifiestan no tienen nada que temer deberían dar un paso al frente y
liberarse de esa inmunidad con la que deben sentirse atenazados y les impide
someterse a las indagaciones y controles a las que está sujeto cualquier
ciudadano. Y más cuando ya es conocida la solicitud de levantamiento de su
inmunidad del Fiscal del caso Centralita.
No hará falta recordarles a
uno y otro que ahora no es un acto político lo que tiene que afrontar sino un
simple acto jurídico. En el que ha tenido que ser el señor Juez de la causa el
que solicitara al señor Fiscal cuál era su situación como presuntos encausados,
pues éste parecía haberse olvidado.
Mención aparte merece la
actuación inicial poco afortunada del señor Ortecho abogado defensor del
principal encausado en Lima. Digo poco afortunada pues así lo parece cuando se
presentó en el juicio de Chimbote, caso Centralita, y sin acreditarse pretendió
defender a la señora Asián, cosa que fue lógicamente desestimada por el señor
juez. Sigue estando poco afortunado cuando a estas alturas de la investigación
atribuye públicamente la autoría del crimen de Nolasco al sindicato de
construcción, que es la portátil del ex presidente, su defendido. Y finalmente
muy pero que muy poco afortunado al solicitar también públicamente el
levantamiento del secreto de la identidad de los testigos protegidos para
contrainterrogarlos. Podrá contrainterrogar durante el juicio oral, cosa que
será más adelante, pero sin conocer la identidad de los testigos protegidos y
colaboradores de la justicia, para lo que se habilitarán con toda seguridad las
medidas y estrategias adecuadas de acuerdo con el artículo 248 del Nuevo Código
Procesal Penal, preservando su identidad y garantizando su seguridad. Por eso y
para eso son Testigos Protegidos. Esta es una premisa fundamental y totalmente
necesaria en casos como el que nos atañe. La actuación de este abogado, con
todos los respetos que se merece, se parece más bien a la propia de otros
tiempos en los que se utilizaba el “quítate que me pongo yo” y el autoritarismo
reinaba por doquier.
Y llegados hasta aquí, hay
que hacer mención de forma expresa y concreta a la actuación de quien está
dirigiendo con educación, temple y rigor el encausamiento de los procesados.
Ahora se ve meridianamente claro el por qué del interés de los principales
encausados en eliminar de este proceso al profesional serio, firme en sus
convicciones, didáctico e incansable que está asumiendo con una gran entereza y
profesionalidad la “papeleta” que en reparto le tocó y que quizá en otro
momento alguien hubiera intentado revertir de buena gana, pero resulta que
ahora todas las miradas del país estaban centradas aquí y en él. Se llama
Richard Concepción Carhuancho y me impresionó su buen actuar.
Moraleja: “Aquello de que la
Justicia emana del pueblo, parece que vuelve a ser verdad”.
Así sea.
EL VIGÍA.
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